lunes, 27 de abril de 2009

... LA MESA (NO) REDONDA ...

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Y aunque mi vuelta a Metatextos.com fue un poco demasiado insípida y casi inadvertida, además de que la participación fue más pírrica que ejem, bueno ya, era oferta de paz, ¿no? Pego aquí el texto de esta ocasión.


Ya hemos realizado al menos un ejercicio de Historia contrafactual, aquella en la que nos preguntamos (y respondimos) ¿que hubiera pasado con México de haber formado parte de la URSS?

En esta ocasión vamos a cambiar la historia de lo que nunca ocurrió.

Los participantes de metatextos deberán, en trescientas palabras o menos, cambiar la historia de algun mito. No importa ni la cultura ni la epoca.

¿Cómo hubiera terminado la Guerra de Troya si Héctor no hubiera matado a Patroclo? ¿Que beberíamos en México si Quetzalóatl nunca hubiera conocido a Mayahuel? ¿Que hubiera sido de Loki si nadie lo hubiera castigado?




La mesa (no) redonda.




Arturo sabía de las correrías erótico-amorosas de Ginebra, su reina. Sí, era cierto que Meleagant era un gran guerrero, que Mordret era mortífero en la batalla y que Lancelot, bueno, a Lancelot lo tenía en un alta estima.

Sin embargo, al principio no estaba seguro de que las habilidades bélicas de cualquiera de sus súbditos merecieran el dulce, dulce néctar del cuerpo de su esposa. Aun y cuando la tradición lo señalara, siempre sintió celos de todo lo que Ginebra representaba; si era cierto que ella encarnaba la Soberanía de todo el reino, era entonces obligatorio, en más de un sentido, entregarse a los guerreros que la defendían. Y de ser así, Arturo habría deseado no haberse casado con ella jamás.

Pero Arturo no era un improvisado, había llegado al trono con grandes esfuerzos y sacrificios, aunque ayudado por las artes de Morgana y de Merlín. Sabía cuando la gente le mentía, podía ver su alma a través de sus ojos.

No le gustaba sentarse en la mesa rectangular, al centro, frente a nadie. El carpintero real había muerto de cólera y su hijo era demasiado joven para continuar con el oficio. Su añorada mesa redonda, donde podía sentarse y mirarse frente a frente con sus caballeros no llegaría a tiempo para la deliberación previa a la batalla que se acercaba en Camlann.

Esa fue la razón por la que partió a la guerra entero, sin que nadie le rompiera el corazón. Lancelot había sido capaz de esconder su mirada de la del Rey, sabía que si Arturo tuviera conocimiento de su idilio con Ginebra, la batalla no sería más que un trámite para la muerte.

Lancelot fue muerto en combate pero Arturo volvió triunfante a Camelot. Pasado el tiempo, murió de causas naturales y fue olvidado por la historia.







¡¡¡ letem bi lait !!!

3 comentarios:

la chida de la historia dijo...

Esteeeee... mmm... bueno... yo... ay, papito... es que has escrito cosas mejores que eso y.. yo sé... 300 palabras a veces (casi siempre) son insuficientes para la idea que da vueltas en la cabecita de pelos parados (tuya).... ahhh...

Luisz dijo...

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Abril 17, 2009 at 12:49 pm

Dib

La idea me parece rescatable, no así la redacción.

Hubieras utilizado un toque más “medieval”.

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Abril 17, 2009 at 9:14 pm

Kuruni

Yo no tengo nada contra la redacción. Me gustó así.

Anónimo dijo...

se me hace que no sé qué...
mmm!!

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