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Sólo Dios y ella saben cuánto había soñado con reproducirme. Dios mismo -que me espía- sabe cuánto y de cuántas formas lo había intentado. Los amigos más viejos, que saben de mis peripecias vivenciales podrán dar fe de que, desde siempre, uno de mis más grandes anhelos era el de tener un huevo, poner un hijo, ¡TENER UN HIJO!
También es cierto que desde que empecé con esto del sexo y la reproducción teórica-práctica, tuve muy claro que un hijo no era el final de mi meta, sino el principio del más maravilloso camino que como hombre habría de emprender. Por lo tanto no era nada que pudiera tomarse a la ligera. Pocas, poquísimas veces me dejé llevar por la calentura y pasé del uso de un 97% confiable condón; de hecho, esas ocasiones podrían contarse con los dedos de una mano y sobrarían algo así como uno o dos. Acaso fueron de esos momentos en los que el cuerpo se calienta de tal manera que un orgasmo se confunde con un latido, y el hecho de hacer el amor sin protección de barrera no importa porque 'detodosmodosvamosaestarjuntostodalavidayvamosaserfelicesporsiemprejamás'. No lo sé. O sí.
Mis issues de línea paterna han estado ahí desde hace años, no los voy a negar nunca. Tampoco creo que un hijo sea una redención, es más, todavía no me he puesto a pensar si creo o no en las redenciones. Las mágicas y religiosas expiaciones no me parecen tan reales como el cargo de conciencia, más bien creo que lo que no te mata te hiere. No creo en la gente intrínsecamente buena o epitelialmente mala, todos somos hermanos de la misma y falible condición humana, pero en fin, esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión (o no, si me dan ganas).
El chiste es que mis hijos no representan para mí un perdón por mis pecados ni mucho menos un castigo eterno por mis crímenes contra las más elementales pasiones humanas y los más reputados derechos ídems. Mis hijos son mis hijos y punto, son la luz de mi vida, la brisa de mi playa, el aire de mi vela, el Tom y Benji de mi Oliver, el oro de mi azul, el báculo de mi Gandalf, etc.
Cuando conocí a Astrid, sabía que iba a ser el amor de mi vida y la madre de mis hijos, pero decir eso sería tanto como afirmar que el cielo es azul y el pasto es verde. Sólo un loco se negaría a verlo o se atrevería a negarlo, pero de ahí a tener entre nuestras manos galletosas a ese par de moronas que hacen nuestra vida perfecta y complicada, aún quedaba un largo trecho, igualmente feliz, perfecto y complicado. El génesis de Mateo y Rodrigo podría comprenderse al recordar ciertas palabras, ciertas frases y ciertos hechos que nos trajeron hasta ellos de una forma genial y milagrosa.
La primera de ellas, se dio en el contexto de una plática fundamental y trascendental a bordo del primer arcoirismóvil, el bien amado Jetta rojo, justamente cruzando algunos de los puentes de Churubusco. Ella me preguntó si yo estaba consciente de la diferencia (nimia) entre nuestras edades y lo que aquello podría significar en el futuro cercano. Hablamos de los ciclos y de las etapas, y no pudimos estar más de acuerdo. Me preguntó si sabia que ella, tarde o temprano, iba a sentir la necesidad de ser mamá. No tanto por una ambición egoísta ni mucho menos, sino porque si dejábamos que lo nuestro creciera hasta limites inimaginables, el mismo sentimiento iba a querer expandirse hacia otra persona pequeñita, mitad ella y mitad yo. Por supuesto que mi respuesta afirmativa y enamorada no fue sino la confirmación de que estábamos en el mismo lugar, de que nuestros caminos se encontraron por fuerza para confluir en un mismo punto y de ahí, al infinito.
Poco tiempo después, nos escapamos a la playa por primera vez. Una visita a la sex-shop de confianza un par de días antes, nos preparó para un momento genial y placentero como el que más. Justo al llegar, comenzó uno de los fines de semana más eróticos de los que tenga memoria, el primero de muchos. El calor de la costa conjugado con el calor de nuestros cuerpos desnudos y sudorosos y pegajosos y envalentonados con el amor creciente que nos explotaba en el pecho, nos hizo volar la cabeza y, como si hubiera estado planeado desde siempre, decidimos prescindir desde ese momento y en adelante del molesto y seguro condón. De cualquier forma, como si nuestros mundos hubieran estado alineados por una regla divina, supimos que íbamos a ser uno para la vida perenne, que íbamos a ser tarde o temprano una familia crocante, que íbamos a crecer hasta expandirnos y multiplicarnos.
Estuvimos plenamente conscientes de las implicaciones de lo que habíamos hecho, obviamente no éramos unos niños ya, y si de cualquier forma íbamos a decidirlo pronto, quizá hubiera sido mejor antes que después. Las palabras azules que transmitió el mensajero instantáneo fueron claves: "¡Ya quiero saber si estoy embarazada!" me dijo. Y yo lo sentí hasta el tuétano al imaginar la posibilidad de que un muñequito de carne ojalá parecido a los dos estuviera en camino. No fue así, y la pequeña decepción de cada mes no hacia más que acrecentar nuestras ganas y nuestros anhelos cada vez más secretos hacia afuera, pero de los que hablábamos cada día con más vehemencia que ya casi lo palpábamos como una realidad.
No teníamos ni cuatro meses y ya teníamos sexo para concebir. Intentándolo de una manera desordenada y sin secuencia, pero intentándolo al fin y al cabo. Ahora que estoy aquí escribiendo sobre esto, me doy cuenta de que las fechas se han revuelto en mi cabeza, no tengo muy claro cuándo pasó cada cosa, pero sí el orden en que ocurrió.
Estábamos muy bien pero queríamos y podíamos estar mejor. Yo me hice estudios de mecánica de fluidos je, seminología y demás, genéricos, nada muy complicado y todo salió relativamente bien, según un doctor ciego que nos estaba tratado a ese respecto. Idealmente, el problema es que no existía el ambiente propicio para que se diera la concepción, por lo que nos recetaron un medicamento prometía propiciar el entorno para que little luis pudiera llegar a fecundar a round astrid. Ella investigó los efectos de ese fármaco en internet y fue la primera vez que escuché las mejores palabras de mi vida: "¡Vamos a tener gemelos!"
Parte de esta serie:
¡¡¡ letem bi lait !!!
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lunes, 25 de junio de 2012
viernes, 22 de junio de 2012
... Un héroe de mentiras ...
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Antier me enfermé. Mejor dicho, el lunes de la semana pasada sentí una picazón conocida entre mis amígdalas. Mi yo hipocondriaco estuvo a punto de recurrir al testamento para asegurar que mis deudos se quedaran con el salario mínimo mensual que me queda en el banco, pero mi yo PapáGalleta me dijo que no era para tanto, así que recurrí a mi dealer personal de medicamentos -guapísima- para una buena dosis de antibiótico, esto tomando en cuenta que los otros tres integrantes de la familia Galleta habían tenido infeccioncitas e infeccionsotas en la garganta en los días precedentes.
Tomando el antibiótico me sentí fuerte y poderoso, sano y grandioso, tanto que hasta fui a mi primera clase de artes marciales mixtas como ya expliqué en el post anterior. Cabe mencionar que mi tratamiento antibiótico que funcionó tan de maravilla, constó de siete días. El domingo fue mi último dia y el lunes por la noche, después de haber sobrevivido el día al dolor inmenso, ggggrrrraaaaaaarrrrrrggghhhhhhh, la picazón familiar en la garganta me carraspeó. LPQLP, ¡No puedo pasarme toda la vida tomando antibióticos! Decidí resistir, pero el conocido dolor de extremidas acompañado de un frío que hiela los huesos se presentó de madrugada. Le eché la culpa al desgarrador ejercicio/castigo al que fui sometido horas ha y al frío remanente del huracán Carlotta que por esos días (y hasta ahora) (des)asola la parte central del país.
Afortunadamente, no tuve fiebre, así que decidí tratarme con antihistamínicos, que sirvieron para maldita la cosa. Por si fuera poco, las cosas en el trabajo se volvieron un tanto pesadas, ya sea porque el jefe está de vacaciones pero no deja el teléfono en paz, ya sea porque el HDP del que ya he hablado sigue incrementando el nivel de llamadera de atención, ya sea porque he manejado hasta el hartazgo por el tráfico y el calor bochornoso de los días nublados. En fin. No ha sido una gran semana porque tampoco he tenido tanto tiempo com quisiera para escribir, leer o videar a mis bebés que ya casi cumplen un año. Hoy en la mañana, Roi tuvo fiebre, me partió una vez más el alma, pero salió bien, todo fue un golpecito de calor porque salió el sol por un rato o porque le están saliendo dientes nuevos o porque ayer le dije que cuando él me necesitara me lo dijera y me iba a pasar mucho tiempo con él. Él está bien, Matingo está bien y yo estoy fenomenal por eso.
Pero llego al trabajo y me dicen que, el compañerito que se quedó a cargo -del teléfono para recibir instrucciones- en ausencia del jefe por vacaciones, mismo compañerito que desde siempre se quejaba incesantemente del actuar de gran jefe, ¡está actuando y decidiendo tal y com lo haría aquel! ¿Papas? ¿De verdad será muy difícil asumir un cotito de poder y enloquecer? ¿O acaso yo estoy mal y de este lado las cosas se ven mucho más sencillas?
Porque una cosa es la responsabilidad y el cumplimiento de la ley y de las obligaciones, pero otra muy distinta es el permitir que otros jefes -que ni siquiera son los nuestros- te tengan agarrado de los güevos sin hacer nada por siquiera aflojar el apriete. Le agradezco la intención de dar salida a los que ya no tenemos nada que hacer, incluso le agradezco la buena voluntad de cambiar guardias y días en aras de una mejor convivencia; pero de ahí a tomar las mismas decisiones que tanto criticaste en el pasado reciente -no más de dos semanas-, hay una gran diferencia.
Siempre digo y aseguro que el respeto se gana, obviamente el inherente a cada individuo por su misma y falible condición se da de una manera gratuita, pero ¿cómo tenerle respeto a quien se contradice en dos frases? ¿Cómo asegurar que un trabajo está bien hecho cuando no se ha tenido la oportunidad de hacerlo? Si algún día me encuentro en esa posición, ¿yo también cederé y enloqueceré? ¿Por qué no seguir una congruencia elemental? ¿O será que la incongruencia y la complicación son cualidades esenciales de todo líder?
Yo por eso, no soy ni amlover, ni 132, ni verdebot ni nada. A veces los líderes se imponen y a veces nacen y a veces son elegidos y nosotros, el peladaje, jamás nos enteramos hasta que ya es demasiado tarde. Tal vez lo que resta es hacer lo mejor con el tiempo que se nos dio y con las cosas a nuestro alrededor, siempre creciendo, sin dejarse influir por líder alguno, positivo o negativo que pueda hacernos decrecer, achaparrarnos. Lo mejor es caminar siempre adelante con la frente bien al frente, con nuestras maletas en mano y el alma limpia para lo que siga.
Mis mocos se rehusan a salir mientras el líquido nasal fluye y confluye deteniendo y cambiando ganas y planes, pero ni una gota ha caído a mi iPad, que es donde humildemente escribo este posto. Lo único que siempre he querido es el bienestar para los míos y para mí. Los ciclos son históricos y los errores son genéricos (como el que haya escrito herrores y el autocorrector lo haya mmmm pues corregido). Si el nuevo comete los mismos errores del anterior, no será conveniente preguntarnos si en realidad, los que vivimos en el error somos otros y ¿qué rayos estamos haciendo mal?
¡¡¡ letem bi lait !!!
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Antier me enfermé. Mejor dicho, el lunes de la semana pasada sentí una picazón conocida entre mis amígdalas. Mi yo hipocondriaco estuvo a punto de recurrir al testamento para asegurar que mis deudos se quedaran con el salario mínimo mensual que me queda en el banco, pero mi yo PapáGalleta me dijo que no era para tanto, así que recurrí a mi dealer personal de medicamentos -guapísima- para una buena dosis de antibiótico, esto tomando en cuenta que los otros tres integrantes de la familia Galleta habían tenido infeccioncitas e infeccionsotas en la garganta en los días precedentes.
Tomando el antibiótico me sentí fuerte y poderoso, sano y grandioso, tanto que hasta fui a mi primera clase de artes marciales mixtas como ya expliqué en el post anterior. Cabe mencionar que mi tratamiento antibiótico que funcionó tan de maravilla, constó de siete días. El domingo fue mi último dia y el lunes por la noche, después de haber sobrevivido el día al dolor inmenso, ggggrrrraaaaaaarrrrrrggghhhhhhh, la picazón familiar en la garganta me carraspeó. LPQLP, ¡No puedo pasarme toda la vida tomando antibióticos! Decidí resistir, pero el conocido dolor de extremidas acompañado de un frío que hiela los huesos se presentó de madrugada. Le eché la culpa al desgarrador ejercicio/castigo al que fui sometido horas ha y al frío remanente del huracán Carlotta que por esos días (y hasta ahora) (des)asola la parte central del país.
Afortunadamente, no tuve fiebre, así que decidí tratarme con antihistamínicos, que sirvieron para maldita la cosa. Por si fuera poco, las cosas en el trabajo se volvieron un tanto pesadas, ya sea porque el jefe está de vacaciones pero no deja el teléfono en paz, ya sea porque el HDP del que ya he hablado sigue incrementando el nivel de llamadera de atención, ya sea porque he manejado hasta el hartazgo por el tráfico y el calor bochornoso de los días nublados. En fin. No ha sido una gran semana porque tampoco he tenido tanto tiempo com quisiera para escribir, leer o videar a mis bebés que ya casi cumplen un año. Hoy en la mañana, Roi tuvo fiebre, me partió una vez más el alma, pero salió bien, todo fue un golpecito de calor porque salió el sol por un rato o porque le están saliendo dientes nuevos o porque ayer le dije que cuando él me necesitara me lo dijera y me iba a pasar mucho tiempo con él. Él está bien, Matingo está bien y yo estoy fenomenal por eso.
Pero llego al trabajo y me dicen que, el compañerito que se quedó a cargo -del teléfono para recibir instrucciones- en ausencia del jefe por vacaciones, mismo compañerito que desde siempre se quejaba incesantemente del actuar de gran jefe, ¡está actuando y decidiendo tal y com lo haría aquel! ¿Papas? ¿De verdad será muy difícil asumir un cotito de poder y enloquecer? ¿O acaso yo estoy mal y de este lado las cosas se ven mucho más sencillas?
Porque una cosa es la responsabilidad y el cumplimiento de la ley y de las obligaciones, pero otra muy distinta es el permitir que otros jefes -que ni siquiera son los nuestros- te tengan agarrado de los güevos sin hacer nada por siquiera aflojar el apriete. Le agradezco la intención de dar salida a los que ya no tenemos nada que hacer, incluso le agradezco la buena voluntad de cambiar guardias y días en aras de una mejor convivencia; pero de ahí a tomar las mismas decisiones que tanto criticaste en el pasado reciente -no más de dos semanas-, hay una gran diferencia.
Siempre digo y aseguro que el respeto se gana, obviamente el inherente a cada individuo por su misma y falible condición se da de una manera gratuita, pero ¿cómo tenerle respeto a quien se contradice en dos frases? ¿Cómo asegurar que un trabajo está bien hecho cuando no se ha tenido la oportunidad de hacerlo? Si algún día me encuentro en esa posición, ¿yo también cederé y enloqueceré? ¿Por qué no seguir una congruencia elemental? ¿O será que la incongruencia y la complicación son cualidades esenciales de todo líder?
Yo por eso, no soy ni amlover, ni 132, ni verdebot ni nada. A veces los líderes se imponen y a veces nacen y a veces son elegidos y nosotros, el peladaje, jamás nos enteramos hasta que ya es demasiado tarde. Tal vez lo que resta es hacer lo mejor con el tiempo que se nos dio y con las cosas a nuestro alrededor, siempre creciendo, sin dejarse influir por líder alguno, positivo o negativo que pueda hacernos decrecer, achaparrarnos. Lo mejor es caminar siempre adelante con la frente bien al frente, con nuestras maletas en mano y el alma limpia para lo que siga.
Mis mocos se rehusan a salir mientras el líquido nasal fluye y confluye deteniendo y cambiando ganas y planes, pero ni una gota ha caído a mi iPad, que es donde humildemente escribo este posto. Lo único que siempre he querido es el bienestar para los míos y para mí. Los ciclos son históricos y los errores son genéricos (como el que haya escrito herrores y el autocorrector lo haya mmmm pues corregido). Si el nuevo comete los mismos errores del anterior, no será conveniente preguntarnos si en realidad, los que vivimos en el error somos otros y ¿qué rayos estamos haciendo mal?
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Vainilla con:
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terrorismo,
trabajo
lunes, 18 de junio de 2012
... ¿Qué qué qué qué qué? ¡Naaaaaah! ...
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Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Aclaración pertinente para lo que están a punto de leer. No me imagino ni pienso que den por verídica la información tan increíble, y no obstante tan sencilla que voy a relatarles, refiriéndome a un caso que hasta mis sentidos de niegan a aceptar. Sin embargo, no estoy loco, ni tampoco estaba soñando. Y así, antes de morir de dolor, quiero descansar mis patas.
Hoy fue mi primera clase de Artes Marciales Mixtas, en realidad yo quería entrar a caminata, pero mi mamá dijo: "¡Usted es un hombrecito"! No es cierto, en realidad quería entrar a box, pero mis horarios laborales tan flexibles me hicieron imposible entrar esta semana, y cierto es que el cumpleaños de los bebés está a la vuelta de la esquina, y mi panza ya le da la vuelta a la cama, además de mis brazos flacuchos, mi espalda encorvada y mis piernas cansinas. Estoy cien por ciento seguro que uno de los entrenamientos más completos -amén de lo que representa la práctica misma del deporte- que existen es el del boxeo. No están usted para saberlo ni yo para contarlo, pero mi abuelo, mi Papá E, era un gran fanático de los Martes de la Coliseo, aunque nunca me llevó, bueno, es que cuando mi hermano y yo ya teníamos edad y facha para ir a las funciones, a mi abuelo ya le había asqueado todo lo que envuelve a tan corrupto deporte a nivel profesional. En fin, que el entrenamiento es muy completo, riguroso y extenuante, tanto que se promete una excelente condición física en un mes -obvio, sin faltar a ninguna clase-.
El punto es que ya me urge hacer algo de ejercicio para no dar pena ajena en la fiesta de los bebecos. Por lo tanto, esta semana que los horarios mi trabajo interfieren con los horarios del box, entré a la clase de artes marciales mixtas. Lo que los nacos conocen como "valetodo" -que no es tal-, y los más nacos aún disfrutan por televisión en la UFC. Y me duele todo mi estúpido y sensual cuerpo. Y mis ojos (verdes, hermosos) se llenaron de lagrimitas de cocodrilo por tanto dolor al que fui expuesto. Pues no era el único nuevo, pero sí el más bonito, así que las moles se me dejaron venir encima, lastimando mi suavidad y haciéndome sudar hasta el vaso de Ades que me desayuné el viernes pasado. Y aaaaaah, qué rico se siente sudar tanto, así sea porque el dolor apareció al hacer la danza irlandesa, una especie de tortura china (o irlandesa) que consiste en subir y bajar rítmicamente uno y otro pie a una llanta de trailer, dando brinquitos, al tiempo que con una barra sorprendentemente pesada, hacer curls de hombro. ¡Hórrido! Pero altamente gratificante una vez que termina, oh sí.
En fin, fui aplastado, arrastrado y torcido, pero me gustó. O bueno, me gusta e concepto, obvio no me gusta ser arrastrado, torcido y aplastado, pero me va a gustar el resultado una vez que el orgullo de mi constancia me vea llegar a la meta deseada. Ya la siguiente semana estaré en el box, haciendo de mis puños armas mortales.
...
Que por poco fueron puestos a prueba el sábado pasado, cuando saliendo del festejo de cumpleaños de mi mamá, un tipejo imbécil y en evidente estado de ebriedad, no quiso detenerse ni evitar que el coche que tan afablemente conducía mi Astrid (con galletas a bordo, claro), y además de casi colisionar con nosotros, se paró justo frente al auto haciéndonos imposible la salida. No sería nada del otro mundo, pues bravucones similares suelen cansarse si uno los ignora olímpicamente, pero éste en específico, se bajó del auto, y cuando miré, ya estaba y abajo también y frente a él, solicitándole de la manera más atenta, que parara de mamar, que quitara su espantoso tsuru de en medio y que dejara que gritarle improperios a la dueña de mi alma.
El pobre tipo apenas y podía mantenerse en pie, pero decidido sacó su teléfono ladrillo y en un amago de llamar a a policía, comenzó también a pelearse con toda la familia que salió en defensa de nuestro honor. Ni siquiera sabia lo que quería, en un afán de controlar la situación, me acerqué al copiloto de su auto, que era una señora con un bebé en brazos -arriesgando su seguridad-, y que además traía a otra niña pequeña en el asiento posterior. Le pedí amablemente que hablara con su beodo marido y le dijera que sí, que parara de mamar y que se fueran a seguir la fiesta en paz. Pero la señora también comenzó a agredirme y a hablar mal del manejo de mi vida; acto seguido, el borracho idiota golpea su propio auto dándole un severo puntapié en una de las facias y golpeando el vidrio para exigirle a gritos a su señora que cerrara elvidrioputamadre ...
Mi tío, que no se caracteriza por su dulzura, trajo su camioneta para empujar el auto y que nosotros pudiéramos emprender la graciosa huida, pero el tipejo se amarró haciendo imposible su empuje. Se puso peor, amenazó con policía, ajustadores de seguros y la bruja del setenta y uno; volvió a amagar con llamar por teléfono, pero no se pudo, su saldo amigo se había agotado, quizás años atrás. El alcohol lo envalentonaba pues al menos había siete tipos frente a él, pero terminó por asustarse cuando el Vader, el perro de mi primo, se asomó con su babosa cara de bull-terrier por la ventana de la camioneta. Ahí se subió a su autito y se largó, quedándose en la esquina y llamando desde una caseta. Astrid, las galletas y yo nos echamos de reversa, y escoltados por la camioneta de mi tío, mi hermano y otra tía, tomamos una ruta alterna para escapar de ahí lo antes posible.
No estábamos asustados, pero ahí quien quiera, ahí quien ose poner un dedo o un vituperio en el amor de mi vida, o en los amos de mi vida, ¡porque ya estoy en clases de box, estúpidooooooooo!
¡¡¡ letem bi lait !!!
Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Aclaración pertinente para lo que están a punto de leer. No me imagino ni pienso que den por verídica la información tan increíble, y no obstante tan sencilla que voy a relatarles, refiriéndome a un caso que hasta mis sentidos de niegan a aceptar. Sin embargo, no estoy loco, ni tampoco estaba soñando. Y así, antes de morir de dolor, quiero descansar mis patas.
Hoy fue mi primera clase de Artes Marciales Mixtas, en realidad yo quería entrar a caminata, pero mi mamá dijo: "¡Usted es un hombrecito"! No es cierto, en realidad quería entrar a box, pero mis horarios laborales tan flexibles me hicieron imposible entrar esta semana, y cierto es que el cumpleaños de los bebés está a la vuelta de la esquina, y mi panza ya le da la vuelta a la cama, además de mis brazos flacuchos, mi espalda encorvada y mis piernas cansinas. Estoy cien por ciento seguro que uno de los entrenamientos más completos -amén de lo que representa la práctica misma del deporte- que existen es el del boxeo. No están usted para saberlo ni yo para contarlo, pero mi abuelo, mi Papá E, era un gran fanático de los Martes de la Coliseo, aunque nunca me llevó, bueno, es que cuando mi hermano y yo ya teníamos edad y facha para ir a las funciones, a mi abuelo ya le había asqueado todo lo que envuelve a tan corrupto deporte a nivel profesional. En fin, que el entrenamiento es muy completo, riguroso y extenuante, tanto que se promete una excelente condición física en un mes -obvio, sin faltar a ninguna clase-.
El punto es que ya me urge hacer algo de ejercicio para no dar pena ajena en la fiesta de los bebecos. Por lo tanto, esta semana que los horarios mi trabajo interfieren con los horarios del box, entré a la clase de artes marciales mixtas. Lo que los nacos conocen como "valetodo" -que no es tal-, y los más nacos aún disfrutan por televisión en la UFC. Y me duele todo mi estúpido y sensual cuerpo. Y mis ojos (verdes, hermosos) se llenaron de lagrimitas de cocodrilo por tanto dolor al que fui expuesto. Pues no era el único nuevo, pero sí el más bonito, así que las moles se me dejaron venir encima, lastimando mi suavidad y haciéndome sudar hasta el vaso de Ades que me desayuné el viernes pasado. Y aaaaaah, qué rico se siente sudar tanto, así sea porque el dolor apareció al hacer la danza irlandesa, una especie de tortura china (o irlandesa) que consiste en subir y bajar rítmicamente uno y otro pie a una llanta de trailer, dando brinquitos, al tiempo que con una barra sorprendentemente pesada, hacer curls de hombro. ¡Hórrido! Pero altamente gratificante una vez que termina, oh sí.
En fin, fui aplastado, arrastrado y torcido, pero me gustó. O bueno, me gusta e concepto, obvio no me gusta ser arrastrado, torcido y aplastado, pero me va a gustar el resultado una vez que el orgullo de mi constancia me vea llegar a la meta deseada. Ya la siguiente semana estaré en el box, haciendo de mis puños armas mortales.
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Que por poco fueron puestos a prueba el sábado pasado, cuando saliendo del festejo de cumpleaños de mi mamá, un tipejo imbécil y en evidente estado de ebriedad, no quiso detenerse ni evitar que el coche que tan afablemente conducía mi Astrid (con galletas a bordo, claro), y además de casi colisionar con nosotros, se paró justo frente al auto haciéndonos imposible la salida. No sería nada del otro mundo, pues bravucones similares suelen cansarse si uno los ignora olímpicamente, pero éste en específico, se bajó del auto, y cuando miré, ya estaba y abajo también y frente a él, solicitándole de la manera más atenta, que parara de mamar, que quitara su espantoso tsuru de en medio y que dejara que gritarle improperios a la dueña de mi alma.
El pobre tipo apenas y podía mantenerse en pie, pero decidido sacó su teléfono ladrillo y en un amago de llamar a a policía, comenzó también a pelearse con toda la familia que salió en defensa de nuestro honor. Ni siquiera sabia lo que quería, en un afán de controlar la situación, me acerqué al copiloto de su auto, que era una señora con un bebé en brazos -arriesgando su seguridad-, y que además traía a otra niña pequeña en el asiento posterior. Le pedí amablemente que hablara con su beodo marido y le dijera que sí, que parara de mamar y que se fueran a seguir la fiesta en paz. Pero la señora también comenzó a agredirme y a hablar mal del manejo de mi vida; acto seguido, el borracho idiota golpea su propio auto dándole un severo puntapié en una de las facias y golpeando el vidrio para exigirle a gritos a su señora que cerrara elvidrioputamadre ...
Mi tío, que no se caracteriza por su dulzura, trajo su camioneta para empujar el auto y que nosotros pudiéramos emprender la graciosa huida, pero el tipejo se amarró haciendo imposible su empuje. Se puso peor, amenazó con policía, ajustadores de seguros y la bruja del setenta y uno; volvió a amagar con llamar por teléfono, pero no se pudo, su saldo amigo se había agotado, quizás años atrás. El alcohol lo envalentonaba pues al menos había siete tipos frente a él, pero terminó por asustarse cuando el Vader, el perro de mi primo, se asomó con su babosa cara de bull-terrier por la ventana de la camioneta. Ahí se subió a su autito y se largó, quedándose en la esquina y llamando desde una caseta. Astrid, las galletas y yo nos echamos de reversa, y escoltados por la camioneta de mi tío, mi hermano y otra tía, tomamos una ruta alterna para escapar de ahí lo antes posible.
No estábamos asustados, pero ahí quien quiera, ahí quien ose poner un dedo o un vituperio en el amor de mi vida, o en los amos de mi vida, ¡porque ya estoy en clases de box, estúpidooooooooo!
¡¡¡ letem bi lait !!!
Vainilla con:
abuelos,
accidentes,
odio a la gente,
Pablo
jueves, 14 de junio de 2012
... Siniestra enajenación ...
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Muchas cosas hay en este valle de lágrimas que simplemente no entiendo. Los conceptos de geografía política son sencillos, son tan fáciles que las mentes más obnubiladas se desgañitan tratando de comprender el porqué de tanta ductilidad. Izquierda, derecha, arriba, enfrente ... No hay que verlos -a los conceptos- con respeto, ni siquiera lo merecen. Aquellos que defienden las teorías como algo irreductible, son los mismos que han prostituido todos y cada uno de los preceptos ineludibles de la geometría y geografía política.
Bertrand Russell no se equivocaba al decir que si uno no es socialista a los dieciocho años, es un imbécil; mientras que el que sigue siendo socialista a los treinta, lo es aún más. Porque estamos todos de acuerdo -y si no, ¡sáquese a ganar dinero!-, que los ánimos comunistoides y de igualdad de los espíritus sobre los individuos y mafufadas semejantes, se nos disminuyen cuando nos dan nuestro primer cheque quincenal, por diminuto que éste sea. Así mismo, las ganas de cambiar al mundo de lado por nuestras polainas ideológicas, se nos terminan definitivamente cuando dejamos de subirnos al metro y nos compramos nuestro primer coche.
Y no olvido decir que, léase lo que se lea, el ánimo de la trascendencia no se crea, ¡no por Dios! Las ganas de ser, de caer y de trascender nacen con el propio individuo, y mueren con el mismo, por supuesto, no mueren de inanición ni de inacción, simplemente se duermen. Aunque hay quienes se las pasan dormidos toda su reverenda vida. No me gusta hablar mal de la gente (AY AJÁÁÁÁÁ JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA), pero quienes tienen el cerebro hecho caca ideológica, no me parecen dignos del más mínimo respeto. Lo he dicho y lo repito, "la mal llamada izquierda de este país copia conceptos e ideas a las mal llamadas izquierdas latinoamericanas que, no me lo tomen a mal, están más pendejos que nosotros en once de cada diez sentidos. La mal llamada izquierda reaccionaria y revolucionaria de los países americanos que han sufrido y padecido dictaduras militares y civiles, ha pasado por cosas y horrores que en este lado del hemisferio no somos ni siquiera capaces de imaginar. ¿Quién podría comparar el Halconazo o Tlatelolco con los años de Videla, Castro, Pinochet, Stroessner, Branco, Noriega, Leonidas, Somoza, incluso Franco? ¿Quién sino los que lo vivieron podrían relatar el miedo? Hoy, la mal llamada izquierda que busca el poder enarbola conceptos y epígrafes en los que ya nadie cree fuera de Latinoamérica, y por cosas como esa, Latinoamérica se está condenando a la más triste de las irrelevancias".
Seguro que los más -mugrosos- radicales se justificarán aduciendo que ellos no pertenecen a la izquierda que busca el poder, que solamente pertenecen a la izquierda que busca y lucha por la justicia. OIESAMAMADA. En esta vida petaca hay que tomar un partido, elegir un lado y si no nos gusta ni nos llena, cambiar, nadie dice que eso no se vale. También estoy cierto en que para ser completamente objetivo, se necesita estar muerto por dentro. Todos tenemos un perro y un dueño, y eso no nos lo enseñan en la Facultad de Sociología, eso es mero sentido común, claridad de pensamiento y larguedad de miras, cosas que les faltan a muchos gritones izquierdosos.
Porque es una realidad, mugrosos hay en todos los espectros de la política, la ideología y en general de la vida. Y si es, cierto que todos somos iguales, también lo es que hay unos más iguales que otros. Una de mis máximas de la existencia es que: NO HAY NADA MÁS INJUSTO QUE TRATAR COMO IGUALES A LOS QUE SON DIFERENTES. Porque aunque en una visión humanista, todos los seres humanos somos iguales en competencia y relevancia, en una visión más cosmogónica y universal, cada quien es responsable de su propia competencia y de su propia (ir)relevancia, es la verdad. No me quiero imaginar cómo van a crecer los hijos de quien se ufana de su no-progreso en aras de una filosofía trasnochada y medieval. Porque para los que obtuvimos conciencia del mundo después de que cayó el Muro de Berlín, las guerras frías entre comunismo y capitalismo nos parecen punto menos que medievales. El mundo está cambiando mucho y muy rápido, y quien no se suba se va a quedar y en la segunda vuelta, el mundo lo va a aplastar.
De los jóvenes es el reino de los cielos, dicen. Lo que no nos dicen es que para ser joven, no es requisito ser pendejo, ofendiendo. Los que ondean banderas ajenas son suyas, que con su pan se lo coman; los que lo hacen con las propias, perderán cien veces antes de triunfar, pero eventualmente lo harán, y entonces su reino no tendrá fin. Creo en la naturaleza del hombre antes que en los hombres per se, creo firmemente en las máximas capacidades del individuo, pero también -y lamentablemente- creo en que el motor que mueve a este mundo es la estupidez. No se puede obligar a las personas a pensar como uno, ni tampoco se puede forzar un 'inception' globalmente, el creer que todo el mundo piensa como uno es la peor idiotez que puede existir. No se necesita leer de todo para opinar, pero sí leí a Lipovesky y me cagó la madre. Los viejos adoctrinados en el rojillismo más arcaico que van por la vida, teorías por delante, minimizando a los que opinan distinto no me merecen el mínimo aprecio ni la más remota consideración.
Lástima que en este blog no se discrimina por cuestiones de raza, sexo, preferencia sexual, religión, edad o filiación política; porque la única razón por la que yo podría discriminarlos es por ser estúpidos, y a veces ni eso. Voten el primero de julio por quien quieran, pero voten, o no, da igual, cada quien será responsable por sus posaderas. Yo no tengo el voto decidido y mucho me temo que no lo tendré a tiempo, pero no importa, estoy seguro de que el dos de julio me voy a despertar con la conciencia tranquila y feliz, porque nada debo y nada temo. Quien me quiere es bienvenido a mi casa y a quien mi forma de vivir le parece ideológicamente inaceptable, bueno, los invitados a las fiestas siempre sobran.
Yo agradezco la visión que me abrió el maestro Francisco José Amparán, que Dios lo tenga en su regazo, porque hasta para reírse de los demás y sus atinadísimas opiniones, hay que saber reírse de uno mismo y no tomarse la vida tan en serio. Pues, gane quien gane las elecciones del primero de julio, nosotros, el peladaje, seguiremos estando igual de jodidos y radiantes como Benedetti lo estuvo siempre. Felices o infelices en cada uno de los instantes de nuestras vidas petacas, sin la imperiosa necesidad de quejarnos amargamente porque una mosca vuela o porque una mole se nos sienta enfrente, quejándonos de una manera divertida de la ironía que significa estar vivo en los tiempos que corren, y por supuesto, hacer en la medida de nuestra falible condición humana, que nuestro mundo sea un poco mejor a cada instante, por nuestros padres y por nuestros hijos ...
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Muchas cosas hay en este valle de lágrimas que simplemente no entiendo. Los conceptos de geografía política son sencillos, son tan fáciles que las mentes más obnubiladas se desgañitan tratando de comprender el porqué de tanta ductilidad. Izquierda, derecha, arriba, enfrente ... No hay que verlos -a los conceptos- con respeto, ni siquiera lo merecen. Aquellos que defienden las teorías como algo irreductible, son los mismos que han prostituido todos y cada uno de los preceptos ineludibles de la geometría y geografía política.
Bertrand Russell no se equivocaba al decir que si uno no es socialista a los dieciocho años, es un imbécil; mientras que el que sigue siendo socialista a los treinta, lo es aún más. Porque estamos todos de acuerdo -y si no, ¡sáquese a ganar dinero!-, que los ánimos comunistoides y de igualdad de los espíritus sobre los individuos y mafufadas semejantes, se nos disminuyen cuando nos dan nuestro primer cheque quincenal, por diminuto que éste sea. Así mismo, las ganas de cambiar al mundo de lado por nuestras polainas ideológicas, se nos terminan definitivamente cuando dejamos de subirnos al metro y nos compramos nuestro primer coche.
Y no olvido decir que, léase lo que se lea, el ánimo de la trascendencia no se crea, ¡no por Dios! Las ganas de ser, de caer y de trascender nacen con el propio individuo, y mueren con el mismo, por supuesto, no mueren de inanición ni de inacción, simplemente se duermen. Aunque hay quienes se las pasan dormidos toda su reverenda vida. No me gusta hablar mal de la gente (AY AJÁÁÁÁÁ JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA), pero quienes tienen el cerebro hecho caca ideológica, no me parecen dignos del más mínimo respeto. Lo he dicho y lo repito, "la mal llamada izquierda de este país copia conceptos e ideas a las mal llamadas izquierdas latinoamericanas que, no me lo tomen a mal, están más pendejos que nosotros en once de cada diez sentidos. La mal llamada izquierda reaccionaria y revolucionaria de los países americanos que han sufrido y padecido dictaduras militares y civiles, ha pasado por cosas y horrores que en este lado del hemisferio no somos ni siquiera capaces de imaginar. ¿Quién podría comparar el Halconazo o Tlatelolco con los años de Videla, Castro, Pinochet, Stroessner, Branco, Noriega, Leonidas, Somoza, incluso Franco? ¿Quién sino los que lo vivieron podrían relatar el miedo? Hoy, la mal llamada izquierda que busca el poder enarbola conceptos y epígrafes en los que ya nadie cree fuera de Latinoamérica, y por cosas como esa, Latinoamérica se está condenando a la más triste de las irrelevancias".
Seguro que los más -mugrosos- radicales se justificarán aduciendo que ellos no pertenecen a la izquierda que busca el poder, que solamente pertenecen a la izquierda que busca y lucha por la justicia. OIESAMAMADA. En esta vida petaca hay que tomar un partido, elegir un lado y si no nos gusta ni nos llena, cambiar, nadie dice que eso no se vale. También estoy cierto en que para ser completamente objetivo, se necesita estar muerto por dentro. Todos tenemos un perro y un dueño, y eso no nos lo enseñan en la Facultad de Sociología, eso es mero sentido común, claridad de pensamiento y larguedad de miras, cosas que les faltan a muchos gritones izquierdosos.
Porque es una realidad, mugrosos hay en todos los espectros de la política, la ideología y en general de la vida. Y si es, cierto que todos somos iguales, también lo es que hay unos más iguales que otros. Una de mis máximas de la existencia es que: NO HAY NADA MÁS INJUSTO QUE TRATAR COMO IGUALES A LOS QUE SON DIFERENTES. Porque aunque en una visión humanista, todos los seres humanos somos iguales en competencia y relevancia, en una visión más cosmogónica y universal, cada quien es responsable de su propia competencia y de su propia (ir)relevancia, es la verdad. No me quiero imaginar cómo van a crecer los hijos de quien se ufana de su no-progreso en aras de una filosofía trasnochada y medieval. Porque para los que obtuvimos conciencia del mundo después de que cayó el Muro de Berlín, las guerras frías entre comunismo y capitalismo nos parecen punto menos que medievales. El mundo está cambiando mucho y muy rápido, y quien no se suba se va a quedar y en la segunda vuelta, el mundo lo va a aplastar.
De los jóvenes es el reino de los cielos, dicen. Lo que no nos dicen es que para ser joven, no es requisito ser pendejo, ofendiendo. Los que ondean banderas ajenas son suyas, que con su pan se lo coman; los que lo hacen con las propias, perderán cien veces antes de triunfar, pero eventualmente lo harán, y entonces su reino no tendrá fin. Creo en la naturaleza del hombre antes que en los hombres per se, creo firmemente en las máximas capacidades del individuo, pero también -y lamentablemente- creo en que el motor que mueve a este mundo es la estupidez. No se puede obligar a las personas a pensar como uno, ni tampoco se puede forzar un 'inception' globalmente, el creer que todo el mundo piensa como uno es la peor idiotez que puede existir. No se necesita leer de todo para opinar, pero sí leí a Lipovesky y me cagó la madre. Los viejos adoctrinados en el rojillismo más arcaico que van por la vida, teorías por delante, minimizando a los que opinan distinto no me merecen el mínimo aprecio ni la más remota consideración.
Lástima que en este blog no se discrimina por cuestiones de raza, sexo, preferencia sexual, religión, edad o filiación política; porque la única razón por la que yo podría discriminarlos es por ser estúpidos, y a veces ni eso. Voten el primero de julio por quien quieran, pero voten, o no, da igual, cada quien será responsable por sus posaderas. Yo no tengo el voto decidido y mucho me temo que no lo tendré a tiempo, pero no importa, estoy seguro de que el dos de julio me voy a despertar con la conciencia tranquila y feliz, porque nada debo y nada temo. Quien me quiere es bienvenido a mi casa y a quien mi forma de vivir le parece ideológicamente inaceptable, bueno, los invitados a las fiestas siempre sobran.
Yo agradezco la visión que me abrió el maestro Francisco José Amparán, que Dios lo tenga en su regazo, porque hasta para reírse de los demás y sus atinadísimas opiniones, hay que saber reírse de uno mismo y no tomarse la vida tan en serio. Pues, gane quien gane las elecciones del primero de julio, nosotros, el peladaje, seguiremos estando igual de jodidos y radiantes como Benedetti lo estuvo siempre. Felices o infelices en cada uno de los instantes de nuestras vidas petacas, sin la imperiosa necesidad de quejarnos amargamente porque una mosca vuela o porque una mole se nos sienta enfrente, quejándonos de una manera divertida de la ironía que significa estar vivo en los tiempos que corren, y por supuesto, hacer en la medida de nuestra falible condición humana, que nuestro mundo sea un poco mejor a cada instante, por nuestros padres y por nuestros hijos ...
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miércoles, 6 de junio de 2012
... I wish you'd known me when i was alive ...
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Dicen en Amores perros que si quieres hacer reír a Dios, le cuentes tus planes. Uno nunca sabe qué es lo que viene a la vuelta de la esquina, uno nunca sabe de qué sabor es la freska hasta que la muerde. La vida es como una caja de bombones. Elvis Costello dice -en God's Comic- que cuando muere tiene miedo, y hablando de la muerte un puede perderse, quebrarse. Todos tenemos personas favoritas en el mundo, en mi caso, mis tres personas favoritas en el mundo son pequeñas (dos más pequeñas que otra) y sin embargo son muy grandes. En alma y en proyección y en grandeza y en grandura y en belleza por supuesto.
Todo lo dicho a ese respecto se quedó corto cuando, la nana de los bebés llegó a casa con los ojos llorosos temiendo por su hija -o algo así entendí-. Carajo, si mi alma se rompe cada vez que Matingo le araña la cara a Roi, cada vez que mi Rodi le estampa la cabeza en el suelo a Matito; misma alma que se autorepara cuando los miro sonreír entre sueños, cuando se dan cuenta de que los dedos en los labios hacen un sonido gracioso y ríen y suenan más, cuando tratan de alcanzarme aunque siempre les gane, cuando dan maromas en el sillón para liberarse de mi abrazo y ganarme. No podría ni siquiera pensar en perder a alguna de mis personas favoritas, ni siquiera a alguna de mis personas menos favoritas, si por mí fuera no perdería jamás a nadie.
Hace dos, tres años tuve miedo por mi abuelo, el único que me queda. Hace dos fines de semana, de regreso de unas mini vacaciones, Astrid y yo platicábamos de la intermitencia de la muerte, de su inevitabilidad y del miedo que nos provoca; no hay peor miedo que el miedo de la duda, y no hay peor duda que la que nos revela nuestra falible condición humana. Las dudas del porvenir contra las dudas del pasado no se ven tan terroríficas y, sin embargo, son las que nos quitan la mayoría de los sueños; el hubiera contra el qué tal si ...
A veces me gustaría ser más como Mateo, que no le teme a nada ni a nadie, pero otras veces me gustaría ser como Rodrigo, que no le teme al ostracismo ni a la oscuridad ni a la soledad. Ya saben todos que mi mayor miedo -además de socializar- es al ostracismo, a la irrelevancia. Si hacia allá me dirijo inexorablemente, bueno, nunca es tarde para enmendar el camino. Soy un buen hombre, creo y trabajo todos los días para seguirlo siendo, pero esta vida petaca no venía con un instructivo en muchos idiomas ni un tutorial en Youtube. Todo se ha tenido que ir aprendiendo sobre la marcha, y siempre va a haber mucho para escribir a casa. Lo constante y la certeza es que siempre va a haber quien lo reciba ahí.
Siempre.
¡¡¡ letem bi lait !!!
Dicen en Amores perros que si quieres hacer reír a Dios, le cuentes tus planes. Uno nunca sabe qué es lo que viene a la vuelta de la esquina, uno nunca sabe de qué sabor es la freska hasta que la muerde. La vida es como una caja de bombones. Elvis Costello dice -en God's Comic- que cuando muere tiene miedo, y hablando de la muerte un puede perderse, quebrarse. Todos tenemos personas favoritas en el mundo, en mi caso, mis tres personas favoritas en el mundo son pequeñas (dos más pequeñas que otra) y sin embargo son muy grandes. En alma y en proyección y en grandeza y en grandura y en belleza por supuesto.
Todo lo dicho a ese respecto se quedó corto cuando, la nana de los bebés llegó a casa con los ojos llorosos temiendo por su hija -o algo así entendí-. Carajo, si mi alma se rompe cada vez que Matingo le araña la cara a Roi, cada vez que mi Rodi le estampa la cabeza en el suelo a Matito; misma alma que se autorepara cuando los miro sonreír entre sueños, cuando se dan cuenta de que los dedos en los labios hacen un sonido gracioso y ríen y suenan más, cuando tratan de alcanzarme aunque siempre les gane, cuando dan maromas en el sillón para liberarse de mi abrazo y ganarme. No podría ni siquiera pensar en perder a alguna de mis personas favoritas, ni siquiera a alguna de mis personas menos favoritas, si por mí fuera no perdería jamás a nadie.
Hace dos, tres años tuve miedo por mi abuelo, el único que me queda. Hace dos fines de semana, de regreso de unas mini vacaciones, Astrid y yo platicábamos de la intermitencia de la muerte, de su inevitabilidad y del miedo que nos provoca; no hay peor miedo que el miedo de la duda, y no hay peor duda que la que nos revela nuestra falible condición humana. Las dudas del porvenir contra las dudas del pasado no se ven tan terroríficas y, sin embargo, son las que nos quitan la mayoría de los sueños; el hubiera contra el qué tal si ...
A veces me gustaría ser más como Mateo, que no le teme a nada ni a nadie, pero otras veces me gustaría ser como Rodrigo, que no le teme al ostracismo ni a la oscuridad ni a la soledad. Ya saben todos que mi mayor miedo -además de socializar- es al ostracismo, a la irrelevancia. Si hacia allá me dirijo inexorablemente, bueno, nunca es tarde para enmendar el camino. Soy un buen hombre, creo y trabajo todos los días para seguirlo siendo, pero esta vida petaca no venía con un instructivo en muchos idiomas ni un tutorial en Youtube. Todo se ha tenido que ir aprendiendo sobre la marcha, y siempre va a haber mucho para escribir a casa. Lo constante y la certeza es que siempre va a haber quien lo reciba ahí.
Siempre.
¡¡¡ letem bi lait !!!
lunes, 4 de junio de 2012
... Un hombre quebrado ...
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Sin hacer alusión a nada -o a todo- lo que ocurre en estos días en el país, quisiera permitirme hacer uso de esta voz para darle salida a lo mejor que he leído en la maravillosa saga que estoy leyendo, Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin, más conocida por la serie de HBO Game of Thrones. El mismo Martin, utiliza su ilimitado talando y su gran barba blanca para darle voz al septón Meribald, una especie de sacerdote itinerante que conoce mejor que nadie al pueblo. En cierto pasaje sumamente desolador y llano, él explica:
"A los bardos les gustan las canciones de hombres buenos y hombres malvados, aunque los hombres quebrados pueden ser igual de peligrosos, pero también son dignos de compasión. Casi todos son gente sencilla, hombre del pueblo ue única habían estado a más de media legua de la casa en la que nacieron hasta que un día, un señor cualquiera se los llevó a la guerra. Mal vestidos y mal calzados, marchan tras sus estandarte, a veces sin más armas que una guadaña o una hoz, o una maza que se han hecho ellos mismos stand ña piedra a un palo con tiras de cuero. Los hermanos marchan con los hermanos; los hijos, con los padres; los amigos, con los amigos. Han oído las canciones y las anécdotas, así que caminan con el corazón anhelante, soñando con las maravillas que verán, con las riquezas y la gloria que conseguirán. La guerra les parece una gran aventura, la mayor que vivirá la mayoría de ellos.
Luego prueban el combate.
Alguns se quiebran nada más probarlo. Otros aguantan años, hasta que pierden la cuenta de las batallas en las que ha intervenido, pero alguien que sobrevive a cien combates puede quebrarse en el ciento uno. Los hermanos ven morir a sus hermanos, los padres pierden a sus hijos, los amigos ven a sus amigos tratar de volver a meterse las tripas después de que los haya rajado un hacha.
Ven caer al señor qe los llevó ahí y, de repente, otro señor les grita que ahora lo sirven a él. Reciben una herida y, cuando todavía la tienen a medio curar, reciben otra. Nunca tienen comida suficiente; el calzado se les cae a pedazos de tanto caminar; la ropa se les desgarra y se les pudre, y la mitad se caga en ls calzones porque ha bebido agua que no era potable.
Si quieren unas botas nuevas, una capa más caliente o, tal vez, un yelmo de hierro oxidado, tienen que quitárselo a un cadáver; n tardan en robar también a los vivos, a los aldeanos en cuyas tierras luchan, a hombres como los que eran antes ellos mismos. Les mata ovejas y les roban las gallinas, y de ahí a llevarse también a sus hijas sólo hay un paso. Y un dia miran a su alrededor y se dan cuenta de que todos sus parientes y amigos han desaparecido, de que luchan al lado de desconocidos y bajo un estandarte que ni siquiera identifican. No saben dónde están ni cómo volver a su hogar; el señor por el que luchan no saben cómo se llaman, pero ahí está siempre, grutándoles que formen una línea cn sus lanzas, sus hoces, sus guadañas, para defender la posición. Y los caballeros caen sobre ellos, hmbs sin rostro envueltos en acero, y el retumbar de su ataque parece llenar el mundo...
Y el hombre se quiebra.
Da media vuelta y huye, o se arrastra entre los cadáveres de los caídos, o se escabulle en plena noche y busca un lugar dónde esconderse. A esas alturas, los hombres quebrados ya ni piensan en volver a casa. Los reyes, los señores y los dioses les importan menos que n trozo de carne medio podrida que les permita vivir un día más, o n pellejo de vino agrio con el que ahogar sus miedos unas horas. Viven de día en día, de comida en comida; son más animales que humanos. En estos tiempos que corren, los hombres deben cuidarse de los hombres quebrados, y temerlos... Pero también deberían compadecerlos."
Tanto aplica para los días presentes. Los #132 y los ectivistas y los -si los hay- josefinos y los -mito- quadros
son hombres quebrados, todos y cada uno de ellos. Siguen a un líder que no los toma en cuenta, que no sabe sus nombres ni sus necesidades. No quiero manchar el texto con interpretaciones mías. En cambio, yo siempre puedo confiar en que, cuando me siento quebrar, un par de ojos -hermosos, perfectos- están ahí para mirarme... Simplemente.
¡¡¡ letem bi lait !!!
Sin hacer alusión a nada -o a todo- lo que ocurre en estos días en el país, quisiera permitirme hacer uso de esta voz para darle salida a lo mejor que he leído en la maravillosa saga que estoy leyendo, Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin, más conocida por la serie de HBO Game of Thrones. El mismo Martin, utiliza su ilimitado talando y su gran barba blanca para darle voz al septón Meribald, una especie de sacerdote itinerante que conoce mejor que nadie al pueblo. En cierto pasaje sumamente desolador y llano, él explica:
"A los bardos les gustan las canciones de hombres buenos y hombres malvados, aunque los hombres quebrados pueden ser igual de peligrosos, pero también son dignos de compasión. Casi todos son gente sencilla, hombre del pueblo ue única habían estado a más de media legua de la casa en la que nacieron hasta que un día, un señor cualquiera se los llevó a la guerra. Mal vestidos y mal calzados, marchan tras sus estandarte, a veces sin más armas que una guadaña o una hoz, o una maza que se han hecho ellos mismos stand ña piedra a un palo con tiras de cuero. Los hermanos marchan con los hermanos; los hijos, con los padres; los amigos, con los amigos. Han oído las canciones y las anécdotas, así que caminan con el corazón anhelante, soñando con las maravillas que verán, con las riquezas y la gloria que conseguirán. La guerra les parece una gran aventura, la mayor que vivirá la mayoría de ellos.
Luego prueban el combate.
Alguns se quiebran nada más probarlo. Otros aguantan años, hasta que pierden la cuenta de las batallas en las que ha intervenido, pero alguien que sobrevive a cien combates puede quebrarse en el ciento uno. Los hermanos ven morir a sus hermanos, los padres pierden a sus hijos, los amigos ven a sus amigos tratar de volver a meterse las tripas después de que los haya rajado un hacha.
Ven caer al señor qe los llevó ahí y, de repente, otro señor les grita que ahora lo sirven a él. Reciben una herida y, cuando todavía la tienen a medio curar, reciben otra. Nunca tienen comida suficiente; el calzado se les cae a pedazos de tanto caminar; la ropa se les desgarra y se les pudre, y la mitad se caga en ls calzones porque ha bebido agua que no era potable.
Si quieren unas botas nuevas, una capa más caliente o, tal vez, un yelmo de hierro oxidado, tienen que quitárselo a un cadáver; n tardan en robar también a los vivos, a los aldeanos en cuyas tierras luchan, a hombres como los que eran antes ellos mismos. Les mata ovejas y les roban las gallinas, y de ahí a llevarse también a sus hijas sólo hay un paso. Y un dia miran a su alrededor y se dan cuenta de que todos sus parientes y amigos han desaparecido, de que luchan al lado de desconocidos y bajo un estandarte que ni siquiera identifican. No saben dónde están ni cómo volver a su hogar; el señor por el que luchan no saben cómo se llaman, pero ahí está siempre, grutándoles que formen una línea cn sus lanzas, sus hoces, sus guadañas, para defender la posición. Y los caballeros caen sobre ellos, hmbs sin rostro envueltos en acero, y el retumbar de su ataque parece llenar el mundo...
Y el hombre se quiebra.
Da media vuelta y huye, o se arrastra entre los cadáveres de los caídos, o se escabulle en plena noche y busca un lugar dónde esconderse. A esas alturas, los hombres quebrados ya ni piensan en volver a casa. Los reyes, los señores y los dioses les importan menos que n trozo de carne medio podrida que les permita vivir un día más, o n pellejo de vino agrio con el que ahogar sus miedos unas horas. Viven de día en día, de comida en comida; son más animales que humanos. En estos tiempos que corren, los hombres deben cuidarse de los hombres quebrados, y temerlos... Pero también deberían compadecerlos."
Tanto aplica para los días presentes. Los #132 y los ectivistas y los -si los hay- josefinos y los -mito- quadros
son hombres quebrados, todos y cada uno de ellos. Siguen a un líder que no los toma en cuenta, que no sabe sus nombres ni sus necesidades. No quiero manchar el texto con interpretaciones mías. En cambio, yo siempre puedo confiar en que, cuando me siento quebrar, un par de ojos -hermosos, perfectos- están ahí para mirarme... Simplemente.
¡¡¡ letem bi lait !!!
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