martes, 17 de julio de 2012

... Bragollach ...

.



De ahora en adelante mi vida
Es mi regalo para ti
Sólo lleva mi destino a la victoria...

Blind Guardian - Nightfall in Middle Earth



La cuarta de las batallas de Beleriand, según la mitología de Arda de J.R.R. Tolkien contenida en El Silmarillion, es denominada Dagor Bragollach. La Batalla de la Llama Súbita. Dagor - Batalla, Bragol - Llama y Lach - Súbito. Es así, ya que arrancó y terminó en un suspiro, cómo una flama que se alza majestuosa, simplemente para apagarse en un instante. El idioma de los Eldar es el Sindarin, y yo, ñoño como sólo podemos ser los que gustamos de la fastuosa sonoridad y cadencia del llamado élfico, deseo con toda el alma aprenderlo cabalmente.

Porque -y miéntenmela si nunca lo han pensado- hay momentos en la vida en los que, la frase propicia y adecuada para tal o cual circunstancia, suena mucho mejor en otro idioma que no es el español. No es una cuestión malinchista ni mucho menos, es simplemente una onda sonora que nada tiene que ver con el gusto personal. ¿O qué no toda la gente es multilingüe?

Y justamente la palabra Bragollach, es la que me ha estado rondando la sesera desde hace unos cuantos meses cuando me enteré de la noticia. Y no es que uno se espante ni se de golpes de pecho, pero vamos por partes.

Él, 25 años, economista, con una novia-exnovia un tanto psicópata y que no le quedaba para nada. Ella, 28 años, comunicóloga, con un novio-prometido un tanto psicópata y que no le quedaba para nada. Parecía que no tendrían mucho en común, pero el destino es grande y esta ciudad es chica, en cierto evento, el azar los llevó a estar sentados uno junto al otro y a intercambiar dos o tres palabras para no volver a verse.

Hasta cuatro o cinco meses después, en que una serie de eventos afortunados los hizo coincidir en la misma oficina, silla junto a silla y destino junto a destino. Astrid, que los conoció tiempo después, lo supo desde siempre. Se veían bien juntos y se notaba la química. Pero nada pasaba, pues ambos se peleaban por sus propios remedos de vida con los otros con los que estaban. La boda de ella estaba cada vez más cerca, para septiembre de dos mi once, si no mal recuerdo. Si creo en los fuegos fatuos (o en Jung), debería decir que las cosas siempre pasan por algo; la boda se pospuso y él aprovechó para quedar libre de una vez por todas.

Cuando la boda fue cancelada definitivamente, yo hice la broma de: ¡qué lástima, me caía mejor él que ella! No era cierto, pero lo que sí es verdad, es que le dije: ¡Yo no sé, tú me prometiste una boda y me la repones! Obviamente tampoco lo dije en serio, pero el curso de las cosas resultaron de manera tal, que quizá sí vaya a cobrar esa deuda.

Un día, él simplemente dijo: "¡Me gusta ella!" No fue un shock, pero sí fue sorprendente el que lo dijera así, sin más. Cuando supimos que a ella también le gustaba él, todo se dio de forma natural.

Para no contar una historia que no es mía, y sabiendo como lo sé, que las cosas se sincronizan de una manera esencial, sólo diré que las suyas se acomodaron en el momento en el que tenían que hacerlo. Él se quedó sin casa, justo en el momento en el que ella ansiaba por sobre todas las cosas estar con él, juntos. El vivir juntos a menos de medio año de relación no es nada descabellado, pero no es lo común.

Repito, yo no tengo ninguna autoridad moral, ni de ninguna otra para calificar y/o juzgar la rapidez con la que avanza una relación de pareja. Vamos, todos los que saben cómo se desarrolló a pasos agigantados lo mío con Astrid, saben que tengo razón. ¿Quién dice que no se puede ser feliz sin importar el tiempo? Él dice y con toda cabalidad, que no hay ninguna razón por la cual no hacerlo.

Porque ellos se van a casar este sábado. Antier, durante la fiesta de mis galletitas, lo anunciaron a los amigos más cercanos. Una pequeña recepción para el matrimonio civil. Nada es gratuito en la vida. Si digo que temo por su estabilidad no es sin conocimiento de causa. Tampoco me contradigo si asevero que las cosas pequeñitas son goteras que hacen pozos, pero también forman estalactitas, y las estalactitas son algo de lo más hermoso que la naturaleza puede crear.

La llama súbita crece rápidamente, de eso no tengo ninguna duda. Como la mía propia, mi corazón llameante se inflamó al momento mismo de conocer a Astrid, aunque no lo supiera de inmediato, o aunque ninguno de mis sentidos me engañara, ya éramos uno. Y cómo lo dije antes, mis deseos para el mundo, es que cada uno encuentre aunque sea la milésima parte de la felicidad que nosotros tenemos. Sé que se puede, lo sé, lo sé. Sé que si ellos lo logran, escribirán una historia de amor maravillosa, y quién sabe. Ta vez el que la escriba sea yo y me haga rico con una novela sobre ellos, o no.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, súbito significa: improviso, repentino, precipitado, impetuoso o violento en las obras o palabras.

Sean o no buenas acepciones, en ningún lado dice que lo súbito debe terminar igual de rápido como comenzó. Por mi parte, mi llama súbita ha crecido de manera ininterrumpida, su impetuosidad no la predispuso al fracaso violento ni mucho menos. La clave, como siempre, está en el trabajo. A ellos, a mis amigos, les deseo lo mismo, siempre y como siempre, no voy a fallar y les voy a desear sólo y únicamente lo que se merezcan.



¡¡¡ letem bi lait !!!

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails

... Gracias Dios por los dones que voy a recibir ...