PELANDO LA BANANA. Crónicas Pueriles. Volumen I.

Mi primer recuerdo es genial. Incluso hoy puedo revivirlo de inmediato, sin que me cueste trabajo el recordar detalles:


Soy una pelota rosa con dificultad para moverme sincronizadamente, pero oh ironía, tengo una enorme facilidad para emitir sonidos agudos. Lo extraño es que a mi abuelo no le molestan esos gritos que harían estremecer cualquier jauría, al contrario, parece disfrutar de las risas de su primer nieto. A la distancia y ahora que lo pienso, siento un poco de remordimiento por la sordera de mi abuelo; de todos sus nietos, yo fui con quien más jugó, a quien más paseó, no porque me quisiera más que a los demás, simplemente porque yo llegué primero.

Recuerdo a mi abuelo veintitantos años menos viejo con uno de esos trajes de baño azul marino taaaaan década de los 70’s (que aún conserva increíblemente) en una alberca de piedra que estaba en una terraza con vista a la bahía . Él me mecía en pequeñas olas creadas con sus brazos y yo flotaba sentadito en algún extraño artefacto.

Corte a: El entorno es muy artesanal. Años después tendría un déja vu cuando conocí el Templo de Quetzalcóatl en Teotihuácan . Estoy en brazos de mi abuelo mirando hacia abajo desde lo alto de un tobogán, y todo se torna borroso. Nunca supe si nos lanzamos o no. Mi abuelo no lo recuerda.

Mi madre recién vino y me dijo que estoy mezclando dos recuerdos, pero en realidad no importa.

Así es mi recuerdo más antiguo y es perfecto.




Parte de esta serie:




¡¡¡ letem bi lait !!!