No me avergüenza especialmente el hecho de haberlo conocido tarde en mi vida. Mi padre, xenófilo como él solo siempre me dijo que no había mejores letras que las europeas. No sé si haya o no tenido razón, pero desde que tengo memoria, me grabó en la mente que no había mejor poesía que la de Jacques Prévert, que ninguna palabra existía con la intensidad de las de Dylan Thomas. Esos dos eran sus favoritos, y aunque no pudo heredarme el gusto y la afición por los Diablos Rojos del Toluca (aunque siguen y seguirán siendo mi segundo equipo), sí me predispuso casi genéticamente a la erudición (y no lo digo yo) y a la lectura. El hambre por conocer, por saber, por tener, por almacenar datos por más irrelevantes que pudieran parecer.
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Tenía ya casi diecinueve años cuando supe de su existencia. Y fue casi por accidente. Estaba en el tercer semestre de la universidad y la materia que más ansiaba, me esperaba con los brazos abiertos. Producción para televisión I. Al principio, tenía el mismo profesor que me había dado Teoría de la Comunicación I y II, pero por alguna extraña razón, renunció a la segunda semana y una nueva profesora llegó. Con sus faldas largas, con su cara blanca y sus pelos largos, chinos y grasientos. Dicen que era antigua porque valía mucho. Pero no era vieja, más bien era una de esas jipis coyoacanenses atrapadas en los sesentas del siglo pasado. Y sabía mucho, muchísimo de televisión, la mugre que se le salía cada vez que daba un paso estaba llena de sapiencia televisiva. Pero eso no es lo importante, claro que su materia fue la principal razón por la que decidí olvidar todos y cada uno de los conceptos mercadológicos que había aprendido y que aprendería en lo sucesivo y hacer de lo audiovisual mi vida. Pero eso no es lo importante, lo que en verdad me marcó fueron los bonches de fotocopias que solía llevar bajo el brazo. Miles y miles de hojas con textos de Mario Benedetti.
No quiero ni tengo que decir que me atraparon. Ella, y él. Horas y horas en El Péndulo escuchando a Mexicanto, a Fernando Delgadillo, y leyendo a Benedetti. Y a otros, pero en especial a Mario. Ahí descubrí que Brisa me había dedicado uno de los más famosos poemas de él, y yo sin saber, pensando en que quizá mi amor la había inspirado a escribir tamañas letras, ja, ingenuo de mí. Obviamente la había adaptado, del sudaca al norteño:
Mi táctica es mirarte, aprender como sos, quererte como sos ...
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Mi táctica es verte, aprender como eres, quererte como eres ...
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Mi táctica es verte, aprender como eres, quererte como eres ...
Lo mismo da. Ella fue la primera que me dedicó palabras de Benedetti, pero no sería la única. Pocos años más tarde, conocí a una mujer, que en mi historia es llamada: ‘La top de lo top’. Porque en su cuarto tenía una pared tapizada de recortes de revistas, de mujeres, guapas todas y una cartulina con su letra que ponía, efectivamente, ‘Lo top de lo top’. Una payasada, pero detrás de esa apariencia fútil y perogrullezca, se escondía la más grande fanática de Mario Benedetti que he conocido jamás. Sabía de memoria casi todos los poemas; para ella, Laura Avellaneda era una especie de rol a seguir y bueno, en general era adoradora del puntero izquierdo. Ella me dedicó ‘Hagamos un trato’. Curioso, también traducido del sudaca al ñero:
Vos sabés que podés contar conmigo ...
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Tú sabes que puedes contar conmigo ...
=
Tú sabes que puedes contar conmigo ...
Me fascinaba, pero lo malo de ser tan fiel y tener una novia de seis meses juntos y seis separados, es que te pierdes de muchas aventuras, no es que me arrepienta, pero al final no resultó ser tan buena idea. En fin.
La memoria está fresca, y hoy en el novenario de Benedetti hablo por primera vez de ella, bueno, no hablo, no estoy seguro de que un link a su blog y una remembranza del mío propio cuenten como hablar de ella. En ese entonces escribí esto:
... Por desgracia o por fortuna, todo cambia. Los años pasan y lo que empieza acaba. Ese es el trato. Por lo tanto quiero que hoy sepas que es maravilloso conocerte y amarte a cada instante. Y que, aunque en cualquier momento todo puede acabar, Benedetti siempre estará allí. Y con él nuestras letras favoritas, que siempre llevaré en la memoria.
Hoy, mañana y después ...
Y el tiempo pasó y la historia cambió y Benedetti se fue. En cuerpo, pero las letras siguen y los sentimientos, saen los que sean no se van jamás. Ahí queda la pequeña y dulce, el trato eterno, el hombre que mira a su hijo, y la voz grave, profunda y con marcado acento uruguasho, que mi maestra (he olvidado su nombre) tuvo el placer de presentarme, años ha ...
¡¡¡ letem bi lait !!!
9 comentarios:
Qué lindo post. No me gusta mucho la poesía, o para ser sincera, no conozco mucho, pero esa de Benedetti si la conocía.
Hum, que lindo post.
me gusta la poesía aunque Benedetti nunca logró cautivarme como Pessoa.
Tu mirada, que mira y siembra futuro..
Uf... las palabras..
Decir cualquier cosa al respecto después de lo que he visto que causa en ti Mario... sería desperdiciar letras...
Que bien que seas como eres... que bueno saber que eres más que letras en una pantalla... que chido que creas que comer pizza sea un homenaje al uruguasho... en fin... quiero seguir leyendo... y conociendo y aprendiendo de él... también... oh sí!
Snif...
Mas que bonito, hermoso.
por primera vez leo algo tuyo que no va atropellado o algo rapido, es como el oleaje suave y tranquilo del mar mientras la noche llega.
Simplemente poetico, aunque no lo sea en forma...
hola pues te he leído y me ha gustado.te dejó un beso siertamente benedetti no es mi favorito pero reconosko su arte
YYYYYYYYYYYYYyyyyyyyyy...
hernia! jaja, nono, digo..
yyyyyyyyyyy.. ¿de donde vale? Ja.. chale, ves ves?! cosas q solo tú entiendes, bah...
Yo también tuve una profesora de Lectura y Redacción realmente ENORME, todos le decíamos "la loca", porque se le iban las cabras y siempre llegaba a la corre que corre, toda despeinada.... Las leyendas urbanas decían que su novio la había dejado plantada en el altar, y a partir de ahí se le chispoteó el cerebro.
Lo cierto, es que para la literatura siempre fue un pozo de erudición.
A ella le debo el haber leído a Kafka, Sartre, Carlos Fuentes, Borges, y sobre todo, Alejo Carpentier.
Nunca he sido fanática de alguien o algo en particular.
Tengo un panorama general de cada tema que me interesa, pero curiosamente, nunca ahondo en información... creo que la esencia de cada quien se absorve leyendo un sólo texto... si le invirtiera toda mi vida a aprenderme de memoria algún poema, perdería la oportunidad de leer a alguien más, y fomentar mi cultura general.
... Aunque no te niego, que muero de ganas de aprenderme un texto.... seguramente elegiré "El sexo de los ángeles" del propio Benedetti.
Saludos!!
MAR:
Ohhh siiii, Mario Benedetti (Q.P.D) .... como olvidar chau numero tres o Corazón Coraza o Viceversa, son algunos de mis favoritos......
Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
M.Benedetti.
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