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Desde que no me paro en una escuela hace tres o cuatro años tengo serios problemas para ubicarme en el tiempo. O sea sé en qué día vivo por los programas de la tele, pero en cuestión de fechas soy una lágrima.
Hoy, al despertar fui al baño, escuché que tañían las campanas y lo recordé. Hoy es 11 de septiembre. Seguramente sólo estaban llamando a misa de seis, pero en realidad pensé que el párroco de la parroquia parroquial más cercana a mi casa se estaba haciendo el payaso recordando a las víctimas del
World Trade Center de Nueva York. Que igual está chido sentir pena por esas pobres almas. Pero tan lejos y que yo sepa, ningún parroquiano devoto de esta parroquia parroquial sufrió daño alguno en Nueva York ese día.
11 de septiembre de 2001. Mi horario en la universidad era de hueva, la primera clase a las 11 a.m. y la última a las 5 p.m. En ese entonces yo iba al gimnasio de 7 a 8 de la mañana, al volver a casa me metí a bañar sin prender la televisión, sabía que me distraería así que, al salir de la ducha y entrar a mi cuarto la encendí. Ahí estaba yo, con una toalla alrededor de lo que aún era la cintura, todavía húmedo y esto apareció en la pantalla:
Lo primero que pensé fue: "Hussein". Me equivoqué pero obviamente tenía toda la pinta de un ataque terrorista. Me arrepiento de no haber conocido Nueva York cuando aún existía el World Trade Center. La imagen de
Manhattan, la isla con las torres al centro era definitivamente un
must-see. Y ese día pasó a la historia de la infamia entre polvo y fuego.
Y fue ese el día en que el terror entró por los ojos al alma de la
Generación Perdida. Los nacidos en los 80's vivimos ese día como el principio del resto de nuestras vidas. Una vida en la que la tranquilidad de caminar por la calle se había terminado. En parte por la psicosis colectiva que se armó a partir de ese momento. El 11 de Septiembre de 2001 fue para nosotros lo que
Munich '72 fue para los nacidos en los 50's. Un acontecimiento traumático transmitido en directo por televisión que afectó la manera en que los jóvenes vieron el mundo a partir de entonces.
Tenía 19 años y cumplía mi año en la reserva del Ejército, así que a todos los diecinueveañeros de entonces nos llegó una cadena-mail
(sí, ya existía el internet morros) diciendo que los miembros en activo y en reserva del
Servicio Militar Nacional debían presentarse a revista para ser enviados a custodiar las fronteras e instalaciones estratégicas. Como si un montón de imberbes con corte de cabello militar fueran a contener un avión. O un misil para tal efecto.
Incluso la línea de autobuses que utilizaba para ir a la escuela comenzó a hacer revisiones exhaustivas a los pasajeros. La mayoría estudiantes como yo. No fuéramos a traer cuchillos y secuestrar el camión para estrellarlo en el Hotel Nikko. Bendita paranoia.
Y ahora el miedo colectivo
(que no tiene nada que ver con mi miedo personal) ha vuelto. He perdido el diez por ciento de mis contactos en
hi5 porque han cerrado sus cuentas. He eliminado a la mitad de los otros porque o no los conozco o jamás tengo comunicación con ellos. Los periódicos y los noticiarios dan sugerencias contradictorias, nos piden estar en contacto en todo momento con nuestros familiares pero también debemos evitar el traer información personal en la cartera o en el celular. ¿Aislarse del mundo es la solución?
El mundo está de cabeza. El país tomado por el crimen y las calles inseguras.
¿Entonces?
Si tuviera una respuesta no la escribiría aquí. Sería
peligroso.
Por cierto, que cosa más espantosa es el programa
Good Naked de BBC Entertainment. Pero por una morbosa razón, no puedo dejar de verlo.
¡¡¡ letem bi lait !!!