martes, 9 de septiembre de 2008

... PEDRO EL IMPÍO ...

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Está en línea mi cuento de esta quincena en Metatextos.


El Rapto.

No se dejen llevar por el título del ejercicio, el taller no se esta uniendo al tema de moda en México.

De acuerdo con la escatología cristiana cuando Jesús regrese a la tierra, justo antes del fin del mundo, todos los verdaderos cristianos desaparecerán de la tierra y subirán al cielo, en cuerpo y alma, para reunirse con Dios y no sufrir las tribulaciones que el Apocalipsis traerá. Este episodio es llamado “el Rapto”

Esta semana los participantes de Metatextos deberán hacer un texto libre, de trescientas palabras o menos, que tenga como tema central Rapto.

Les sugiero que traten de ver fuera de la caja, no se vayan por el camino fácil de narrar a un cristiano salvo que asciende feliz y extático hacia su creador, o en la angustia y arrepentimiento instantáneo de todos los ateos. Cuando se dice que el tema central sea el Rapto, no necesariamente deben narrar el momento exacto en el que este ocurre.

Pueden narrar el día después del rapto ¿cómo sería llegar a una oficina donde de pronto una parte importante del personal se ha evaporado o más grande aún ¿como se comportaría la economía MUNDIAL si de pronto faltaran millones de personas? o ¿cómo será la vida de una familia (o una persona) que sabe (o cree que sabe) el momento preciso en el que el Rapto ocurrirá?







Pedro el impío.





En su soberbia, ni los periódicos ni los noticiarios de radio y televisión hicieron eco de lo que se hablaba en la calle. Pero la gente lo sabía, el día había llegado, los cronistas y neoprofetas urbanos lo habían advertido tiempo atrás.

El miércoles por la noche millones intentaron conciliar el sueño fumando el que quizá sería el último cigarrillo de sus vidas. Fue imposible, la incertidumbre sobre lo que sucedería al día siguiente los rebasaba. Muchos salían a las calles y se encontraban con otros que, al igual que ellos, se preguntaban si podrían sobrevivir al fin de semana, aunque de hacerlo, seguramente nada sería igual. Todos esperaban, deseaban ya el desenlace, el que fuera. Todos menos Pedro.

Pedro conocía su destino y no podia importarle menos. Era un hombre de bien, fiel y enamorado, no gustaba del alcohol y aborrecía el hecho de que Marisol fumara en exceso. Su único pecado era la pereza. Su cruz. Y eso le impedía intervenir para que su mujer dejara el vicio.

Como de costumbre, Pedro despertó a las 9 a.m. Acostumbrado ya a que Marisol entra al hospital a las 7, no notó la claridad del aire ni extrañó su tos matutina. Se vistió para ir al gimnasio y le sorprendió ver tan poca gente en la calle; la cortina de la tienda de don Sonrisas estaba abierta hasta la mitad. El gimnasio estaba vacío, salvo por la recepcionista mascando chicle como desesperada. Pedro, confundido, llamó a casa de su madre. Nadie respondió. Intentó llamar al celular de Marisol.

-Mari, tengo flojera de hacer ejercicio, ¿cómo estás?
-¡Ay amor! Todo está muy raro, vino muy poquita gente a trabajar, todos los ceniceros desaparecieron y como que me están dando ganas de dejar de fum…
-¿Mari? ¿Mari? ¿amor? ¿estás ahí?






Todos mis metatextos.






¡¡¡ letem bi lait !!!

1 comentario:

Dorn dijo...

jajaja.. o sea, se abducieron a la Mari?

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