sábado, 11 de abril de 2009

... THE PASSION OF THE COOKIE ...

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Habiendo sido amenazado en su seguridad y su tranquilidad por las tropas oscuras de la familia del Rey, no le quedó más remedio que emigrar de su ciudad de origen, huir a través de desierto, selva, aire y fango hacia la lejana Nichupté, lugar asediado por los reptiles de Sammael, pero bendecido por el Señor con cielos azulados, aguas turquesas y arenas enharinadas. El Rey Nahzeta gobernaba las tierras de Nizuc y su dominio se extendía por toda la costa peninsular.

Apenas llegó a tierras mayas y comenzó el martirio. El calor casi inhumano lo desbordaba al inicio de la cuaresma. Cuarenta días y cuarenta noches caminó entre las ardientes brasas de la noche, fue tentado en innumerables ocasiones por las siervas de Lilith, pero él, fiel a sus convicciones y cognosciente de sus lealtades, pudo navegar sin mácula por la fiesta nocturna que lo llamaba con mil voces.

Pasada la cuarentena, fue reconocido por el Jefe, quien al momento mismo de conocerlo, llamó la atención de la multitud y gritó: "¡Mirad! Éste es el correcto de voz, que borra los pecados del vulgo." De inmediato comenzó a tener seguidores y seguidoras. Criticado fue por rodearse de perdedores y mujerzuelas, pero él siempre consintió a sus discípulos y no se avergonzó jamás de su compañía. 'Vikingo' le llamaban por su reticencia a cortar su cabello y su larga barba.

El Jefe no podía estar más que complacido con los milagros que obraba: Convertir a la aguada en linda, hacer hablar a las piedras, multiplicar las viandas, sanar un par de corazones, caminar entre el fuego, hacer letrado al ignaro y detener el tiempo. La grandeza siempre despierta las envidias de los menores, y él sabía que uno de sus discípulos confabulaba en su contra. Pero decidió esperar, esperar la recompensa del Jefe.

Había decicido dejar Nichupté, las malas vibraciones en el entorno le indicaban que era tiempo de volver al lugar de origen, sin embargo no quería dejar a sus seguidores abandonados a su suerte. Comenzó la parte final de su ministerio revelando la tierra prometida, avivando en los individuos el ansia del hogar, inflamando sus corazones con palabras poderosas y sentimientos de pertenencia.

Fue un jueves, mientras visitaba por última vez el cenote más famoso de Nizuc, de la mano de Sore, su más fiel discípula, la encargada de continuar con su trabajo cuando él se hubiera ido. Tiernamente lavó el cuerpo de Sore comenzando por los pies, purificando su espíritu y alistándola para el ministerio que venía. Al volver a la guarida, la cena lo estaba esperando junto con la noticia de que debían huir esa misma noche, que las fuerzas de Nahzeta estabas listos para capturarlo.

Él no opuso resistencia, pidió a sus discípulos tomar y comer todos con él, que pagaría el precio con su sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que permanecería en todos y cada uno de ellos, como prueba de la promesa de volver. Las tropas de Nahzeta lo aprehendieron sin sutileza. Lo llevaron ante el Jefe que tres veces, cara a cara negó el haberlo conocido, el haber presenciado sus milagros, el haberlo proclamado frente a la multitud. Había sido traicionado por el más pequeño de sus discípulos, por el de menor categoría, el que menor habilidad y mayor reticencia había mostrado, aquel al que los demás llamaban, 'Luron'.

Para el viernes todo había terminado. El Jefe dictó sentencia condenatoria para regocijo de la muchedumbre, que para entonces ya le había vuelto la espalda y se regodeaba en su crapulencia al mirar como el hombre al que antes admiraban, ahora estaba destrozado. Por fuera, quizá, por dentro, un espíritu más ardiente que las mismas antorchas que blandían frente a él. "Perdónalos Señor, no saben lo que hacen".

Desterrado fue de Nichupté y durante todo el día no volvió a saberse de él. Ese sábado la tierra tembló, por primera vez en Nizuc, tembló. Una nueva luminiscencia se acercó a él mientras deambulaba por la oscuridad del desasosiego llegando del norte, una estrella en el cielo destellaba intermitente y él la notó. Y decidió seguirla.

Para el domingo, su pesar estaba curado, había renacido, resucitado dirían otros. Incrédulos, un par de sus discípulos negaban lo que veían sus ojos. El corazón y el espíritu curado de su líder no les parecía posible en tan poco tiempo, ahí fue cuando supieron que era cierta la alianza, la promesa que les había sido hecha tres días atrás. "Yo soy el que soy", repetía.

Y su ministerio no tendrá fin ...





¡¡¡ letem bi lait !!!

5 comentarios:

Dib dijo...

"¡Mirad! Éste es el correcto de voz, que borra los pecados del vulgo."

Esa frase fue la MALDITA LEY!!!

Chido relato.

Celina Bigdance dijo...

¡Tatita Dios! Ésto es narrar, esto es un verdadero relato.

"... que en mi cabeza era genial, pero al leerlo no tanto..." Si, yo también soy exigente (aunque menos talentosa) con mis escritos, más estaba segura (y ahora lo compruebo) que ese "no tanto" era el preámbulo a un excelente texto.

Como siempre, un placer... Y como novedad... esta cosa rara que no tarda en explotar.

News 4 u soOn!

Besos!

Vanessa C. dijo...

Aaaash! lo mejor fue tu título de post.


No es cierto! el post tambien lo fue, pero en serio... Lo mejor fue el título.



...O el post! (?)

jess dijo...

Es genial ver una buena adaptación del hecho y el ser humano que dividió la historia en dos....

Todos tenemos a nuestros Dioses a nuestra imagen y semejanza.

Saludos!

la chida de la historia dijo...

Si si si... está bien escrito... si si si... suena hasta bonito... si si si... me suena familiar la historia... no sé por qué... o.Ó

Ay bueno... que no puedo evitar decir algo feo de esto que escribiste...

¿Ya vienes, ya vienes?

[Fue lo primero que hice al llegar a la oficina]

Besos

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