jueves, 25 de octubre de 2012

... Un gigante de papel ...

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... o un gigante sin papel. Creo en las capacidades intrínsecas del ser humano. Creo y sé de cierto que el motor que hace girar al mundo es la estupidez. Creo y sé de cierto y siento justo ahora que escribo estas letras, que el marasmo en que se sumió este lugar por un par de meses fue enteramente mi culpa. Los vicios ocultos y mostrados, los videos eternos y los problemas de software, los cansancios ensoñados y el dormir sin sueños tampoco son pretextos que valgan cuando se abandona el placer.

Pero debo confesar que mi mente ya está en otras latitudes y que si me he equivocado al escribir en documentos oficiales, pues, me importa maldita la cosa. Como digo, mi mente está ya al norte, en la gran manzana (así, sin respeto, en bajas), con la Gran Mordida (con todo lo que eso significa para nosotros), en el infame y novísimo Barclay's Center o en el majestuoso y arcaico Madison Square Garden, en el barrio bravo y en el Yankee Stadium, en Central Park y en el prometidísimo y saboreadísimo Whopper Bar. Sí, me voy a esa ciudad que odia Homero y que yo, por empatía amo sin conocerla.

Porque me prometió que si yo me cuidaba mucho y no me dolía la panza, ella me llevaría a Nueva York. Hoy, o bueno, en una semana y tres días, estaremos volando no solos, sino en compañía de un par de bodoques otrora cachetones, ahora y siempre guapísimos. Y todo el amor del mundo no cabría en la ciudad más grande del mundo. Hablando de grandeza, no de grandura.

Y nos vamos no sin ciertos problemas burocráticos relacionados con la inactividad y el pasmo que se vive en ciertas áreas del gobierno de esta, la segunda ciudad más grande del mundo, que no vale la pena mencionar por acá. Aunque ya saben, la gente no cambia pero el personal se rota y yo, una vez más fui olvidado y dejado en donde estoy para disfrutar de cómo la vida se pone más fácil y/o más difícil dependiendo de cuánto poder, dinero o amigos con poder o dinero tenga uno. Un gobierno en pausa y sin remedio condenado a la irrelevancia es el que paga -algunas de- las cuentas y pañales y próximamente colegiaturas y uniformes y cuadernos y sacapuntas de crayolas y... Ay no, que me estreso y no duermo y despierto a Astrid.

La estupidez de la gente nunca va a sorprenderme, simple y sencillamente porque lo que yo espero de todos y cada uno de los idiotas con los que tengo el infortunio de cruzarme en el camino de este valle de lágrimas, es solo la confirmación exógena de su idiotez permanente e irreparable. No falla nunca y, sin embargo, hay ciertos burros que tocan la flauta y con sus episodios de lucidez tienden a poner a temblar los cimientos de una sociedad estúpida y prejuiciosa. Tampoco es que pase muy a menudo, pero eso parece ya una sucursal de @soylachida y las quejas siempre vienen en envases grandes.

No soporto a mi equipo de trabajo, no sé si se lean o no, pero de verdad que tampoco me importa maldita la cosa. Lo que yo quiero es descansar de las quejas y por eso me vengo a quejar aquí, con ustedes que les gusta leer quejas y más quejas. No soporto la peste a cigarro impregnada a mi alrededor. No soporto los monólogos con el celular y que la gente se ofenda cuando sí me están hablando a mí y no les hago caso. No soporto que con voz de caca seca asuman que entiendo todo lo que me dicen, cuando ni siquiera estoy poniendo atención. No soporto las preguntas y los escenarios imbéciles planteados con el mero afán de chingar. No soporto los cuestionamientos a mi manera de hacer las cosas. No soporto a quien, con una mano en la inexistente cintura, se erige en máximo censor de comportamiento. No soporto a quien, siendo el epítome de lo naco, se atreve a juzgar y a fustigar lo que sea con tal de hacerse quedar bien, y logrando paupérrimamente quedar como nefasto. No soporto a quien le costó tanto trabajo ir a la escuela que la defiende como José López Portillo defendió al peso, y que además discrimina y tacha de inferiores intelectuales a quienes no comulgan con su ideología retrógrada y medieval. No soporto a quien, en aras de un marcado complejo de inferioridad disfrazado de superioridad habla que parece perico y opina de todo y lo sabe todo y todo le ha pasado ya mil veces peor o mejor. No soporto los albures baratos ni las mentadas de madre por la espalda. En fin.

Creo que noviembre, aunque lo empiece en las lejanas tierras del capitalismo más mordaz -amén-, ya tiene mucha tela de donde cortar para el NaNoWriMo ...





¡¡¡ letem bi lait !!!





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... Gracias Dios por los dones que voy a recibir ...