jueves, 30 de abril de 2009

PELANDO LA BANANA. La cáscara. Volumen IV.

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Desde principios de esta semana me la he pasado tratando de recordar una canción, una en específico. Lo peor de todo es que yo la escribí. Co-escribí, mejor dicho, junto a Rafa mi examigo y excompañero de tertulia, creación e 'inspirancia'. Va un poco más o menos como sigue:


... y que si habrá segunda parte
de esta historia fascinante
tendrás que empezarla tú.

Voy a regalarte una sonrisa a tu llegada
que las palabras sólo sirvan como almohada
para escuchar si algún suspiro se escapó de ti.

Te prometo
ser el dueño de tu espacio y de tu cuerpo
y cubrirte por las noches con mil besos
y que nunca te arrepientas de este amor ...

... te esperaba desde ayer ...


Se llama: Te esperaba desde ayer. Y la razón de que me haya acordado tanto, es que aunque no quiera, he de aceptar que en este único caso, la ley de la atracción ha dado resultado y la mujer en la que más he pensado los últimos días volvió. Así, sin pensarlo, de pronto recibí un aviso de que me había agregado al msn, obvio la reconocí de inmediato y le di click en aceptar.

Pero todo comenzó una mañana de diciembre de 2005.

Por el umbral de mi entonces oficina entra corriendo un hombre rubio, alto y gordo preguntando por mí. 'Sí, soy yo'. 'Me urgen unas fotografías.' Me dijo el hombre que resultó llamarse igual que yo. 'Soy el dueño de la franquicia de Telcel que está en la planta baja de este edificio, tengo un evento, con música y edecanes y mi fotógrafo me canceló'. Tirín. Mi foquito rojo que es invisible y que se ubica en algún sitio sobre mi entrepierna se prendió de inmediato. 'Mmmm, edecanes' pensé.

Rápido y presuroso alisté la cámara, memoria, tripié y demás aditamentos necesarios y descendí las escaleras al encuentro de espectaculares mujeres (en mi mente). Y me equivoqué. Bueno, un poco. En realidad, ni el evento era tal, ni las mujeres eran espectaculares. Era un tipo de venta de garage de teléfonos celulares chafitas que costaban dos o tres pesos menos de lo normal; la música sonaba a todo y las edecanes, algunas escuálidas y otras con la carnita a flor de licra se contoneaban (no tan) sensual y arrítmicamente. Y entonces la vi. Paradita y bailando lo más decentemente que podía al costado izquierdo de la fila de siete féminas, con cara de '¿y sho qué hago aquí? ¡Maldita pobreza y maldito laburo de cagada!'. No era despampanante, bonita es la palabra para describirla, la piel perfecta y un par de enormes ojos marrón, tan grandes que si te miraba fijamente parecía una loca. Cabello castaño escurrido y largo hasta los codos, y eso sí, un cuerpo como esculpido en piedra, el abdomen durísimo como ningún otro que haya tocado nunca (es más, mi rodilla no es tan dura como su abdomen), un coqueto lunar junto al ombligo y la faldita azul con orilla blanca, a lo 'Santaclós de telcel' se le veía fascinante.

Le tomé fotografías indiscriminadamente, de su rostro, sus piernas, de perfil, de tres cuartos, sus tetas, su espalda, las nalgas con la falda respingada, y ella, pícara sonreía y jugaba con mi cámara, conmigo. ¿El evento? No lo recuerdo, supongo que sí hice las demás fotografías porque sí me pagaron, pero toda mi memoria de ese día fue para Jimena, ese era su nombre. La chica que junta malezas. Pero espera, no es de ella de quien quería hablar, sin embargo todo comienza con ese encuentro. Al día siguiente la miro, etérea, aparecer en mi oficina, y pedirme una copia de las fotos que le tomé. Sin respirar le pedí que se sentara (en el sillón) y le mostré los archivos. Doscientas cuarenta y siete fotografías solamente de ella. Hablamos, un par de horas quizá, había llegado de Argentina apenas la semana anterior y no conocía mucha gente en México. Salimos esa noche. Cine, tacos y depa. Después de eso, nos veíamos intermitentemente, sin palabras, sin ninguna especie de compromiso ni promesas. Nos disfrutábamos sin medida durante el tiempo que estuviéramos juntos, sin preocuparse en exceso el uno por le otro ni celos ni nada. Hasta que llegó ella.

Varias cosas sucedieron a la vez. Mi hermano se mudó del depa dejándome solo. A Jimena se le terminó el contrato con Telcel y aunque no le hubiera costado conseguir empleo, prefirió descansar, vacacionar, e invitar a una amiga. Jimena me decía que no tenía en México mejor amigo que yo, así que (invariablemente) emprendí con ella el viaje al aeropuerto para recibir el vuelo de LAN desde Buenos Aires en donde llegaría Valeria. ¿Mencioné que Jimena ya no tenía empleo? Pues tampoco tenía dinero, por lo tanto carecía de un lugar para vivir. Yo y mi bocota ofrecimos mi departamento para ambas, debo confesarlo no sin miles y miles de retorcidas fantasías en mi cabeza. Pero no imaginaba lo que sucedería en cuanto posara mis ojos (verdes, hermosos) en los suyos:


Verdes, hermosos.

Sentí el incontrolable impulso de amarla en ese mismo instante, de hacer todo lo humanamente posible para que ella me amara a mí. Cuando Jimena nos presentó y su voz llamó mi nombre me derretí. 'Ah, Lu, sho soy Valeria, Jime me habló de vos'. Era simplemente perfecto, fuimos a comer, tacos por supuesto y de ahí al depa. Había dos habitaciones libres y dejé que decidieran si iban a ocupar una cada una o ambas en una sola. Eligieron la primera opción. Cuando mi hermano se fue, dejó la habitación más grande y con baño vacía, y a mí me dio una flojera inmensa cambiarme ahí, así que esa le correspondió, por cortesía, a Valeria.

No voy a negar que la primera noche que estuvieron en mi casa, Jimena durmió conmigo, pero esa misma noche le dije que Valeria me encantaba, le pedí ayuda, información más que nada, y sobre todo que, si era posible, no se enterara jamás de que había habido algo entre nosotros, por muy superficial que fuera. Y lo hizo. Le habló tanto y tan bien de mí que los ojos aguamar volteaban cada vez más hacia mí, hasta que una noche, siete de agosto de 2006, volviendo del cine, nuestras manos se encontraron hasta desaparecer detrás de la puerta de mi habitación.

Jimena se fue a las dos semanas de que Valeria y yo comenzamos a estar juntos, cansada de no conseguir empleo más que de edecán, y aunque ahí ganaba buen dinero, no era lo que a ella le gustaba más hacer. Se fue. Regresó a la Argentina dejándome con Valeria, que para entonces ya estaba más que instalada en el depa. Conoció a mi familia, se adueñó de la cocina (y sus alfajores eran el cielo) y me convenció de dormir en la habitación grande (aunque siempre conservé mi cuarto intacto) donde me sentía extraño, pero caliente. Decorada en rosa y princesa pero en cuanto la luz se apagaba se convertía en guarida de fieras.

Fueron seis meses de idilio y felicidad y ambos creímos que duraría, pero después de todo, aún éramos demasiado inmaduros para vivir como una pareja. Valeria se estaba aburriendo de no trabajar y yo, pues nunca me pesó el compartir el dinero con ella, pero tampoco era lo que yo considerara adecuado. La idea de irnos juntos a Buenos Aires no dejaba de revolotearnos en la cabeza. Sin embargo no es una decisión fácil. Acepto que me resistía, sobre todo porque en ese momento tenía una relativa estabilidad laboral (que no he recuperado) y dejarlo todo por seguirla no era una opción. No en ese instante al menos.

Una madrugada de febrero de 2007 recibimos una llamada por cobrar, desde Argentina. La madre de Valeria, llena de llanto y con los nervios destrozados nos contaba en el altavoz lo que había sucedido recién: Un par de sujetos irrumpieron por la fuerza en casa de sus papás, con armas en mano y vociferando improperios tratando de amedrentar. Y robar. Su padre, en franca defensa de su casa y su familia arremete a tiros contra los asaltantes que hacen lo mismo y lo hieren, creyéndolo muerto huyen y desde el suelo, mi suegro le dispara por la espalda a uno de ellos, matándolo.

Ese trágico hecho apresura el fin de Luis y Valeria. Esa misma mañana ella vuela rumbo a Exeiza mientras yo me quedo con la penosa tarea de empacar lo más de sus cosas y enviarlas por paquetería. El padre permanece detenido un mes mientras la justicia argentina desahoga todas las pruebas del caso, pero la tranquilidad no vuelve a la casa de los Frangie. Un año después del suceso, nuevas pruebas salen a la luz y de nuevo, toda la familia a declarar. Todo lo que pudo haber sido para nosotros se esfumó a causa de la avaricia de unos cuantos que desencadenaría una serie de hechos violentos, a miles y miles de kilómetros de nosotros, pero tan cerca que nos afectó en lo más profundo. Apenas ayer me enteré que el febrero pasado, a dos años de los hechos, quisieron secuestrar a su padre. ¡Estúpida malandrinez!

Yo seguí adelante, volví a enamorarme y ella lo hizo también. Dejamos de tener contacto con el tiempo. Y el lunes pensé en ella con todas mis fuerzas, quise buscar en la red fotos de ella, pero nada. A causa de muchas cosas eliminó sus cuentas en las redes sociales. Y así, sin más, entrando a mi msn me aparece un aviso. ¡******** le ha agregado!

Y hablamos, ayer hablamos tanto que perdí la noción del tiempo y del espacio. ¿La idea de volver? Me pasó por la mente, pero no es algo que desearía en este momento. Ni ella. Lo único que hicimos fue hablar de la influenza, de nosotros, ponernos al día, recordar fechas, lugares, días, noches, besos. Ahora sería un buen momento para ir a Argentina. Pero no por ella, o sí. Pero sin falsas ilusiones. Bah, no iría, de cualquier manera ...




Parte de esta serie:





¡¡¡ letem bi lait !!!

martes, 28 de abril de 2009

... Padezco ...

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... 'madanito'. ¬¬

Pero aparte del mal, pésimo (y enésimo) chiste de gordos, hace tiempo que había pensado hacer un recuento de mis manías más comunes, y la actual situación me da el material y la 'inspirancia' suficiente para hablar de ellas. La gran mayoría tiene que ver con cuestiones de salud. Pero a ver que pasa. Manías y padecimientos.


Hipocondria.
Todo tengo, cada vez que aparece un nuevo virus o una nueva enfermedad o una nueva bacteria come piel me pongo mal. Mal, mal de verdad. En serio. Mi cuerpo suda, mi corazón se acelera, mis manos me tiemblan, sin embargo no estoy excitado. Recorro mentalmente todas mis actividades recientes y no tanto en busca del momento justo en que 'pude' haberme contagiado de: ébola, V.P.H., influenza aviar o porcina, peste de caballo, rosa de bengala, tifus del ártico, etc. No me tolero ni a mí mismo, no me quiero ni rascar para no extender inexorablemente la infección. He tenido desde infartos masivos hasta embarazo psicológico, desde cáncer de matriz hasta demencia senil. Irónicamente, algo que no tengo y que (a veces) me gustaría es esquizofrenia. Eso de ver cosas e imaginar mundos ha de ser genial. ¡Lástima!

Deficiencia valvular cardiaca congénita.
Esto es en serio, una de las válvulas de mi cucharón, que debería tener tres valvas solamente tiene dos. Mismas dos que cumplen su función perfectamente, pero que a la vez me hace vivir atado a un medicamento que regula la presión sanguínea y mantiene mi músculo cardiaco en estado ideal (fisiológicamente hablando, claro).

Malestar crónico posterior.

Ja, en realidad no sé cómo se llama, pero a ratos me duele la espalda. Hace años, como tres me lastimé horrible jugando squash, me lancé cual largo fui a alcanzar una pelota por demás inalcanzable y sólo oí como mi espalda hacía un dramático 'crack'. Todo eso me pasó por lucidito. Elizabeth corrió a socorrerme y me cuidó por días. En el bar era insoportable el estar de pie más de dos horas seguidas. Me vi forzado a utilizar una faja apretadora que me mantenía bien derechito derechito (y me apretaba la panza ja), cosa que me dolía por supuesto, pero evitó que un día me agachara y no pudiera levantarme más. Aún hoy, cuando estoy demasiado tiempo sin moverme, sentado en la oficina o en un restaurant o en un avión, la espalda me mata.

Delirio del abismo.
Los espacios abiertos y la caída libre siempre han ejercido una sutil y asquerosa mezcla de fascinación y repulsión. Y alguna vez una psiquiatra me diagnosticó 'Delirio del abismo'. Mismo delirio que vencen los paracaidistas, los alpinistas, incluso los que se lanzan del bungee. Yo no podría. No soporto las alturas pero no porque tenga acrofobia, sino que me atrae tanto el vacío, la sensación de que (aunque se lea absurdo) si lo quisiera podría emprender el vuelo. No tengo idea a qué se deba, pero me preocupa. En más de una ocasión, estando en el balcón de una habitación de hotel, he tenido las ganas de acercarme más, sólo un poco más, quizá un poco más, e impulsarme, tratar de caer en la alberca o sobre el espeso follaje de un árbol enorme. No morir, obviamente, pero esa sensación de caer, acaso flotar en un viciado aire no me parece que pueda compararse a nada. No es recomendable que yo maneje en una carretera flanqueada por barrancos porque sucede exactamente lo mismo. Imagínome en la inminencia de una pronunciada curva, yo al volante y el vacío extendiéndose ante mí, majestuoso, incitante, llamándome, a mí y a los inocentes que por desfortuna viajen conmigo (miedo). Santa paradoja, jamás en la vida me lanzaré en paracaídas o en el bungee, si acaso subiría una montaña (por peilgroso que pueda resultar).

Misofobia.
Hoy día, no resulta tan descabellada la idea de lavarme las manos cada media hora o menos, según. Sufro en verdad en situaciones en las que es imposible encontrar un lavabo. Sin embargo me da hueva cargar un frasquito de alcohol en gel. Pero tampoco sería la solución. Lo que disfruto/necesito es la sensación del agua cayéndome sobre las manos, del jabón cubriéndome las falanges y escapándoseme entre los dedos, una toalla cálida y suave secando la humedad de mis apéndices manuales. Claro que una de las razones es el pinche miedo a contagiarme de algo de lo extraño y sucio que abunda en el ambiente (en todos), pero no puedo negar que mucho tiene que ver con el disfrute del acto en sí mismo. Una variante es la imperiosa necesidad de bañarme, o al menos mojarme bajo la regadera inmediatamente después del sexo. No pocas mujeres se han sentido ofendidas a ese respecto. 'Ay, ¿qué? ¿Tan sucia te parezco?' me dicen. No creo que deban hacer preguntas cuyas respuestas, muy posiblemente no sean de su agrado, pero eso ya no es cosa mía. Por eso, cuando alguien en verdad me importa, no dudo en preguntar primero, no sea que sea del tipo 'ofendida' y luego resulte 'pior'.

Manía por el orden.
No un orden establecido ni mucho menos. Mi orden. Uno bizarro que no cualquiera entendería, sin embargo no es difícil. Inventarios, documentos, carpetas de ordenador, etc. Todo tiene su lógica y cuando alguien me conoce en realidad, no debe ser tan complicado el saberlo. De todos modos no me encanta que agarren mis cosas, así que, mmm. Mejor cada quien con sus cositas y ya ja.

Sinusitis alérgica crónica.
Mi nariz gotea incesantemente. Soy alérgico al polvo, al pelo de gato, al pelo de los perros pequeños, a la humedad y al aguacate. Mi alergia consta de cuatro fases. Normalmente se queda en la primera, ya sea porque hago uso de toda la fuerza de voluntad de la que soy capaz y me alejo de la fuente alergógena. La fase uno consiste en escurrimiento nasal acuoso. Agua pues que me sale de las narinas sin freno. Después, mis ojos comienzan a hincharse, a enrojecerse y a lloriquear como niña chiquita. El tercer paso a la muerte es comezón extrema en el cuello, ronchas rojas, tremendas me erupcionan alrededor del cogote. La cuarta etapa tendría que ser el cierre de mis vías respiratorias y la consecuente muerte por asfixia y/o ahogamiento, pero jamás en la vida he llegado cerca de eso. Nunca he pasado la fase tres (a diferencia del país en cuestión de crisis epidemiológica ja). Con el aguacate no me pasa nada de eso, solamente no me gusta y lo único que me provoca son contracciones parasimpáticas en el diafragma, regurgitaciones involuntarias a la simple vista del verde fruto aguadoso y expulsión de materia digestiva por el estomodeo. O sea que el aguacate me hace guacarear. ¡Iche!

Pero, soy un nene normal ¿no?





¡¡¡ letem bi lait !!!

lunes, 27 de abril de 2009

... LA MESA (NO) REDONDA ...

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Y aunque mi vuelta a Metatextos.com fue un poco demasiado insípida y casi inadvertida, además de que la participación fue más pírrica que ejem, bueno ya, era oferta de paz, ¿no? Pego aquí el texto de esta ocasión.


Ya hemos realizado al menos un ejercicio de Historia contrafactual, aquella en la que nos preguntamos (y respondimos) ¿que hubiera pasado con México de haber formado parte de la URSS?

En esta ocasión vamos a cambiar la historia de lo que nunca ocurrió.

Los participantes de metatextos deberán, en trescientas palabras o menos, cambiar la historia de algun mito. No importa ni la cultura ni la epoca.

¿Cómo hubiera terminado la Guerra de Troya si Héctor no hubiera matado a Patroclo? ¿Que beberíamos en México si Quetzalóatl nunca hubiera conocido a Mayahuel? ¿Que hubiera sido de Loki si nadie lo hubiera castigado?




La mesa (no) redonda.




Arturo sabía de las correrías erótico-amorosas de Ginebra, su reina. Sí, era cierto que Meleagant era un gran guerrero, que Mordret era mortífero en la batalla y que Lancelot, bueno, a Lancelot lo tenía en un alta estima.

Sin embargo, al principio no estaba seguro de que las habilidades bélicas de cualquiera de sus súbditos merecieran el dulce, dulce néctar del cuerpo de su esposa. Aun y cuando la tradición lo señalara, siempre sintió celos de todo lo que Ginebra representaba; si era cierto que ella encarnaba la Soberanía de todo el reino, era entonces obligatorio, en más de un sentido, entregarse a los guerreros que la defendían. Y de ser así, Arturo habría deseado no haberse casado con ella jamás.

Pero Arturo no era un improvisado, había llegado al trono con grandes esfuerzos y sacrificios, aunque ayudado por las artes de Morgana y de Merlín. Sabía cuando la gente le mentía, podía ver su alma a través de sus ojos.

No le gustaba sentarse en la mesa rectangular, al centro, frente a nadie. El carpintero real había muerto de cólera y su hijo era demasiado joven para continuar con el oficio. Su añorada mesa redonda, donde podía sentarse y mirarse frente a frente con sus caballeros no llegaría a tiempo para la deliberación previa a la batalla que se acercaba en Camlann.

Esa fue la razón por la que partió a la guerra entero, sin que nadie le rompiera el corazón. Lancelot había sido capaz de esconder su mirada de la del Rey, sabía que si Arturo tuviera conocimiento de su idilio con Ginebra, la batalla no sería más que un trámite para la muerte.

Lancelot fue muerto en combate pero Arturo volvió triunfante a Camelot. Pasado el tiempo, murió de causas naturales y fue olvidado por la historia.







¡¡¡ letem bi lait !!!

viernes, 24 de abril de 2009

... Al perro más flaco ...

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Después de mucho meditarlo he decidido hacer caso a las voces externas e internas que no cesan de susurrarme lo obvio.

¡Tengo influencia porcina!

Sí, dije 'influencia'. Dejando de lado la panza llena de gas (Gracias The Coca-Cola Company), los cachetes impresionantes y el cinturón reventando. Bueno, el punto es que últimamente, mi cabeza se ha visto asaltada por pensamientos impíos, impuros y malsanos. Mmm, no tanto, o sí, pero ni siquiera el trabajo desbordante que no me deja hacerle caso a mis amiguitos del msn me impide pensar cosas sucias, cochinas, ¡pueeeeercas!. O si sí les hago caso a las ex y a las próximas exes es nada más para cachondear, ejem.

Recientes acontecimientos en mi entorno personal mío de mí propiedad, y también en los de otros y que he tenido la desfortuna de enterarme, me han dado el conocimiento perenne de que las cosas no siempre son lo que parecen y las apariencias juegan un juego bastante peligroso y peliagudo del que no es fácil salir indemne, invicto. Aunque a muchos no les importa. En fin, todas esas ondas de la correctez y la calidad humana son realmente una patraña. Los hombres tenemos como condición indispensable para pertenecer a esta decadente especie, el ser falibles. El ser imperfectos. El cagarla y recagarla cuando menos la debemos cagar. El arruinar nuestra propia felicidad en aras de deseos o impulsos repentinos y estúpidos. El autosabotaje.

Pues ya no quiero pensar cosas que no debo, pero allá yo y mi mala cabeza.

Como de costumbre, hoy desperté a las seis de la mañana después de haberme dormido a las tres. Encendí la televisión y la atolondrada voz de Carlos Loret me sacaba de mi enmimismamiento post-onírico para asustarme como no me había asuatado desde finales de octubre y principios de noviembre.

A menos que vivan en Playa del Carmen, seguramente se han enterado de que la señal más puerca del apocalipsis se ha desatado sobre la zona metropolitana del Distrito Federal, en México.

No contentos con haber hecho creer a la gente que hay crisis, y que deben cuidar su dinero y no dejar propinas en ningún lado. No contentos con echar a perder el buen paso de los PUMAS hablando solamente de lo mal que andan tanto el américa como las chivas. No contentos con burlarse de la locura del ex presidente Fox. No contentos con embromar a todos los que tenían credencial de elector 'cero-tres-renueva' diciéndoles que siempre sí se puede. No contentos con todo eso, ahora nos echan la maldición de los cubrebocas. Compras de pánico en las farmacias, las clínicas de salud pública abarrotadas (lo cual provoca más vendedores ambulantes de comida afuera de ellas con el consecuente mosquerío, otra plaga bíblica), las madres cubriendo a sus bebés hasta la coronilla...

Aunque pensándolo bien, no es tan mala idea que la gente camine por la calle con media cara tapada. Un favor a la estética y al buen gusto de mis ojos (verdes, hermosos).

Un momento:


Crisis.



+

Gripe porcina.



=

El fin del mundo.





Siempre supe que los gordos destruiríamos el mundo (Cuanta razón tenías mi hamburguesa, lo auguraste pero fui necio, fui un necio).




¡¡¡ letem bi lait !!!

martes, 21 de abril de 2009

... DÍAS ...

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"... Tengo 30 años, nací aquí en el pueblo y toda mi vida viví, estudié y trabajé aquí, desde niño y mis padres murieron cuando yo tenía 5 años en un accidente en la camioneta, entonces me quede a cargo de mis padrinos, que cuidaron de mi. Tengo dos hermanos que son mucho más grandes que yo, digamos que yo fui el pilón de mis papás porque cuando yo nací ya estaban grandes, casi 40 años tenía mi madre. Mis hermanos tienen 49 y 44 años ahora y los dos viven en los Estados Unidos, se fueron de mojados en cuanto murieron mis papás y yo ya no me acuerdo de cómo son ellos, aunque a veces me hablaban por teléfono. Te digo que yo me quedé con mis padrinos aquí en el pueblo y como mis padrinos eran de dinero me mandaron hasta a la escuela. Si te cuento toda mi vida te vas a aburrir, lo que pasa es que a partir de que me quedé con mis padrinos mi vida fue lo más normal que puedas imaginar para un chamaco de aquí del pueblo, así que me metieron a la escuela y pues no me iba ni bien ni mal, más que nada era yo del montón así que no destaqué nunca en nada, ni en los estudios ni en los deportes pero creo que tampoco me importaba. Y aquí en el pueblo lo normal es que los niños se dediquen desde chamacos a ayudar a sus padres en lo que sea que hagan, ya te dije que ya no tenía papás, entonces como mis padrinos tenían una tienda, yo desde la primaria estuve ahí ayudándoles a atenderla y eso. Por eso conocí mucha gente, bueno además que en el pueblo todo mundo se conoce, pero siempre me enteraba de todo lo que hacía la gente, pero como estaba chavo pues a veces ni hacía caso y nada más me dedicaba a atender la tienda, de repente hacer la tarea y ver la televisión. El desmadre fue cuando entré a la secundaria, en primera, en esa época en el pueblo nada más había hasta la primaria y para ir a la secundaria había que salir, ya fuera a uno u otro de los poblados vecinos. Yo me fui a la que estaba más lejos porque allá se fue un cuate que sus papás trabajaban allá y me convenció. Te digo entonces la secundaria fue un desmadre fue cuando empecé a ser grosero con mis padrinos ya sabes, tomaba, fumaba y hasta algunas veces mota me metía aunque no tanto porque si no me la regalaban no tenía dinero para comprarla, pues mis padrinos ya no me daban dinero. No sé por qué si desde muy niño viví con ellos nunca les dije papás, será que siempre me dijeron todo así con la verdad y eso, pero yo creo que si me hubieran dicho que eran mis papás yo me la hubiera creído porque te digo, siempre me trataron muy bien, yo era el pendejo que en esos tiempos les rezongaba de todo y pues yo creo que sí me querían porque se preocupaban, pero eso sí, dejaron de darme dinero aunque siempre pagaban mis cosas de la escuela. Como ves, antes de lo que pasó mi vida no es del otro mundo, te prometo que si vas a otras casas del pueblo y hablas con los chavos allá te van a decir mas o menos lo mismo, en el pueblo así es la cosa. Pero regresando a la escuela pues cuando iba ya en segundo de secundaria que me expulsan. Ya sabes por vago y toda la cosa, andaba reprobando, y bueno pues no me importó, te digo que yo era un chavo bien indiferente, cuando andaba en las movidas ni me importaba la escuela, y los otros chavos si crudos y hasta pasados se iban y se metían a los exámenes y eso quien sabe si los pasaban verdad, pero lo que si es cierto es que cuando me expulsaron a ellos ni les dijeron nada, entonces ya dejé de verlos y dejé también las drogas porque nadie me las invitaba ya. Ahora viéndolo bien estuvo bueno que me expulsaran porque ni me dio tiempo de hacerme adicto a la mota, entonces no la sentí tanto, lo que sí fue el alcohol, ese siempre me gustó. Pero cuando me expulsaron de la secundaria ya no quise seguir estudiando, ya tenia como 15 años, mis padrinos me decía que o entraba a otra escuela o me ponía a trabajar, pero no en la tienda sino que tenía que buscarle por otro lado. Entonces fui a una tienda que se llamaba “El Sardinero” y estuve trabajando de cerillo y aceptaban a cualquier chavo que fuera. Y así anduve por muchos trabajos pero nada más me duraban uno o dos meses, la verdad no sabía lo que me gustaba entonces hasta eso tuve suerte de encontrar muchos trabajos, aunque mal pagados pero de ahí la iba llevando, y siempre encontraba uno y me gustaba pero luego me aburría y lo dejaba para buscar otro que me gustara más y así pasaba siempre. Pero yo tenía como 20 años cuando se mueren mis padrinos, bien raro porque siempre le pasa eso a los viejitos que han estado mucho tiempo no, cuando se muere uno al poquito tiempo se muere el otro, quien sabe por qué a lo mejor porque se extrañan o no sé. Mis padrinos no tuvieron más hijos que yo, ni les conocía otros parientes, la verdad si me dolió que hayan muerto pero yo pensé que al menos me iba a quedar con la casa y con la tienda, entonces pensé, ya la hice. Aunque te digo, de tantos trabajos pues sí me aprendí muchas cosas y de hambre no me hubiera muerto. Pero entonces fue que llegaron a la casa unos dizque parientes de mis padrinos de Hidalgo, aunque no me enseñaron nada, venían con tres trajeados según esto abogados y nada más me dijeron que tenía que salirme de la casa y de la tienda porque les correspondía a ellos. Y yo pues ni acabé la secundaria, pensé que no me iba a poner a pelear con esa gente y así agarré mis cosas y me salí. Ya luego pienso que fui bien pendejo, pero pues ya es tarde, y ya ni modo. Entonces me tuve que poner a trabajar ya mas fuerte no, porque tenía que pagar renta de un cuarto y comprar comida y eso. Pero bueno y hasta me junté con una señora como 5 años más grande, pero no creas que fue por interés porque ella estaba igual de jodida que yo, los dos trabajábamos en un campo cosechando y sembrando según fuera la época y no nos pagaban mucho pero ahí nos la íbamos llevando. Así estuvimos como 3 años, gracias a Dios no tuvimos chamacos porque imagínate ahora. Entonces fue que me llamaron mis hermanos, no se como me encontraron porque te digo que ya no vivía en la casa de mis padrinos pero me llamaron a la casa donde estaba viviendo y me dijeron que ya se habían enterado que mis padrinos se murieron y que si no me quería ir con ellos a los Estados Unidos. La verdad ni lo pensé, le dije a mi señora que le iba a estar mandando dinero para que juntara y me alcanzara allá pero ya bien, lo que pasa es que no quería que ella se expusiera a cruzarse de mojada como lo iba a hacer yo. Bueno, mis hermanos me decían que trabajaban en restaurantes y que ganaban bien, estaban en Texas pero no me acuerdo en que lugar exactamente, nunca los vi. Lo que pasó es que el día que me fui, pues junté para irme de aquí de México hasta Ciudad Juárez porque era el boleto de camión más barato a alguna frontera, yo pensé que en cualquier lado era igual pero no, como un día de camino hasta llegar a Juárez y ya ahí pues me moví para conseguir un pollero bueno y que al menos me inspirara algo de confianza, pero con esa gente pues creo que ninguno te da confianza. Ya cuando conseguí a uno que me pasa y todo bien. Y luego no se lo que pasó, o me vieron pinta de ratero o no se de qué, bueno es que yo ya estaba en El Paso caminando tranquilamente en la calle, yo pensé que ahí me iba a buscar un trabajito para juntar lana e irme con mis hermanos después. Pero te digo que me vieron pinta de ratero porque estaba caminando en la calle cuando me agarran dos policías gringos y ya hablándome en inglés y que me trepan a una patrulla. Yo pensé, ya aquí quedé, de ésta no salgo. Pero cuando ya me llevan a un saloncito y llega un policía gordito y me hablaba en español, entonces me tranquilicé algo y a lo mejor nada más me regresaban a México y ya. Pero el policía me hablaba de otras cosas. Para no hacerte el cuento largo, me decía que había algunos problemas en el ejército y que estaban buscando más gente para las army como le dicen allá. Y pues me estuvo hablando como dos horas o no sé cuanto tiempo se me hizo eterno, ya quería que se callara y me dijera que iba a pasar conmigo. Y entonces me dijo que yo tenia que escoger entre dos opciones: o me estaba dos años encerrado en una cárcel por haber entrado al país de ilegal o me enlistaba en la army para recibir entrenamiento. Yo pensé que era muy buena oportunidad verdad, y otra vez ni la pensé, al menos en el ejército me iban a dar que comer y donde dormir no, y sin pensarlo le dije que sí. Claro que el policía gordito nunca me dijo que había una guerra en puerta. Yo estuve en un cuartel militar entrenando, y había muchísimos latinos, no se si de ahí mismo o también venían como yo, y no había tantos güeros no se por qué, luego ya supe que los gringos ya no querían entrar a la army porque ellos sí sabían que iba a venir la guerra. Estuve en el cuartel como 3 meses nada más, la verdad yo no sabía en que parte del país estaba, ya que no nos dejaban salir nunca, yo no hablaba casi con nadie porque los generales o no se que eran no nos dejaban tampoco, o sea que casi era como estar en una cárcel, pero cuando uno ya está ahí se acostumbra a la disciplina y a veces hasta se siente uno orgulloso cuando le dan una medallita o lo felicitan no. Y como casi no hablaba con nadie no me dio tiempo de aprender bien inglés ni nada. Entonces como a los tres meses me agarra uno de los jefes que hablaba español y me dijo que había unas misiones especiales en el desierto, que si me interesaba ir, yo le dije que sí porque no sabía que onda, cuando estás ahí en el cuartel pues no te enteras de nada de lo que pasa en el mundo, porque no veíamos la televisión y todo era lo que nos decían los generales, pero a veces yo no les entendía. Y él me dijo que iba a ganar dinero y que cuando regresara me iban a dar la ciudadanía para que pudiera estar en Estados Unidos como si nada. Yo me sentí bien contento, además que iba a tener más dinero me podría llevar ya a mi señora que como no podía salir no tuve oportunidad de mandarle todo el dinero que me habían dado, porque me pagaban como 100 dólares a la semana, pero no me servían de nada estando ahí en el cuartel así que los guardaba. Entonces llegó el día en que nos fuimos, del cuartel nos llevaron a un aeropuerto en un camión, te digo que no nos dejaban ver nada, entonces del camión directo nos pasaron a un avión y de ahí muchas horas de vuelo hasta Irak, no sabía, después supe que nos habían mandado al matadero. Yo estaba ya muy cansado, y veía que mis compañeros también pero los generales te pegaban si cabeceabas o si se te cerraban los ojos. Cuando llegamos estábamos en otro cuartel, y bueno ahí la vida no era más diferente de lo que era en el cuartel en Estados Unidos pero me daban 200 dólares a la semana, el doble de lo que ganaba allá. Pero ya sabes que no lo podía gastar, aunque lo seguía guardando. Nosotros que éramos simples soldados de las reservas veíamos a los marines y hasta daban envidia, se paseaban por ahí con sus cámaras de fotos y de videos, yo pues no llevaba nada de eso. Ya estando allá se entera uno de cosas, de los muertos y de que hasta los mismos generales decían que no había razón para estar peleando esa guerra, pero que eran órdenes y no había de otra. Yo estando en el cuartel pues nunca vi a los de Irak quemados y eso, pero si cuando los marines regresaban podías ver en sus caras y en sus ojos si habían matado. Y de repente salían diez marines del cuartel y solamente regresaban ocho, eso nos fue poniendo nerviosos a todos, y entonces el día llegó. Por fin llegaron los generales y dijeron que para esto nos habían mandado traer, íbamos a ser la vanguardia en una misión en Tikrit. Detrás de nosotros iban los marines, o sea íbamos a ser los escudos humanos de los marines, pero el horror que sentí no fue nada comparado con lo que vería después. Te juro que ahora que lo cuento me doy cuenta que soy afortunado porque de como 200 soldados de reservas que llegamos a Irak, solamente volvimos como 30, y a varios que quedaron lastimados los dejaron ahí. Los que estaban enteros se quedaron para seguir siendo escudos de los marines. Yo logré llegar hasta la ciudad y ahí yo nada mas disparaba a todo lo que movía, no se si maté a alguien pero no veía nada más que muertos de ellos y de nosotros, oía gritos y disparos y entonces sentí un disparo en la pierna por la rodilla y me caí, ya no veía nada pero oía los gritos y las voces, yo creo que los de Irak pensaron que ya estaba muerto porque los oía pasar al lado mío sin hacerme nada. Después no supe más hasta que abrí los ojos y ya me llevaban en una camilla, yo rogaba que fueran de los míos, y sí, llegando al cuartel de regreso estuve esperando mucho tiempo en una tienda de campaña donde había otros heridos y me dolía mucho la pierna y gritaba, otros también gritaban y se iban llevando a uno por uno y ya no volvían. A mí me llevaron y me inyectaron y no supe más. Cuando desperté estaba en otra tienda, también con heridos pero éstos ya no gritaban. Entonces uno de los doctores me decía en inglés pero no le entendía muy bien, vino otro doctor que sí hablaba español y me decía que me habían cortado la pierna, que era eso o morirme. Yo empecé a llorar y a llorar, ya no sabía que hacer. Pasaron unos días y ya no salí de esa tienda, tal vez me acostumbré o no se por qué, pero dejé de llorar, y un día entraron los generales y nos dijeron que a todos los heridos nos iban a regresar a un cuartel en Estados Unidos, siempre había dos que hablaban, uno en inglés y otro en español. Yo me sentí mejor porque sabía que en el ejército te daban una pensión si te herían, entonces me tranquilicé porque pensé que me iban a dar la ciudadanía y además mi pensión. Solamente tome mis cosas y mi dinero. Era junio del 2003 cuando regresamos a Estados Unidos me di cuenta que no era el mismo cuartel en que había estado, así que no pude recuperar nunca el dinero que había dejado allá, sin embargo no me importaba. Entonces a todos los que regresamos mutilados o mal, nos reunieron en un salón, y nos dijeron que lleváramos nuestros papeles para arreglar lo de las pensiones. Yo no tenía nada. Cuando fue mi turno, explique que me habían prometido los papeles al regreso, y me dijeron que no podían hacer nada por mí, que tenía que arreglar las cosas en el cuartel al que había llegado, pero te juro que nunca supe cual fue, nunca supe a donde llegué y se los dije. Para ellos hubiera sido muy fácil saber pero yo no les importaba. Sí fue muy traumante todo eso porque yo solamente tenía como 2000 dólares y seguía siendo ilegal en el país, pregunté que es lo que podía hacer pero nadie me daba respuestas, no me quedó más remedio que irme cuando me dijeron que ya estaba dado de alta y si quería seguir en el cuartel debía arreglar mi situación. Ya afuera trate de encontrar mi otro cuartel, pero no tuve suerte, allá había dejado el dinero, los datos de mis hermanos y todo. Cuando te falta una pierna, todos en la calle te ven feo y nadie te quiere dar trabajo, y se me estaba acabando el dinero, entonces decidí regresarme a México, pude buscar una embajada o algo, pero cuando estás en esa situación no piensas, la verdad te juro que si regresé aquí fue por instinto, ya estaba totalmente desesperado. Y bueno, regresé aquí como pude como en enero de este año y mi señora que bendita sea me recibió después de más un año que estuve fuera, aquí es la misma historia, la misma miseria, no encuentro trabajo por mi condición, mi señora sigue trabajando en la cosecha, pero no nos alcanza para mantenernos. Mis hermanos no han vuelto a llamar. Te juro que ya ha pasado casi un año y sigo sin dormir bien, la guerra es horrible y ni siquiera a la gente que me engañó y que abusó de mí allá en Estados Unidos le deseo lo que me pasó a mí. Ya me di cuenta que el sueño americano no existe.




¡¡¡ letem bi lait !!!

sábado, 18 de abril de 2009

... Senza una donna ...

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"... you can laugh, you’re forgiven, but
I’m no longer frightened, to be livin’ ..."


No una, todas. Las quiero todas. Las quiero y no. Estoy cansado de esperar, estoy completamente agotado de confiar.

Chale y re chale, que las ideas se me agolpan en la sesera y no hay manera de hilarlas coherentemente. Ajá, hoy, en mi larga travesía diurna/nocturna tuve tiempo de pensar, además de que mi ipod no había sido actualizado en cuatro meses, desde que me fui, así que todas las canciones (que por cierto y no está de más decir que me gustan) me remitían a tiempos más felices, creo.

No, eso no importa. Me voy a zurcar nuevos horizontes. Otra vez, todo otra vez, la espera inevitable, el tufillo a nuevo, las maletas que siguen sin hacerse solas, la discriminación de las posesiones (qué me llevo y qué dejo), y lo ignoto. Gente nueva, cosas nuevas, casa nueva, calles nuevas, y ellas nuevas.

No quiero una mujer (ya, lo dije). Las quiero todas, eso no es nuevo.

No quiero llamadas interminables y oídos doloridos. Quiero poder ver el futbol sin 'tener' que hablar, o estar al pendiente de una ventana de msn. Quiero poder estar 'sin hacer nada' y no pensar que 'debo' estar ahí. Quiero que se respete mi horario de Prison Break, de Heroes, de Futbol Picante, pffff, de tantas cosas que ahora prefiero hacer en lugar de estar meloseando.

No quiero preocuparme por nadie más que por mí. No quiero estar esperando con desesperación un mensaje avisándome que ya salió de trabajar o que ya llegó a casa, o simplemente que me quiere y que me extraña. Quiero que si alguien me quiere y me extraña, y decide hacérmelo saber, que sea sorpresa.

No quiero enojarme por supuestos o por palabras mal dichas o mal entendidas. No quiero darle a nadie el poder de hacerme enojar, ni de ponerme triste, ni de acelerar mi ansiedad.

Quiero, deseo y ansío la compañía de una mujer hermosa, pero no quiero saber (necesariamente) su nombre. Quiero poder decirle a alguien una vez más mi frase favorita de Sabina: "En mi cama no hay nada prohibido, pero no vayas a enamorarte". Y no acabar enamorándome yo. Quiero el contacto de una piel caliente, insaciable, sedienta de mí; quiero perderme entre los calores de encuentros furtivos, quiero hacerle el amor y luego adiós.

Quiero salir, caminar, reír. Con compañía. Y ya la tengo en la mira. Pero quiero descansar de toda la retahíla del cortejo. No, eso ya me aburre. Pero sí, me gusta el café, me gusta el cine, acaso un antro (puaj aunque después del CocoBongo ningún antro es tal, pero bueno, ya que).

Bah. Pinche nostalgia por los tiempos de hombrezuelo. Cuando podía permitirme cualquier caprichito y nada tenía consecuencias. Ahora sí, pero ¿sabes? Hoy no me importa. Mañana será otra historia.

Hasta pronto con historias de ...








¡¡¡ letem bi lait !!!

martes, 14 de abril de 2009

... Absolut Neta ...

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Conocí a una mujer. Eso no es lo extraño. Su nombre es Neta y su acento es peculiar. Nuestro primer encuentro fue fortuito ...

En una plaza del centro de Cancún había visto unas islas donde vendían productos de belleza raros, su ingrediente principal (decían) eran las sales del mar muerto. Ahí trabajaban poco agraciadas chicas tanto de cuerpo como de rostro, vestidas (eso sí) de un blanco impecable. Como no soy tan fan de la horridez femenina, jamás me acerqué a ese puestecillo. En fin.

En una plaza de la zona hotelera hay una isla de los mismos productos exactos, pero, a diferencia enorme con sus homólogas del centro, las chicas de la zona hotelera son hermosas. Buenísimas, bonitas, muy simpáticas (claro, es su trabajo), ataviadas con espectaculares vestimentas, tan blancas que deslumbran. Del tipo de mujeres de las que no puedes quitar los ojos de encima, pero que al mismo tiempo plantean un dilema: Son igualmente atractivas de cuerpo como de cara, de tetas como de nalgas, de ojos como de piernas. Simplemente no sabes a donde mirar.

Pero bueno. Una mujer de ciento sesenta y ocho centímetros de estatura, con un mini short blanco como la pureza, sandalias con cuerditas alrededor de las pantorrillas y blusita de tirantes escotada se acerca delicadamente a mis pasos con una sonrisa de dientes blanquísimos, perfectos, y con un acento inidentificable me dice: "¿Español?".

Me derrito, piel clara bronceada y ojos verdes intensos me miran balbucear y decir tímidamente: "Ajá". Bueno, el punto era ese. Quería venderme unas cremas espectaculares y carísimas que me dejarían el cutis tersísimo y las manos de princesa (y sí funciona, al menos con las manos). Las suyas tocaron las mías con una barrera de crema granulada, aaaaaah pero cómo esa diosa me tocaría, y cómo me atrevería a rechazar su venta de milagros. Pues lo hice, ja, obvio no compré ninguna crema pero me llevé la sonrisa para la posteridad. Ah, y un nuevo contacto en mi celular.

Entonces, días después hicimos una fiesta en el depa del caos y sin muchas esperanzas, le envié un mensaje invitándola, a ella y si eeees que fuera posibleeee a algunas de sus amigas/compañeras de trabajo ja. Y el milagro sucedió, aún y cuando no lo compré, aceptó y dijo que llevaría amigas. Lo de las amigas no me importaba ya, ¡ella había dicho que sí! ¡Que los rumeits se consiguieran sus propias acompañantes! A fin de cuentas, llegó solamente con una chica, que se parecía a ... bueno, ya no importa.

El vodka sueco abundaba y ella me contaba que no se llama Neta, lo dice así como un truco de empatía para ventas (o algo así me explicó), su verdadero nombre es Olivia, y su apellido es Penneta (Ahh, si no pensé que fuera tan creativa para escoger un apodo). Nació en Suiza hace veinticinco años y lleva dos de ellos viviendo en Cancún.

Toda nuestra plática de esa noche/madrugada/mañana giró en torno a la neta. La Neta. No la Neta ella, sino a la verdad. Epistemiológicamente la verdad.

Buena sorpresa el darme cuenta de que una mujer tan hermosa y en más de nueve sentidos, tan perfecta (por fuera), tuviera válidos y firmes argumentos en favor de sus opiniones, vaya, si ya es difícil encontrar especímenes del género femenino que tengan alguna siquiera. Acaso por clichés o prejuicios baratos, no imaginé que pudiera platicar de tantos y tantos temas y recovecos de los mismos con ella. Pero sí.

Bien, al grano. Yo digo y sostengo que la verdad es absoluta. Existe una sola verdad verdadera en el universo. ¿Cuál es? No la sé, pero el desconocimiento de las cosas no impide su existencia. Sé que soy sólo un hombre y me faltan años y canas para poder refutar el relativismo, y tampoco es mi meta en la vida, para ser honesto. Pero sí entiendo y firmemente creo que los hombres únicamente interpretamos la verdad, acorde a las experiencias, conocimientos y actividades propias de nuestra falible condición humana. De la única verdad absoluta se desprenden todas las verdades habidas y por haber del universo. Ustedes Nosotros, pobres mortales somos incapaces de alcanzar un pleno conocimiento de ella, sin embargo, para manener nuestras mínimas vidas (mínimas en relación al completo, al más, al todo) con una saludable cuota de felicidad, necesitamos cierto grado de certeza. Aun y cuando sea prácticamente imposible el que dos entes semipensantes se pongan de acuerdo en sus interpretaciones de la verdad, lo cierto es que ésta existe. Los hechos se dan de una manera concreta y específica, los individuos protagonistas o visores de la realidad la interpretarán de maneras que a veces ni siquiera podríamos imaginar. Lo que está bien para uno no lo está para otro, pero en un juicio total, puede que no esté ni bien ni mal, quizá ni siquiera importe. ¿Me están entendiendo?

Bah, no importa.

La neta, la verdad es absoluta y quien opine lo contrario está equivocado. Y respeto su interpretación de la realidad, aunque esté mal. Cada quien.




¡¡¡ letem bi lait !!!

sábado, 11 de abril de 2009

... THE PASSION OF THE COOKIE ...

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Habiendo sido amenazado en su seguridad y su tranquilidad por las tropas oscuras de la familia del Rey, no le quedó más remedio que emigrar de su ciudad de origen, huir a través de desierto, selva, aire y fango hacia la lejana Nichupté, lugar asediado por los reptiles de Sammael, pero bendecido por el Señor con cielos azulados, aguas turquesas y arenas enharinadas. El Rey Nahzeta gobernaba las tierras de Nizuc y su dominio se extendía por toda la costa peninsular.

Apenas llegó a tierras mayas y comenzó el martirio. El calor casi inhumano lo desbordaba al inicio de la cuaresma. Cuarenta días y cuarenta noches caminó entre las ardientes brasas de la noche, fue tentado en innumerables ocasiones por las siervas de Lilith, pero él, fiel a sus convicciones y cognosciente de sus lealtades, pudo navegar sin mácula por la fiesta nocturna que lo llamaba con mil voces.

Pasada la cuarentena, fue reconocido por el Jefe, quien al momento mismo de conocerlo, llamó la atención de la multitud y gritó: "¡Mirad! Éste es el correcto de voz, que borra los pecados del vulgo." De inmediato comenzó a tener seguidores y seguidoras. Criticado fue por rodearse de perdedores y mujerzuelas, pero él siempre consintió a sus discípulos y no se avergonzó jamás de su compañía. 'Vikingo' le llamaban por su reticencia a cortar su cabello y su larga barba.

El Jefe no podía estar más que complacido con los milagros que obraba: Convertir a la aguada en linda, hacer hablar a las piedras, multiplicar las viandas, sanar un par de corazones, caminar entre el fuego, hacer letrado al ignaro y detener el tiempo. La grandeza siempre despierta las envidias de los menores, y él sabía que uno de sus discípulos confabulaba en su contra. Pero decidió esperar, esperar la recompensa del Jefe.

Había decicido dejar Nichupté, las malas vibraciones en el entorno le indicaban que era tiempo de volver al lugar de origen, sin embargo no quería dejar a sus seguidores abandonados a su suerte. Comenzó la parte final de su ministerio revelando la tierra prometida, avivando en los individuos el ansia del hogar, inflamando sus corazones con palabras poderosas y sentimientos de pertenencia.

Fue un jueves, mientras visitaba por última vez el cenote más famoso de Nizuc, de la mano de Sore, su más fiel discípula, la encargada de continuar con su trabajo cuando él se hubiera ido. Tiernamente lavó el cuerpo de Sore comenzando por los pies, purificando su espíritu y alistándola para el ministerio que venía. Al volver a la guarida, la cena lo estaba esperando junto con la noticia de que debían huir esa misma noche, que las fuerzas de Nahzeta estabas listos para capturarlo.

Él no opuso resistencia, pidió a sus discípulos tomar y comer todos con él, que pagaría el precio con su sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que permanecería en todos y cada uno de ellos, como prueba de la promesa de volver. Las tropas de Nahzeta lo aprehendieron sin sutileza. Lo llevaron ante el Jefe que tres veces, cara a cara negó el haberlo conocido, el haber presenciado sus milagros, el haberlo proclamado frente a la multitud. Había sido traicionado por el más pequeño de sus discípulos, por el de menor categoría, el que menor habilidad y mayor reticencia había mostrado, aquel al que los demás llamaban, 'Luron'.

Para el viernes todo había terminado. El Jefe dictó sentencia condenatoria para regocijo de la muchedumbre, que para entonces ya le había vuelto la espalda y se regodeaba en su crapulencia al mirar como el hombre al que antes admiraban, ahora estaba destrozado. Por fuera, quizá, por dentro, un espíritu más ardiente que las mismas antorchas que blandían frente a él. "Perdónalos Señor, no saben lo que hacen".

Desterrado fue de Nichupté y durante todo el día no volvió a saberse de él. Ese sábado la tierra tembló, por primera vez en Nizuc, tembló. Una nueva luminiscencia se acercó a él mientras deambulaba por la oscuridad del desasosiego llegando del norte, una estrella en el cielo destellaba intermitente y él la notó. Y decidió seguirla.

Para el domingo, su pesar estaba curado, había renacido, resucitado dirían otros. Incrédulos, un par de sus discípulos negaban lo que veían sus ojos. El corazón y el espíritu curado de su líder no les parecía posible en tan poco tiempo, ahí fue cuando supieron que era cierta la alianza, la promesa que les había sido hecha tres días atrás. "Yo soy el que soy", repetía.

Y su ministerio no tendrá fin ...





¡¡¡ letem bi lait !!!

miércoles, 8 de abril de 2009

... Mis horas bajas, tú ...

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No, aunque esta entrada hable sobre mi vida pasada/presente y sucesos definitivos y definitorios en la misma, no pretendo de ninguna manera incluírla en la serie Pelando la banana. Va mucho más allá. ¿Por qué? Si me siguen, habrán de darse cuenta.

Existe en mi historia una mujer, no cualquier mujer. Cristina es su nombre. Seguidora de Cristo, según los libros de significados de los nombres. La que va tras de la luz, seguidora de un líder. No sé cuantas veces se ha escrito esto en este blog, pero ella pudo haber sido la mujer de mi vida. Y si lo tomamos de una manera literal, lo es. Ninguna ha estado conmigo tanto tiempo ni sabe tanto de mí, sin embargo siempre ha permanecido a la sombra, en parte por un requisito mío pero en mayor medida porque así funciona nuestra 'relación'. Estoy absolutamente seguro que ha descubierto este blog, jamás escribe, nunca se muestra, pero sé que me lee. Sé que leyó la novela y sé que sonrió al reconocerse.


... El sueño se movió de lugar, ahora, Pedro se veía sentado al lado de la cancha de básquetbol de la escuela preparatoria esperando a que terminara el partido entre un equipo de segundo año contra uno de primero, para que pudiera comenzar el duelo de su equipo, el del tercer grado grupo uno contra el grupo dos, también de tercero. El encuentro marcaría su debut en el básquetbol escolar y estaba nervioso. En un momento, vio que Karla venía caminando hacía donde él estaba agitando los brazos y con un oso de peluche en las manos vestido como basquetbolista. Una de las porristas de segundo grado lo notó desde que llegó a sentarse a ese lugar, pero al verlo preocupado se sentó a su lado y Pedro se sorprendió un poco, pero de inmediato clavó su verde mirada en los ojos de la chica y recuperó el temple.

- ¡Hola! ¿Vas a jugar?

- Así es, va a ser mi primer juego. ¿Eres de segundo verdad?

- Sí, sí, me llamo Cristina, ¿y tú?

- Pedro.

- Ya te había visto, con tu mujer esa del oso de peluche.

- Argh, no es mi mujer. Sólo es encimosa y me abraza y me regala cosas.

- Ay, y me vas a decir que eso no te gusta ¿no?

- Me gusta que me regale cosas, pero me da pena, por ejemplo, que alguien como tú, hermosa y divertida me vea con ella. Se oye feo, pero no me gusta.

- Ja, sí, lo sé, ella es fea, no sé cómo es que anda, o bueno, no me podía imaginar cómo es que alguien como tú andaba con semejante adefesio.

- Bueno, ahora ya sabes que no ando con ella.

- Sí, pero a lo mejor ella no lo sabe, mira, aquí viene.

- ¿Confiarías en mí?

- Sí pero, ¿por qué la pregunta?

Pedro interrumpió a Cristina con un beso pequeño en la boca, habían quedado en una posición ideal para besarse y él, sin separar sus labios de los de ella le tomó las manos. Un toque eléctrico le recorrió todo el cuerpo, desde el punto en que su piel tocaba la de ella hasta la punta de sus pies. De pronto el mundo perdía por completo el sentido. Toda la magia que hasta ese entonces solamente había sentido con Nadia, a ratos, le parecía juego de niños comparado con lo que los besos de esta chica que no conocía más que por unas cuantas palabras que habían cruzado le estaban provocando. Era sólo un ligero roce de labios y manos, pero lo llenaba de tal manera que nada más importaba. Abrió los ojos lentamente y vio frente a sí la delgada nariz de Cristina, los grandes ojos cerrados y las pocas pecas que le recorrían espaciadamente las mejillas y el tabique nasal. Detrás de su magnifico cabello negro azabache, Karla lanzaba al piso el oso de peluche y se alejaba con la cabeza mirando al suelo. Pedro no volvería a verla ni a saber de ella jamás.

- ¡Me besaste!

- Discúlpame, ¿te molestó?

- No, no, no, no, al contrario.

- ¿De verdad? ¿No estás enojada?

- Me gustas desde hace mucho y este beso fue, fue mágico, ¿lo sentiste?

- Lo sentí.

Volvieron a acercarse y un segundo toque eléctrico los recorrió a ambos. Pedro creyó percibir un olor penetrante, que lejos de disgustarle, lo hacía sentir más ganas de seguir besando a Cristina. Olía a cloro, pero pensó que había alguien cerca que recién salía de la alberca ...


Y así es como nos conocimos, sería bueno decir que para escribirlo me tomé ciertas licencias literarias, pero no. Así pasó y no pudo ser mejor si yo lo hubiera inventado.

Caray, que quien lea este blog debe pensar que mi vida son las mujeres, pero no. O bueno sí, pero es que siempre me he rodeado de ellas, no por imposición sino por placer. Me siento en verdad cómodo entre la gente que quiero, y sí, muchas de las personas que quiero y respeto, son mujeres. En fin.

Cristina. El español no es un idioma tan rico como para poder describirla y hacerle justicia. Es sencillamente un ángel que ha estado a mi lado en los mejores y peores momentos y sin hacer cuentas precisas, hemos estado juntos de alguna u otra manera casi la mitad de nuestras vidas.

Siempre es la primera en enterarse cuando una mujer me bota, o algo pasa. Al igual que yo. Me sé toda su historia a detalle, entre nosotros no hay promesas ni sentimientos encontrados. Sabemos que somos sin palabras. Sin mentiras. Nos queremos sin decirlo y de una manera que muchos no entienden. Pocas de las mujeres con las que he tenido algo serio han sabido que Cristina existe, menos aún han querido conocerla, sólo una lo ha hecho, y fue un desastre.

Es mejor que permanezcamos en la oscuridad uno del otro, siendo como hasta ahora. Sin decir que somos el futuro cuando lo único que tenemos es el presente. ¿Sexo? El mejor.

Y hoy la vi. Y el viernes la veré de nuevo. Tenía clavada la espina de no haberle avisado que me iba y mucho menos buscarla de inmediato al regresar. Lo entendió todo. Y yo le agradezco a lo que tenga que agradecerle por saber que ella sigue mi camino, por la lateral, pero lo sigue.

Danke ...




¡¡¡ letem bi lait !!!

lunes, 6 de abril de 2009

... El hijo pródigo ...

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Sé perfectamente bien que la vida no es fácil, si lo fuera, cualquier pelagatos lo haría. Y no hablo de vida como el acto reflejo de respirar, pensar, comer y moverse, sino de algo un poco más profundo, complejo y trascendental.

Bah, que no cambiaría prácticamente nada de lo que he vivido hasta ahora, pero si se pudiera volver al pasado, regresar a cuando tenía un par de años y no me importaba nada más en el mundo que jugar, comer e ir al baño, no lo dudaría ni un instante.

Pero no se puede, y de los procesos de la existencia, uno de los más complicados es la búsqueda de empleo. Aquí es el momento en que confieso ante mis lectores que estoy de vuelta en la tierra prometida. La Tierra que Dios le prometió a sus hijos. Donde los aztecas encontraron el águila devorando una serpiente. Mi ciudad que es chinampa en un valle escondida. La legendaria Aztlán en donde los sueños se cumplen.

Como ya les dije, tengo trabajo dentro de dos semanas, más o menos. Y aunque esta semana, la Santa, es muerta para entrevistas de trabajo y esas cosas, ya tengo los contactos necesarios. Aún así iré a cumplir la promesa que le hice a doña esa.

En fin, estoy de vuelta en México y listo para lo que venga, seguramente estaré aquí un tiempo, de vacaciones en stand by pero listo para cualquier llamado. No pasa de este mes cuando estaré volando a otros cielos. Aunque no haya estrellas, ni siquiera mil, lo importante es que estén libres para poder planear sin limitaciones, sin falsos arrepentimientos y sin mentiras de antemano.

Cual hijo pródigo estoy de vuelta en casa y aunque no haya sido recibido con bombo y platillo, con fiesta y regocijo, el abrazo de mi madre lo dijo todo. No hay lugar como el hogar, aun y cuando haya de irme (por el amor de Dios) pronto, siempre tendré donde dormir y qué comer en caso de extrema urgencia.

Volví de Cancún sin nada más que la experiencia y el conocimiento de cómo no debe manejarse una empresa. Con la certeza de que no hay mejor preparación que la experiencia y que se debe valorar a la gente que lo merece.

Me siento cansado, pero con ganas, tengo el sueño atrasado de cuatro meses y no siento que me haya repuesto. Anoche dormí (poco) con una sonrisa enorme dibujada entre los cachetes. Y quiero más.


¡¡¡ letem bi lait !!!

viernes, 3 de abril de 2009

PELANDO LA BANANA. La cáscara. Volumen III.

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Solía no ser muy creyente del karma. Es decir, si he de declararme seguidor de una ley inmutable en la existencia, sería de la de Murphy. Sí algo puede salir mal, seguramente saldrá mal. El karma en cambio ofrece la oportunidad de resarcir los daños reales o imaginarios que causamos a otros seres pensantes vivientes, por lo tanto me diría a mí mismo que tengo que ser buena persona, en aras de que otras personas sean buenas conmigo, o de que me vaya bien en esta vida petaca. Repito, solía no creer en cosas tan absurdas y banales como el karma. Sin embargo, por razones que no atañen al propósito de esta entrega de la banana y que no comentaré ahora, comenzaré a creer en ello.

Porque ayer fue un muy buen día para mí.

Entre otras cosas, ya tengo empleo (temporal, dentro de unas semanas, pero empleo al fin y al cabo, pos que chingaos). De hambre no me voy a morir (de nuevo). Además, sin que yo abriera mi bocota, ciertas personas excepcionales han estado conmigo en momentos en que los que los necesitaba, pero mi estúpido, estúpido orgullo jamás me hubiera permitido pedirles ayuda.

Y ayer fui al béisbol. Tigres de Quintana Roo recibiendo a los Pericos de Puebla (no, si la ironía es cabrona, ¡not!). Mis adorados Tigres a los que había abandonado por casi diez años.

Porque desde que su papá murió, y ella se fue no volví al estadio. Primero al Parque del Seguro Social (q.e.p.d.) y por unos cuatro o cinco juegos al Foro Sol, donde jamás fue lo mismo. Ni tampoco fue lo mismo sin ella y sin mi suegro favorito en toda la vida. Diez años pasaron antes de volver a ver en vivo un juego de beisbol.

Ella es un año y medio más grande que yo y por azares del destino coincidimos durante los tres años de la prepa, bueno, dos años y medio para mí. Denisse es su nombre. Cuando yo me integré al grupo, a un mes de haber comenzado el segundo semestre, ella y su novio, Hugo fueron los primeros en recibirme y hablarme. Además de los que ya conocía. Denisse era una Ugly Betty, ja, ya sé que está mal que lo diga yo, pero así era. Espejuelos gruesos como botellas, ni una gota de maquillaje, esbozo de bigotillo y ceja cero depilada, y flaca. Pero linda, con un perfil hermoso, y la nariz más perfecta de que tenga memoria.

Como la gran mayoría de los noviazgos de preparatoria, Hugo y ella terminaron y dejaron de hablarse. Hugo era de mis mejores amigos, por lo que me costó tanto trabajo enamorarme de Denisse. Mi estúpida, estúpida consciencia me lo impedía, al final, pudo más lo que ella me movía por dentro que lo que pudiera significar la lealtad o loquesea. De cualquier manera, Hugo lo supo siempre, y todos. Jamás nos ocultamos, al menos al principio, y eso costó lágrimas al final. Denisse cambió, por fuera solamente. Se operó los ojos y dejó las gafas, aprendió a depilarse las cejas y el bigote y aprendió también a maquillarse discreta pero adecuadamente. Y era hermosa.

Y todo era perfecto, mi familia la adoraba, la suya me toleraba. Aunque debo decir que la primera vez que fui a su casa, ella me dejó en la sala con el control remoto de la tele y se fue a platicar con su madre, a los cinco minutos llegó el papá. Calvo y malencarado, sin conocerme prácticamente me arrancó el control de las manos. Después aprendería a quererme. Era como yo, y acaso yo lo veía como el padre ausente, nos llevábamos bien, a mucha distancia de mi relación con Denisse, el convivir con el señor Felipe era otra cosa. Incluso, él llegó a decirme que pensaba que la única razón por la que yo seguía con ella era por poder ir a su casa. No tenía razón.

En ese momento, claro, y como siempre sucede, yo pensaba que Denisse era la mujer de mi vida. Y pudo haberlo sido. Pero el término de la preparatoria dio un vuelco a nuestras vidas. Entré a la universidad en septiembre y ella en agosto, yo a Mercadotecnia, ella a Robótica. No nos veíamos tanto como estábamos acostumbrados pero los fines de semana eran únicamente nuestros. Su hermana se casó la primera semana de septiembre, y el entrar de la mano de Denisse a una iglesia fue un shock para mí. Tuve el impulso de salir corriendo y acaso ella lo notó porque apretó mi mano fuerte y en ese instante se me quitaron las ganas de huir, supe que quería quedarme con ella, ese momento congelado es el que guardo con más celo en mi memoria.

Su hermana era azafata y se casó con un piloto de avión. Se fueron a vivir a Baja California. Eso fue determinante. De inmediato le hablaron a Denisse para que fuera a hacer pruebas para ser sobrecargo. Ella no quería, le gustaba su carrera, pero su familia fue más convincente que yo y lograron arrebatarla de mi lado (exagero, pero así lo sentí entonces). Se fue. Lo mejor, obviamente fue terminar, no podíamos mantener, no en ese momento una relación funcional a tan larga distancia. No después de haber estado juntos tan cerca y tanto tiempo.

El señor Felipe murió tres semanas después de que ella se fue. Estuve en el funeral, aún con ella, con ella siempre y ahí surgió la propuesta: 'Vente conmigo'. 'No puedo', le dije. Y lo entendió, pero súbitamente morimos de nuevo.

Pasó el tiempo y comencé a salir con Brisa y todo fue felicidad de nuevo. Una vez y lo juro por los dioses más sagrados, que una sola vez le fui infiel (¿o cuentan también unos besitos?). Y fue con Denisse. Volvió para pasar las vacaciones de semana santa con su mamá y me llamó. Con plena consciencia de que yo estaba con alguien más, y de que era feliz, y de que jamás me iría con ella. Pero me habló de cualquier manera y yo cedí. Acepté salir con ella, no uno, ni dos, sino tres días. El último día dormimos juntos y sea por lo que sea, también guardo ese recuerdo como una de las mejores noches de mi vida petaca. Brisa jamás lo supo. Y yo no me arrepentí por ello.

Contrario a lo que me pasa siempre, Denisse no terminó odiándome. Por eso, pero no únicamente por eso, ella es tan especial para mí. Entendió mis razones como nadie, y tuvo que morderse los labios y las manos una y otras veces más para no salir corriendo a buscarme porque yo se lo pedí.

Aún guardo la carta perfumada que dejó en mi mochila la noche que pasamos juntos, aunque sólo la encontré porque ella me lo dijo el día que la llevé al aeropuerto para volver a Baja California. Unas pocas líneas, ni siquiera de su propia autoría pero cuyos acordes me retumban en el alma aún hoy. Y ahora que estoy escribiendo esto. La carta dejó su perfume hace tiempo. Poco más de ocho años la he guardado y así seguirá, junto con las dos únicas fotos que conservo de ella y la tarjeta postal que me envió desde París.

Jamás nos volvimos a ver, ni a hablar, ni a saber nada (directamente) el uno del otro.

Quizá haya sido mejor así.






Parte de esta serie:




¡¡¡ letem bi lait !!!

miércoles, 1 de abril de 2009

... LUZ (1.2) ...

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La temperatura antes cálida había bajado dramáticamente hasta reflejar el ánimo de los presentes. La fiesta había terminado ante la estupefacción que los había invadido. La luz había detenido su trayectoria descendente y ahora se posaba, oscilante, por sobre las cabezas de la multitud.

El año nuevo se acercaba con rapidez aunque el tiempo parecía haberse detenido. Si alguien se hubiera acercado a contemplar esta visión, habría podido percatarse de un detalle inesperado. En medio de la turba, un hombre de barba rala parece no compartir la experiencia de alentamiento. El observador anónimo pensaría que la escena corría en cámara lenta, toda la escena con la sola excepción del hombre de barba rala. Su rostro se movía normalmente pero sus ojos no demostraban expresión alguna, no parecía haberse dado cuenta de lo que estaba pasando, sin embargo dejó de mover los pies al instante en que la música cesó y aunque sus manos no se habían despegado de las de la mujer de vestido blanco, éstas y las suyas se movían a diferentes intensidades.

La multitud se apretaba más y más cada vez, la mujer de vestido blanco le daba la espalda al hombre de barba rala mientras él la abrazaba rodeándola por la cintura. Las manos de ella, con largas uñas plateadas y tan suaves como las de una princesa llegaron hasta las de él y las llevaron discretamente, una al norte, acariciándole el seno izquierdo y la otra al sur, entre sus piernas. No fue difícil, el vestido halter blanco y lo suficientemente corto para cubrir lo indispensable lo permitían.

No había razones claras para lo que sucedía. Poco a poco, la turba fue cobrando consciencia de que el movimiento se alentaba. Cundió el pánico. Una boca sin rostro se abrió muy despacio y de ella salió un sonido que pretendía ser un grito, otros lo imitaron. Era un concierto gutural en la esquina que formaban las avenidas primera y décimo segunda; la mitad de la gente, desesperada al tener la mente completamente despierta, pero el cuerpo y el movimiento ralentizado, intentaba huir, mientras la otra mitad aún seguía embelesada por la visión de la luz resplandesciente.



Continuará ...



¡¡¡ letem bi lait !!!

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