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Me gusta caminar con los ojos cerrados. El camino desde la puerta de mi casa a la entrada del fraccionamiento lo domino por completo y siempre que no haya un chamaco en bicicleta o un auto corriendo desaforadamente, soy capaz de dar hasta veinte pasos con los ojos cerrados. Podría dar más pero aún no venzo el temor de 'caerme a un hoyo' o estamparme con un poste o que un auto compacto suburbano me pase por encima o que un perro salga chillando porque lo pisé o que patee a un niño güerito de ojos azules (bueno, eso último no porque no hay niños así en este fraccionamiento).
¿Será?
Alguna vez leí o vi en la tele que hay gente que tiene tanta conciencia de los límites de su cuerpo que es capaz de hazañas maravillosas. Los límites físicos de su propio cuerpo pues. Personas en cuyos cerebros existe un detallado mapa en tres-de de sus miembros y del entorno, y que por lo tanto pueden desenvolverse en él como pez en el agua (o la analogía cliché que más les guste).
Los mejores gimnastas son de esos. Los plusmarquistas mundiales de los cien metros planos, los saltadores de altura y de longitud, o de pértiga como Yelena Isinbayeva por ejemplo ...
Pero también habemos seres súper dotados como yo que quizá nunca saltaré más de treinta centímetros de altura o un par de metros de longitud, nunca correré veloz como el viento aunque sí planeo ser un viejito constante en los torneos IronMan Senior. Quizá no sea jamás una gloria el deporte (aunque en el ajedrez le gano al Dib ps'ahuevo).
El secreto del poder consiste en encontrar al perfecto símil. Un cuerpo que se complemente idealmente en todos los aspectos básicos y no tanto. Dos almas que se entienden sin hablar, con los ojos cerrados indeed. Unas manos que saben exactamente cómo, cuándo y dónde tocar para lograr éste u otro efecto. Una combinación de latidos que aún en la distancia se reconozcan y reaccionen eléctricamente igual o más que cuando están cerca. Una piel permanente en la mía, y en la suya. Unas ganas de estar juntos que no se apagan con el agua, ni con la nieve, ni el frío ni las horas ni los husos.
Todo eso tengo, hoy más que nunca, y lo que falta ...
¡¡¡ letem bi lait !!!
jueves, 8 de octubre de 2009
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4 comentarios:
jajajaja yo también lo hago pero tengo la mala costumbre de hacerlo cuando estoy descalza y siempre me lastimo el dedo chiquito del pie outch T_T
lol wut?
Estamos conectados, siempre lo dices. No por un cable, ni por una fibra óptica, ni siquiera por un compromiso obligado. Nuestras almas se encontraron y se reconocieron porque así tenía que ser.
Y es tan maravilloso que mi otra mitad está del otro lado del océano y sin embargo, la siento tan cerca, como si la estuviera tocando.
Je t'aime!
... y lo que falta...
Que chido, chidísimo!... no me canso de sonreír cuando te leo así... (sí, sí... aunque sea unos días después...)... Solo que me encantaría verte chocar contra un poste.. jojo... anyway
CHIDO!
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