lunes, 13 de agosto de 2012

PELANDO LA BANANA. Los dominicos. Volumen III.

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Y seguimos buscando por todos los métodos conocidos e ignotos el quedar embarazados. Y seguíamos sin poder. De esas ocasiones en que el que busca no encuentra. De esas ocasiones en que cualquier cosa pequeñita se puede convertir en una gran piedra en el camino, que en vez de mostrarnos nuestro destino, se hace un grandísimo obstáculo para la consecución de nuestro más grande y precioso sueño.

Queríamos tener en nuestros brazos a un pequeño Rodrigo y a una pequeña Andrea, o a alguno de los dos, o algún set coleccionable. O algo. Queríamos y no podíamos. Es sabido que querer es poder, por eso hay que querer mucho, para poder más. Afortunadamente, ese querer mucho vino -en este caso- con una posibilidad que pocos tienen, por la cual, también, jamás vamos a dejar de estar lo suficientemente agradecidos.

A pesar de que e doctor ciego le dio a Astrid ciertas pastillas que fomentaban la ovulación y la presencia de un mejor medio para favorecer la concepción, nada de eso funcionó. Ni el termómetro, ni el ahora-ya-hazlo-ómetro, ni el disfrazarnos de preparatorianos calenturientos en el asiento trasero de un auto funcionaban. Para entonces, una prima mía y una sobrina de Astrid estaban embarazadas, así que los ánimos bebeciles estaban creciendo en la familia.

El viaje inesperado de Astrid por España, no sería sino una pausa para terminar de decidir qué es lo que teníamos que hacer. Dos meses antes, habíamos ido por primera vez a una clínica de infertilidad. ¡Ah, ah, ah, "contra la infertilidad"! Una clínica muy rosita y atendida por un doctor judío muy amable, en donde todo el personal camina por los pasillos en Crocs. Desde el principio nos lo dijeron. "Para llegar a su sueño, tendrán que pasar por dientes pruebas, exámenes, tests, laboratorios, masturbatorios, encontrar el toro de jade y recuperar el vellocino dorado". Lo teníamos muy claro. No iba a ser fácil, pero la decisión estaba tomada. Exámenes fueron y exámenes vinieron, los de ella fueron dolorosos e incómodos, en tanto que los míos fueron relajados y eyaculatorios mientras miraba porno de lesbianas. En unos cuantos días, tendríamos los resultados de todo.

El jueves diecisiete de julio era el día más esperado del dos mil diez -hasta entonces-, México enfrentaba a Francia en el Mundial de Sudáfrica, después de una penosa presentación, apenas empatando a un gol ante el anfitrión, en la inauguración con los ojos del mundo sobre ellos. Muchas expectativas estaban en Barrera, Guardado, Vela y Dos Santos, y yo estaba feliz porque conseguimos boletos para ver el partido en vivo, en un  Cinépolis cercano al trabajo de Astrid. Despaché temprano a mis alumnitos para poder llegar a tiempo, pasar al laboratorio por el resultado del estudio más determinante para nuestra situación, me senté en la sala de espera del cine v.i.p. y esperé la llegada del amor de mi vida. ¡Vaya que la amé tanto y más ese día por acompañarme en mi fanatiquez!

Cuando llegó, se veía tan hermosa con sus nachos y su refresco para mí, que no pude sino rendirme ante sus pies por enésima vez. Al medio tiempo, me pidió el sobre para ver los resultados. Yo los había leído, pero como no soy infertilidadólogo, yo, no los entendía del todo. Los leyó, mientras en la pantalla grande aparecía el Chicharito para marcar un golazo, los colores se escabulleron del rostro de Astrid. ¡Benditos-malditos smartphones! Las implicaciones del resultado del estudio le cayeron tan de peso, que el gol de Cuauhtémoc resultó por demás intrascendente.

Salimos del cine en silencio, entre la euforia de cientos que celebraban la victoria ante una Francia, antaño campeona del mundo. Lo que en buen cristiano decía ese sobre, era que las trompas de Falopio eran simplemente incapaces de transportar un óvulo al útero para ser fecundado, y en dado caso, que un espermatozoide intrépido viajara hasta allá y fecundara, de igual manera, el embrión/gameto no llegaría jamás a implantarse, actualizando lo que es conocido como embarazo ectópico. Un gravísimo riesgo para la madre.

Habíamos planeado intentar la inseminación artificial, pero esta noticia nos derrumbó el plan. Una inseminación pudo haber puesto en grave peligro la salud y la vida de Astrid, ya no digamos la del bebé que con tanta ansia esperábamos tener entre nuestros brazos. Nuevamente se nos cayó el mundo e ideas locas y autodestructivas se arremolinaban en nuestras cabezas. Yo no la solté nunca. Como nunca lo haré. Esa misma tarde, le regalé estas palabras: 

.Aquí me presento con estas palabras arrancadas a rasgos de mi corazón y de mi alma.

Sin embargo, esto no debe malinterpretarse, no. Yo soy el Sombrerero y aunque mi nombre es conocido, no es relevante; mi corazón y mi alma son tan fuertes como sensibles.

En el transcurso de esta vida petaca, nos han bombardeado con información tan confusa como contradictoria; cuando niños nos leían historias de duendes y hadas para dormir y soñar, al crecer, nos jalaron los pies al suelo diciéndonos que los sueños no eran más que eso y que había que vivir y padecer la realidad.

Pero todo tiene un momento, y Elphaba, renegando de los príncipes azules, se encerró en su alta torre de una sola ventana que miraba hacía acá: lejos de Oz, en los profundos bosques de Wonderland.

No era necesario más, esa ventana y una invitación a la hora del té hicieron lo más difícil. Lo demás, aunque rocoso, ha sido un andar tranquilo.

Entre Oz y la tierra del Sombrerero vivimos pues juntos creamos un mundo que existe por y para nosotros.

Quizás es difícil comprender que no existe tal cosa como la Tierra Prometida, pero el deseo del sueño no ceja ni termina jamás. Un metro a la vez, un ladrillo a la vez, una meta a la vez. No hay prisa, hay ganas, todas las del universo.

No ha nacido el lingüista capaz de manufacturar con delicada filigrana las palabras precisas para hablar de lo que es absoluto, así que lo intentaré yo:


"Aunque nuestros proyectos parezcan más grandes que el mismo cielo inmenso, mi sombrero siempre estará para llevarte en cualquier viaje que juntos emprendamos; aunque la realización parezca a ratos inalcanzable, no hay ninguna razón en todo el mundo que me haga pensar que una vida a tu lado pueda estar incompleta.

Ninguna."



Te amo Elphaba...


Y lo volvimos a intentar ...





Parte de esta serie:



¡¡¡ letem bi lait !!!



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miércoles, 8 de agosto de 2012

... Si nos veremos arriba ...

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Cuentan que cuando un silencio
aparecía entre dos
era que pasaba un ángel
que les robaba la voz.

Y hubo tal silencio el día
que nos tocaba olvidar
que de tal suerte yo todavía
no terminé de callar.



HOLA, NO SE MUY BIEN COMO COMENZAR ESTE CORREO, SOY JOCELYN AMIGA DE CRIS, NO SE SI TE ACUERDES DE MI. LLENDO AL GRANO, CRIS FALLECIO ESTE DOMINGO. SU PAPA ME TRAJO AYER UNAS DE SUS COSAS, ENTRE ELLAS SU LAP PARA QUE LAS REVISARA POR SI QUERÍA QUEDARME CON ALGO. POR ESO TE ESCRIBO. FUE UN ACCIDENTE REGRESANDO DE VERACRUZ EN LA NOCHE, EN LA CARRETERA POR LA PURI. LE PEGO UN TRAILER, LA VERDAD NO SABEMOS BIEN. A MI ME HABLARON ESA NOCHE Y YO FUI CON SU PAPA. HAY LUIS QUE SENTIA LA OBLIGACION DE DECIRTE POR SI NO SABIAS, DE ECHO MUY POQUITA GENTE FAMILIA Y AMIGOS SE HAN ENTERADO. POCOS VINIERON AL VELORIO EL LUNES Y LUEGO LUEGO LA CREMARON. YO ME SIENTO MUY MAL PORQUE HABLE CON ELLA ESE DIA Y QUERÍA QUE FUERA CON ELLA PERO NO PUDE. PERDÓN LUIS SI TE MOLESTO, NO SE QUE MAS DECIRTE. SE QUE ESTAS VIVIENDO FELIZ Y DISCÚLPAME SI TE INCOMODO.



Fue así que recibí la confirmación de su partida. Ella fue uno de mis primeros apegos no familiares. En la prepa, en segundo, cuando la vi volé y cuando la besé para evitar el contacto visual con una stalker furibunda... es que simplemente las palabras no salen cuando el nudo en la garganta es Gaussiano.

Quizá fue que la opresión en el pecho que desde ayer me duele justo en la parte más austral de esternón no era debido a que por la mañana casi me empalo con una madera del bote de ropa sucia al querer colocarlo en su lugar. O sí, porque me pegué y me duele si me aprieto. No tengo idea de Jung ni mucho menos, pero si las cosas pasan por algo, hay millones de cosas en el mundo que no entiendo. Tampoco es que sea mi papel. Soy sólo un pasajero más y no tengo derecho alguno a la pena. Creo. O no.

No siento culpa de cómo resultó nuestra historia. Tal vez la culpa es de haberla olvidado de golpe, tanto que ni siquiera podría afirmar categóricamente si ella me había olvidado a mí. The heart wants what the heart wants. Nada justifica nada, lo hecho hecho está y lo que está muerto no puede morir. No soy juez porque soy parte de todo, pero me rehuso a aceptar cualquier atisbo de culpa en el fin de la historia. No soy un hombre malo, no creo serlo. Si varias veces rompí corazones, jamás fue sin razón.

Todo empezó en la sorpresa
en un encuentro casual
pero la noche es traviesa
cuando se teje el azar
sin querer se hace una ofrenda
que pacta con el dolor
o pasa un ángel
se hace leyenda
y se convierte en amor.


Hace ya más de tres años que todo acabó, que todo se rompió por el paso que ella dio. Un paso que no estaba listo para dar, que no sabía siquiera si era lo que mi corazón deseaba. ¡Carajo, que las recochinas dudas no le surgen a uno de la nada! ¡Carajo y recarajo! Que si mis lágrimas se niegan terminantemente a salir no es por nada. No lloraré de tristeza, no. Ni lloraré de culpa ni de rabia ni de dolor ni de frustración ni de nostalgia. El carajo del coraje es por haber permitido que un error cometido fuera tan determinante. Me contradije retroactivamente, ahora que digo que a mi vida es bienvenido quien sea que me quiera y quiera a mi familia.

Besé y toqué su alma hace casi quince años, ella besó y tocó la mía. Que doce años no es nada, eso resultó la diferencia. Ya no éramos unos adolescentes en pleno despertar, ni éramos corazones solitarios en busca de compañía. No fue el timing correcto, pero así se dieron las cosas. En retrospectiva, ella cambio mi vida.

Porque gracias a que nuestra historia se rompió así de pronto, mis ojos (verdes, hermosos) quedaron en la completa libertad de fijarse en otro par de ojos (hermosos, perfectos). Mismos que no quiero dejar de perderme en ellos cada noche, ni mirar y mirar y remirar cada amanecer. Hoy soy el hombre más feliz del mundo y no tengo ningún esqueleto en el clóset. Mi alma compartida y expandida está libre de cualquier malicia que se pudiera pensar. Ya dije que no creo en la redención, simplemente porque no tengo ningún pecado que redimir.

Y al final, esto parece un apología del abandono, pero no es así. Cada individuo es libre de tomar las decisiones que crea convenientes o que quiera por alguna u otra razón. Mis decisiones (algunas ciertas, otras quizás erradas y felizmente corregidas), me han traído a la felicidad inmensa que ahora vivo, Astrid, Mateo y Rodrigo son mi sol y mis estrellas y, por ellos y por mí, soy fuerte y lo seré mientras estemos todos juntos.

¿Que si estoy triste por su muerte? Sí, por supuesto. ¿Que si la voy a extrañar? No lo creo, no la extrañé durante tres años y medio casi. ¿Que si me siento el peor ser humano del mundo? Tampoco, pero me da un poco de culpa el no sentir una tristeza desbordada. ¿Que si me dolió más la sorpresa que la confirmación? Tal vez. El saber que su papá está tranquilo, triste pero tranquilo es extrañamente reconfortante. También sé que su memoria no será olvidada, al menos aquí, en este blog en donde nuestra historia ya fue historia.

Llegue ahora una felicitación hasta al cielo por tener a su incondicional.

–Dios, tú sabes el porqué de todo, y creéme que tienes en tus manos a una mujer excepcional. Sé que yo, como uno de tus hijos favoritos, tengo todo lo que necesito para ser feliz, y lo soy, y te honro con cada sonrisa que no se borra de entre mis cachetes. ¡Gracias por el tiempo que me diste para conocerla y quererla y olvidarla! ¡Gracias a ti, por ella! Está en tus manos ahora, yo con eso, me quedo tranquilo, aquí abajo ...

Ahora comprendo
cual era el ángel
que entre nosotros pasó
era el más terrible, el implacable
el más feroz.

Ahora comprendo en total
este silencio mortal
ángel que pasa
besa y te abraza
ángel para un final.

Silvio Rodríguez.





¡¡¡ letem bi lait !!!



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lunes, 6 de agosto de 2012

... Sometimes, you're better off not knowing ...

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En días como los que corren; donde el flujo de información cae ya en una categoría diarréica -por decir lo menos-, en donde Dany Peña y sus mamadas pueden ser noticias de poca monta pero aún así acaparar la atención, en donde la muerte de una viejita gagá es opacada por la nodeseadaperotampocorechazada muerte ora de Justin Bieber, ora de Fher, ora de Ricardo Arjona, ora de Demi Lovato, en donde tuve que esperar hasta el lunes por la mañana para enterarme de que se murió Jorge Luke Skywalker porque, entre Phelps y Laura Sánchez y Giovani y Usain Bolt y un guatemalteco que sí tiene talento (aunque sea para caminar), mi fuente de noticias inmediata, es decir, Twitter, simplemente decidió ignorarlo. En días como los que corren es prácticamente imperdonable no esta enterado de todo.

Además de entender de todo y de saber explicarlo todo. La pretensión y el esnobismo nos atacan, tanto que el mame en todos los sentidos es ya, para todos los efectos, inmamable. Muere Chavela Vargas y todos corren a buscar sus canciones para citarlas y decir que siempre la han amado, no importando cuanta baba cayó de entre sus comisuras los últimos diez o veinte años. Gana Laura Sánchez una medalla de bronce y todos corren a buscar su historia para escandalizarse de que haya pasado de menor de edad abusada por su entrenador, a heroína del cuento de hadas del amor sin edad. Sube la gasolina y todos corren a empeñar sus relojes para llenar el tanque el viernes por la noche. Liópez llega a una cantina repartiendo cocos y luego, cuando uno se levanta a encararlo, éste sólo dice: Jerénenje.

No, bueno. En días como los que corren, cuando cualquier portento de idiotez o "techado de virtudes" puede tener una voz y hacerla más o menos oír, no nos hartamos de llenarnos la boca con nuestras sabias opiniones acerca de todo. ¡Claro! Yo soy escritor, me dedico a redactar los anuncios clasificados del periódico, por lo tanto, soy perfectamente capaz de criticar todo trabajo literario que no llene mis irreales expectativas. ¡Claro!, a mí me gusta el futbol americano, por lo tanto, todos los que ven el futbol en Televisa son unos ignorantes. ¡Claro!, yo leí en la secundaria a Erich Fromm, por lo tanto, todos los que trabajan triple turno para llevar comida a sus casas y no tienen tiempo para leer lo que yo les diga que es bueno leer son unos incultos que vendieron sus conciencias. ¡Claro! Yo soy un pseudo intelectual alineado y enajenado por la izquierda reaccionaria, fracasado, sin visión que me permita salir del marasmo en el que estoy sumiendo a mi familia, estoy a favor de la igualdad pero detesto la música que no sea de mi banda favorita -estadounidense, por supuesto-, soy ateo gracias a Dios, bueno menos cuando mi hijo estuvo en el hospital, pero esa fue una causa de fuerza mayor, de todos modos Dios no existe, fui a la Facultad de Humanidades y mis maestros me obligaban a leer a Galeano, por lo tanto, todos aquellos que osen no pensar exactamente lo que yo les digo que está bien pensar, son unas chinches sin cerebro que hacen lo que otros que no soy yo les dicen que hagan, son ignorantes, estúpidos, imbéciles y otros epítetos que se merecerían, pero como yo soy tan respetuoso, los dejo ser, no vaya a ser que mi ser intelectual y trascendido vaya a caer a su nivel. No, pos' así cómo ...

Alguna vez, el entonces Presidente Fox fue casi crucificado por los medios cuando dijo (o alguien dijo que dijo, ya ni sé), que era mejor no leer tanto los periódicos para no enterarse de las desgracias o de las malas noticias. No lo sé, puede ser, a lo mejor, quién sabe, tal vez. Yo, como todo buen lector hereditario, lo que siempre estoy buscando es el conocimiento perenne y total; pero como todo buen hombre sencillo que aprecia el silencio, lo que más busco es la tranquilidad. No la tranquilidad Camusiana del hombre absurdo, pero sí la eficiente calma que sólo puede darte la estabilidad. No que sean por defecto oponibles ambas nociones, pero no necesito que la vida me de más madrazos que los ya recibidos; no tengo alma ni ánimos de mártir, no voy a cambiar el mundo de un plumazo, pero sí voy a cambiar mi mundo, una cosa a la vez, un paso con cada pie y una palabra por cada frase.

Los sesudos revolucionarios olvidan que nunca ha existido un innovador arrebatado. Por definición, los arrebatados hacen lo mismo de siempre pero lo hacen rápido, al tiempo que un innovador entra cuando tiene que entrar, lo piensa y lo sabe. Un innovador calcula el tiempo propicio para entrar a saltar la cuerda, sin importar quién esté esperando turno. Un arrebatado corre y manotea, un arrebatado trata de que la cuerda gire a su propio ritmo, creyendo que al proferir insultos contra la misma, ésta sabrá quién es el que manda. Por lo mismo, con el tiempo, el innovador prevalece, mientras que el arrebatado quedará tendido en el terreno, enredado en la maraña que él mismo ha creado.

Al final del día viene la noche, y la noche de la estridencia habrá de llegar, ya antes, ya después. En lo que esperamos a que suceda, no queda más que mirar en lontananza, suspirar y llenar el cuerpo de aire para preparar la zambullida. Entrar a leer todos los improperios y mames de que es capaz el ser humano, deslindándose de lo que es esencial para concentrarse en lo que es simplemente vacuo. Mientras tanto, el diablo está ocupado en sus patios traseros ...





¡¡¡ letem bi lait !!!




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miércoles, 1 de agosto de 2012

... For the laughter, for the tears ...

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Que el sentimiento más horrible del mundo es el hambre, de eso no tengo duda ninguna. Hay veces en las que, mirando en la televisión o en revistas o en internet, imágenes de cuerpos perfectos y torneados, me da la sensación de que nunca voy a lograr verme mejor de lo que me veo. Soy hermoso, lo sé. Soy como soy y me amo y me gusto y el año pasado supe que tenía el poder en mis manos (y en mis mandíbulas cerradas) de tener un cuerpo genial. De gustarle más a mi amor y de gustarme más aún de lo inmenso que me gusto.

Pero hay otros sentimientos que, acaso no podría calificar como tales. Pienso que un sentimiento se arranca en la parte interna del ser, y luego se dispara a todos y cada uno de los poros del cuerpo, para después salir y ser compartido. ¿Cómo llamar entonces a una sensación que desgarra lo más íntimo del cuerpo para quedarse? ¿Cómo llamar a ese instante inmundo en el que tu felicidad no depende de nada de lo que hagas? ¿Cómo lidiar contra enemigos invisibles y etéreos, más etéreos que el propio sueño?

Mi Matingo ha sufrido de terrores nocturnos en estos últimos días. Su sonrisa al despertar por la mañana es el sol que ilumina cada día de mi existencia, y en ella no hay ni rastro de miedo, temor o soledad. Cuando Mateo sonríe se nota a leguas que es un niño feliz; hasta ahí mi mérito. Pero anoche que, por azares del destino funesto, tuve la gran oportunidad siempre bienvenida de quedarme solo con ambos bebés a la víspera de su hora de dormir. Mateo cayó cual tabla y Rodrigo se revolvió para enredarse en su cobija favorita antes de entregarse a los brazos de Morfeo. Por media hora. Mateo despertó (o más bien no despertó, se levantó) en un grito ahogado. Más escalofriante que los berridos que suele proferir cuando se cae o cuando tiene hambre en el día. Un llorar ausente, de ojos cerrados y lágrimas goteantes; un llorar de boca entreabierta y rictus de pena clavado en el rostro, de todas maneras hermoso.

Como ya lo sabía, lo único que tenía que hacer era consolarlo, pero la recién des-vigilia de Roi me hacían imposible el dejarlo en su cuna y simplemente acariciarlo. LO levanté y ni siquiera lo notó. Siguió con su sufrimiento ora silencioso, ora llorón; solamente se recargaba en mi pecho llenándome la camisa de las lágrimas más amargas del mundo.

No es como cuando llora después de haberse pegado en la cabezota por no entender que ya no cabe parado debajo de la mesa, no es como cuando grita exigiendo sus derechos alimentarios al tiempo que a sus papás se nos olvida que es un niño y que come, no es como cuando Rodrigo le quita su juguete favorito en turno haciendo aspavientos totalmente innecesarios y teatrales. Es como una daga helada clavada entre las sienes, es como unas manos más frías que el más crudo invierno cerrándose sobre la garganta, es como el cubo de hielo en los calzones corriendo por el Desierto de los Leones. No es un temor que inflama el pecho y hace crecer las ganas de correr a enfrentarse a la amenaza; es un terror que avanza lenta pero inexorablemente hacia eso que llamamos vida

La impotencia de no saber qué es lo que pasa y confiar solamente en el paso del tiempo y la calma que sólo puede proporcionar un buen abrazo de papá o de mamá. Sí, mis hijos me dan toda la paz y toda la felicidad del mundo. Sí, cuando estoy con ellos me siento el más feliz y pleno. Cuando ríen, cuando me preguntan qué tengo en la cabeza, cuando me enseñan sus dientes, cuando me roban mis dulces, cuando hacen caso omiso de mi llamado, cuando me convocan a sentarme a su lado, cuando me bromean, cuando vienen a comer de mi plato y de mi mano, cuando aprenden algo nuevo, cuando están de pronto de pie por su propio equilibrio, cuando hablan y se carcajean entre ellos; cuando son ellos mismos, sé que mi vida ha cobrado el mejor de los sentidos.

No hay más. Mi vida es de ellos y su felicidad es la mía. Por oposición, su sufrir es el mío. Yo trabajo todos los días para que mis penas no las sientan, pero el enemigo invisible, la diosa del tedio o el arquitecto de los escabrosos caminos nocturnos, son rivales difíciles de igualar y/o superar.

Y eso, eso que no podría ser capaz de definir, pero que hace salir mis lágrimas de sal, quizá no por los ojos, pero sí por el alma; eso, eso es millones de veces peor que el hambre. Sea o no un sentimiento.




¡¡¡ letem bi lait !!!



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... Gracias Dios por los dones que voy a recibir ...