De verdad que la psicrisis (psicosis + crisis = psicrisis daahh) ha pegado con un tubo. Si me asomo por la ventana en este momento, lo único que veré será un panorama desolador, un mini boulevard rodeado casi por completo de cocheras abiertas, la excepción es la única que no podría ver pues se encuentra debajo de la ventana por la que me asomaría.
No me sorprende que el empleadillo de la recepción se haya sobresaltado al recibir mi llamada preguntando por la clave del internet inalámbrico, seguramente dormía plácidamente. Ya sé, soy un ñoño y un nerd que no puede vivir sin red. ¿Y qué? Sí puedo, pero ahorita no quiero. Sé que debería dormir, mañana aún hay mucho por hacer antes de abandonar
La verdad es que quisiera retrasar el tiempo un poco más, quizá un poco más. Sólo un poco más. No volver al pasado, obvio (pasó, se acabó, continuemos), pero sí el hacer que el segundero amainara su marcha haciéndola cinco, diez veces más lenta. Pero la realidad es que el tic tac corre, ora rápido, ora lento, pero acercándose inexorablemente al momento de las definiciones. Caray, que tengo antojo de pastelitos marinela.
Mi abuela hizo comida. No es novedad, todos los días hace, pero hoy/ayer, el día de mi cumpleaños pues, hizo algo que sólo hace en los días especiales. Y toda mi familia estuvo ahí. Mis planes perversos se retrasaron un par de horas, pero no importó, me divertí burlándome de las anchas narices de todos, herencia de la familia de mi abuelo (gracias ¬¬). Cuando por fin pude escaparme, ella ya me estaba esperando afuera de su casa, acaso con la urgencia (quiero pensar) de verme, o de (no quiero pensar) acabar con la incertidumbre que ella misma provocó de una vez por todas.
Acá los hechos:
La semana pasada, el fin de semana pasado, en esta misma habitación, fui víctima, testigo y protagonista de un suceso por demás bizarro. Cristina, la leal, mí leal, me planteó una posibilidad tan atractiva como perturbadora.
Yo ya sabía que estaba soltera y sin compromiso, libre como el viento pero feliz como lombriz, de otra manera no nos hubiéramos visto, o sí, a lo mejor sí, pero no en una habitación de hotel y ciertamente no hubiéramos hecho todo lo que hicimos. Entonces, el que lo mencionara y lo recalcara tres veces en un lapso de dos horas fue por demás sospechoso. No hice mucho caso de eso pues no quería arruinar(me) su compañía, que para ser completamente honesto, me hace todo el bien del mundo, en muchos, muchos sentidos.
El punto era ese: Ella sola, yo solo, nos conocemos desde siempre (sí, quince años a esta edad petaca es desde siempre), nos amamos (de alguna manera), nos gustamos, nos deseamos, cogemos rico, más que rico diría yo, nuestras familias son amigas (aunque nadie sabe de lo nuestro), entre otras cosas. Visto desde este lado parece ideal.
Carajo, entonces ¿por qué me cuesta tanto trabajo el decirle que sí? ¿Por qué la idea de que todo se rompió no abandona mi cabeza?
Su frase exacta fue: '¡Deberíamos intentarlo nuevamente!' ¡Deberíamos! Como si fuera una obligación. E intentar, ¿intentar qué? Bueno, no hay que ser un genio para saber a lo que se refería. Nuevamente. Porque hace algo más de diez años fuimos novios, durante siete meses, que no es poco, en realidad es muchísimo para las cuentas preparatorianas en las que uno cambia de novia después de cada periodo de exámenes.
Quince años de conocernos y diez años de compartir cama y sudor. No debería ser difícil la decisión, pero lo es. Aún en este momento no sé que voy a decirle. No estamos en la misma ciudad, ni siquiera en el mismo estado, ni siquiera tengo teléfono para llamarla todos los días, ni internet para platicar por las noches. Es tan extraño y tan, tan no-sé-como-explicarlo. Me rebasa.
No quiero volver a lo mismo de hace unos meses. Los celos, el estrés y la indiferencia. Sé que jamás podrá igualarse pero la situación se perfila para ser la misma. Y suficiente tuve de eso.
Por otra parte, mis tripas, junto con todo mi ser me dicen que lo haga. Mi corazón defectuoso late con fuerza en este instante preciso, en que la miro respirar con delicadeza mientras sueña, sin saber (o tal vez sí) lo que pasa por mi mente. Sin despertar a pesar del ruido incesante de mis pesados dedos sobre las teclas de la laptop. Pensando en que cuando abandone los dominios de Morfeo, cuando éste la suelte de su abrazo, uno mío la estará esperando para ya no soltarla más. La sola idea hace que me arda el pecho.
Además, tengo un rasguño enorme, quizá es por eso.
En toda la historia de este blog, jamás un post ha sido borrado, ni siquiera aquellos horriblemente escritos o vergonzosamente reales. Y me da miedo, en serio tengo miedo de querer borrar éste mañana.
Todo depende de si sí, o si no.
Son las cinco de la mañana con cuatro minutos, y es la hora en la que aún no se la respuesta.
Creo que dormiré un poco, hay que madrugar ...
... y hablar.
¡¡¡ letem bi lait !!!
5 comentarios:
ARGH!!!
te espero con verdaderas ansias de conocer 'LA' respuesta....
Un abrazote, papito!
creo que cuesta mas.. cuando hay una propuesta perturbadora .. y sobre todo cuando seduce
muy desde la entraña el si es un grito...
pero no se si eso nos salve....o nos condene
... espero no hundirme con esto yo tambien....
MAR:
Sí, soy chismosa de profesión y un poco impaciente jajaja...asi que ya quiero saber la respuesta =D !!!
dices que pregunto mucho
digo que respondes poco para ser tan "escribidor"
(no queda la palabra hablador, y no se me ocurre otra palabra)
Quiero imaginar la respuesta, pero no puedo, tengo nociones de quien eres, pero no te conosco tanto.
Asi que esperare a que el messenger o el blog le den las respuestas a la preguntona de los mil aopdos.
El dia se acerca y empiezan los nervios.
Necesito al de las palabras infinitas para que relate un evento parteaguas en mi vida...
Ay guey!
Me caga tomar decisiones,yo estuve
una vez en una situación parecida, no se si tomé la opción correcta. No quisiera estar en tus zapatos. Un beso querido.
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