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Recién volvía a leer tantas letras que aquí se han vertido sobre mi abuelo, incluyendo este post! de hace unos días, que es sobre él, siempre que escriba sobre periodismo es sobre mi Papá E. Quien celebra todos los años cuatro -otra vez el cuatro- aniversarios básicos en su vida: su cumpleaños, el día en que llegó a Texcoco, el día que se imprimió su primer periódico y el más importante de todos, el día de la libertad de expresión.
Aún ahora, cuando su salud se ha deteriorado de manera dramática en los últimos cinco años, no perdona tomar una copa y comer algo gordo en esos días. Sabe que se sentirá mal tres o cinco días después, que le subirá la glucosa y el colesterol, y que probablemente el primero de esos días deba permanecer en cama. Pero no le importa, bastante se cuida todo el año y bastante tiene que celebrar, su vida y su obra. Su feroz defensa del periodismo en el oriente del Estado de México jamás va a quedar ignota, sus roces y sus acercamientos con el poder tampoco serán olvidados. Sobre todo, la educación liberal en pensamiento y conservadora en sentimiento que nos inculcó a dos generaciones.
Justo este día negro para la libertad de expresión. A una semana de una nueva desaparición de un periodista en el país. Una desaparición notoria, pues todos sabemos que las cifras oficiales y visibles son solamente la punta del iceberg de todas las atrocidades que se comenten en el mundo. A unas horas de la carnicería cometida por terroristas islámicos en las instalaciones del semanario Charlie Hebdo en París. Una barbarie sin precedentes y sin explicaciones, una mordaza ineficaz que ha volteado al mundo en su contra.
Debo reconocer que no recordaba nada sobre Charlie Hebdo hasta esta mañana. Recordé entonces la polémica de hace un par de años por la publicación de caricaturas de Mahoma y eso fue básicamente todo mi background sobre ellos. Ciertamente, éste es uno de los momentos en los que desearía continuar no sabiendo nada. Ahora sé quien fue su director, su fundador, sus principales colaboradores, sus obras más representativas y demás. Sé también que en México tenemos muchas revistas que son o fueron análogas a Charlie Hebdo: El Chauistle y El Chamuco, entre las más notorias. Periodismo gráfico lenguaraz y atrabancado, que no dudo ofenda a conciencias más bien puritanas, tal como las ofensas al islam que se hicieron desde Charlie, mismas que mantenían al director de la revista bajo vigilancia y cuidado gubernamental, dadas las amenazas hechas en su contra en aquel momento.
Mismas que fueron cumplidas hoy, cuando los encapuchados arremetieron contra los empleados, matando al director, a tres moneros y a otras ocho personas hasta ahora, al grito de "Dios es Grande", reivindicaciones a Al Qaeda y tronidos de kalashnikov.
No es una de esas historias en las que se criminaliza a las víctimas. Eran profesionales haciendo su trabajo como todos los días. Trabajo creativo y trabajo de escritorio y trabajo el que sea. El que aún, en el mundo civilizado, pueda alguien dañarte por tu obra es la cosa más mierda que pueda existir. Es puro y vil terror. De ese terror que moviliza. De ese terror que, tristemente, le da gasolina a la represión.
Después de las noticias de París, las premoniciones de desastre seguían con los tuits lamentando la muerte de Julio Scherer. El eterno. Todas mis palabras dirigidas a Leñero aplican también para García. Más visión que su compañero, más acidez en la escritura, más mordaz en la crítica y más realismo que magia, así lo leía, así lo leí.
Proceso, con Julio -y Vicente- activo, fue más denuncia que pataletas. También es triste ver en lo que se ha convertido en su ausencia, sin embargo yo me quedo siempre con lo bueno. Incluso, los cartones de la última página, siempre fueron irreverentes contra las instituciones y siempre revelaron las ideas contestatarias de su director, o al menos la libertad que les daba a cada uno de sus colaboradores. Cientos de cartones en contra del catolicismo y sus curias, en contra de las cúpulas y sus ires y venires, pero aunque no sin quejas por parte de los aludidos, en el Proceso de Scherer jamás se cortó el hilo por lo más delgado.
La libertad de expresión es la máxima de las libertades que como hombres tenemos que hacer valer y hacer respetar. El día que nos corten la lengua será el día que nos corten las alas, y aún así, con las alas rotas y la boca sangrante, seguiremos teniendo manos, dedos y plumas para escribir; manos y dedos para hacer señas, pero sobre todo, ojos y oídos para percibir la realidad.
¡¡¡ letem bi lait !!!
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miércoles, 7 de enero de 2015
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