martes, 9 de junio de 2009

... ¡NO SEAS GACHA! ...

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- ¡Cochino, cochino con razón!

La oí sin escucharla. Mi sentido del oído se concentraba en los gemidos de Raven Riley, ignorando el hip-hop de fondo y los gruñidos del güero que la sodomizaba ante mis ojos, en la pantalla de mi laptop. No sé porqué, si siempre he sido fanático de la piel blanca, me gustan y soy fiel seguidor de los porno-clips de Raven Riley. Debe ser la carita de traviesa que siempre pone antes de chupársela al güey en turno, o la forma en la que mueve sus caderas cuando monta macho, su desfachatez o ambigüedad al coger con hombres y mujeres por igual, o no sé. Pero me gusta. Y mucho.

Yo estaba conectado al Limewire bajando un clip en alta definición titulado: ‘My sister’s hot friend Raven Riley’. No lo tenía, o al menos no con ese título, mira que en Limewire uno nunca sabe qué es lo que realmente está descargando. Llovía. Con la laptop enchufada al no-break, no temía la posibilidad de una descarga eléctrica que me impidiera seguir bajando el video. Sin embargo me levanté a cerrar la ventana para que no salpicara ni gota de agua a la maraña de cables detrás de la cama.

Al mismo tiempo, en el messenger, hablaba con ella. Con la dueña de mis desvelos y mis quejumbrosidades. Habíamos estado juntos poco tiempo, pero suficiente para haber sido, los dos, los más intensos del mundo. Ahora estábamos separados, pero eso no nos impedía seguir hablando, mantener el contacto, no perdernos.

El iTunes mostraba en el messenger que ella escuchaba una canción de u2. La conocía bien, la habíamos visto y escuchado juntos en un capítulo de Friends. Y la situación harto se parecía; la lluvia, la nostalgia por el tiempo juntos, las ganas que nos teníamos, el agua cual cascada en la ventana y yo aventuré la pregunta: “¿Tú quisieras verme? ¿Pronto? Yo sí”. Tras dos largos minutos que se tardó en contestar solamente alcanzó a decirme: “¿Hoy?”.

Porque en ese momento el cielo destelló espectacularmente. Con el inminente tronido que venía, la luz de toda la calle se apagó. Tan fuerte fue el impacto que el no-break chillaba y la descarga de mi video se había puesto en pausa. No había Internet, no había televisión, no había señal de celular, el teléfono de mi departamento es inalámbrico y Raven Riley me guiñaba el ojo a través del botón de preview del Limewire. No lo pensé mucho.

Cerré las cortinas de mi habitación pero dejé la puerta abierta, no había nadie de cualquier modo. Raven le hablaba en inglés al pito de un tipo cuya cara no se veía, pero ella lo miraba como si no hubiera más vida en todo el mundo. Yo me bajé el pantalón y los calzones con rapidez para descubrir por completo el mío propio, ya completamente erecto.

Me recosté en la cama, con el quicktime a pantalla completa, me puse la laptop en la panza y comencé a masturbarme. El pito del tipo aparecía y desaparecía casi entero entre los labios y la lengua de Raven, la perspectiva me dejaba fantasear con que era mi propio pito el que esa diosa del porno paladeaba. Poco después, ella se montaba a horcajadas sobre él, no sin antes embarrarse con su abdomen en el pito parado. Despacio se fue clavando a sí misma y gritaba y gemía espectacularmente.

La toma cambió, y mi excitación ya cercana al clímax disminuyó. En la pantalla, Raven Riley desnuda y pierniabierta preparándose con un rosado caucho para ser sodomizada. Corte directo al culo parado y oferente de la estrella y el mismo pito del mismo tipo abriéndose paso entre sus nalgas, profanando su esfínter.

Mi mano derecha, frenética sacudiéndome el pito de arriba abajo con ansias. Mis ojos fijos en las nalgas de Riley abiertas por sus propias manos de uñas largas y rojas. Mis oídos atentos a los grititos mezclados de dolor y placer. Mi boca salivando, mi garganta aclarándose y mi corazón latiendo más y más. Ya estaba cerca de venirme cuando creo oír a lo lejos una voz familiar.

- ¡Cochino, cochino con razón!

Seguido del inconfundible sonido de una puerta al ser azotada. Ya no pude concentrarme más y mi pito empequeñece al tiempo que dentro de mi mano comienza a derramarse un fluido viscoso. Las piernas me temblaban y las rodillas no me respondían, así que por más que lo intenté, no pude correr tras de ella. ¡Que bueno! Habría sido comiquísimo, con los pantalones y los calzones en los tobillos y mi mano aún agarrándome fuerte el pito. Lo único que pude hacer fue gritarle:

- Si quieres quedarte a ayudarme, eres bienvenida. Pero si te vas, déjame mi llave en la mesita de la entrada, ¡no seas gacha!





¡¡¡ letem bi lait !!!

6 comentarios:

la chida de la historia dijo...

jajajajajajajajajajajaja!!!

Muy bueno, papito!!!

Aplauso... el ritmo: oh hell yeah!

XD

jess dijo...

Pero qué curaaaaaaa!!!

jajajajajajajaja!!!!

No puedo dejar de reírme jajaja!

Qué oso, qué osoooo!!!

Una vez me tocó vivir algo similar, pero yo en lugar de gritar sucio, sucio, cochino, enrojecí y salí huyendo de la habitación jajajaja.

Saludos!

G L O R I A dijo...

Jajajajajajajá.
Ay no manches!
En serio no es autobiografico?
No puedo parar de reirme, me hiciste el día.
Un beso.

Sachery Guevara dijo...

jajajajaja genial, jajaja de repente tuve varios flash de una escena parecida!

Dib dijo...

Dejando a un lado el hecho de que el relato es la pura ley; tengo que dejar en claro tres cosas:

1.- La frase del final no tiene abuela; sin duda lo mejor del texto.
2.- Espero que no te haya sucedido a tí.
3.- Sunny Day >> Raven

He dicho.

Jo dijo...

diablos! con permiso...

fiu .... fiu.. fiu

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