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Está en línea desde el viernes pasado mi participación de la quincena en METATEXTOS.
Para contrastar con el ejercicio pasado, esta semana no hay instrucciones.
La comunidad metatextual deberá escribir un texto LIBRE de 300 palabras o menos. No hay más límite que su propia imaginación.
Espectro.
No saldría jamás con el cuento ese de que me volví invisible. Más bien dejé de ser yo para convertirme en un espectro que no hacía más que molestar. Que si dale de comer a tu abuelo, que si hay que bañarlo, que si cámbiale el pañal. Hubiera preferido morirme rápido y sin molestias como mi flaca.
Mi rutina comenzaba cuando mi nieta venía por mí a la cama, me ponía sobre la silla de ruedas y me llevaba a la mesa donde todos desayunaban. ¿Yo lo hacía? Claro, si es que puede llamársele desayuno a ese pegoste verde que meten en mi boca. Si alguien era lo suficientemente valiente se ofrecía a darme un baño, si no, había que esperar hasta después de medio día que llegaba mi enfermera. Me bañaba los martes y los sábados, me ponía frente al televisor hasta que era hora de dormir y me acostaba antes de irse.
¡Cómo me habría gustado decirles que ya estaba harto! Que dejaran de alimentarme y de bañarme. Que me arrojaran a la calle o a un asilo. Pero desde que se fue mi flaca perdí la voz y las ganas de moverme.
Era de noche y oí un chisporroteo. Ví un destello y olí a cables quemados. Al parecer nadie estaba en casa, porque cuando volví a abrir los ojos, las luces intensas y el calor de las llamas me rodeaban. Agradecí a Dios que por fin iba a librarme de esta vida que era todo menos vida. Ni siquiera sentía dolor, sólo calor.
Cerré los ojos esperando el final. Ya veía la luz, veía a mi flaca sonriéndome, pero desperté y una voz dijo:
-Hacemos todo lo posible por mantenerlo vivo. Pero él debe luchar.
¿Luchar? ¡Carajo! Este cuerpo es mi prisión. ¡Quiero salir!
¡¡¡ letem bi lait !!!
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1 comentario:
No hay más qué decir....
Me gustó tu ejercicio. Besos.
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