miércoles, 17 de junio de 2015

... Will still be here tomorrow ...

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Hoy me quito el traje de muchas-luces. Hoy me declaro creyente de todo lo sobrenatural y de todo lo pasajero que existe en este mundo y en los superiores y posteriores. Hoy te escribo a ti, papá. Te escribo como una carta abierta y pública, por si acaso has encontrado el camino de la inmortalidad o de la resurrección y andas por ahí o por allá, o quizás hayas encontrado un buen hotspot en el cielo y puedas tener una wifi decente para leer lo que tengo para ti.

La memoria es una bitch traicionera, creo que lo sabes. Ya hace mucho que pasó la fecha exacta en que habría pasado más tiempo sin ti que contigo, y digo que la memoria es una bitch porque ha llegado el punto en el que te recuerdo como quiero, no como fuiste. No creo que sea malo, al contrario. Los recuerdos le pertenecen a uno y tú le perteneces al pasado, pero me perteneces a mí también. Eusebio Ruvalcaba escribió una vez que a quienes se nos ha muerto el padre parecemos seres descarriados, tiene razón cuando dice que el tiempo no se lleva ni cura nada, porque el madrazo se sigue sintiendo igual; sólo nos queda un recuerdo que no hay que construir ni alimentar, tiene una vida propia o simplemente no existe.

Porque yo siempre te quiero preguntar, pero sobre todo tú ya no me puedes responder. Porque te fuiste a un lugar en donde no puedo alcanzarte. Pero no fue tu culpa, o bueno, sí, pero eso no es lo importante. Lo importante fue lo que dejaste aquí, lo más bello. Tus virtudes que descubro cada vez más en mí y en mis hermanos valen como no podrías imaginar. Y eso no lo digo yo. La certeza de que serías un excelente suegro y un abuelo asombroso me rebasa.

Los entornos han cambiado ya. Y para tu mejor conocimiento, no me volví un burro que sólo mira la televisión. Hoy tengo otra cosa que miro todo el día, por trabajo o por placer. Aún no sé cómo te llevarías con la tecnología. Sé que serías una súper estrella de tuiter, y también sé que nunca hubieras tuiteado algo para apoyar a los verdes, al contrario. Sé que hubieses sido el más atrincherado defensor de morena y de lópez. Pero no me importa.

Todavía me cuesta trabajo imaginar que en dos años llegaré a la edad que tú tenías cuando te moriste, pero mis hijos todavía no tendrán doce años como yo tenía entonces, así que no valen los símiles. Aún extraño que me despeines el jopo. Aún canto con más ganas la parte del hijo en Father and son de Cat Stevens. Aún no estaba listo para llamarme sin-papá. Sigo sin estarlo. Mi Papá E, mi tío Enrique, Gerardo y la tele jamás fueron tan buenos en conjunto para mí como lo hubieras sido tú. No lo sé de cierto, pero lo anhelo, lo anhelaba. No los culpo, no culpo a nadie. No me culpo a mí ciertamente. Porque la vida es dura aún teniéndolo todo.

Hoy lloré tanto. Más del alma y menos de los ojos, pero ese festival del día del padre, el primero del que tengo conocimiento y el primero al que -oh so proudly!- voy, fue un desmadre para mis emociones. Morí de amor, por supuesto, no hace falta que me detenga en eso. Mateo y Rodrigo son una fuente infinita de ternura y cachetes, pero también son unos vivales muy avanzados. Mateo es un alma vieja, tan reflexivo y uraño en público como el que más, pero tan desenvuelto y cariñoso en confianza que asombra. Rodrigo, en cambio, es nuevecito y suavecito, pero inquisidor y cuestionador como policía bien nacido. Sé que lo sabes. Ellos saben de ti y aseguran, aún hoy, que te conocen porque los has visitado.

Voy a dormir y espero que me visites también. Porque ahora ellos me pueden preguntar y sobre todo puedo yo responder. He tratado siempre de hablarles con la verdad para que jamás olviden lo que son y de dónde vienen. Saben porqué te moriste. Saben que son macanas que los hombres no lloran. Saben que siempre voy a ser su papá y saben que un día me voy a morir yo también, pero que aún así, seguiré siendo su padre. Como tú sigues siendo el mío, para mí. Porque eres tú y yo soy yo. Y me parezco a ti pero no soy tú. Porque mientras tenga cabeza sobre los hombros no iré a ningún lado donde ellos no puedan alcanzarme.

Te quiero y voy a tenerte siempre en mis pensamientos, porque el madrazo se sigue sintiendo igual y no hay piedras para llorar que lo mitiguen. Quiero que sepas también que un día tendré una librería y quiero que sepas que en cada página amarilla, en cada sonrisa de un niño a su padre y en cada letra que te dedique en los días que me resten, tú respiras mientras yo aguanto un poco el aliento ...






¡¡¡ letem bi lait !!!






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