martes, 4 de agosto de 2009

... Equis son multitud ...

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Cuando el estúpido Romeo estúpidamente se mata creyendo que la estúpida Julieta está estúpidamente muerta, nació una de las más estúpidas tragedias de amor: La creencia shakespeariana de que no hay nada más romántico que luchar juntos por un amor prohibido (me dicen por las calles...).

Tú y yo contra el mundo, dicen las tarjetitas de San Valentín. And we can build this dream together, stand this storm forever, nothing's gonna stop us now, cantaba Jefferson Starship. Que se quede el infinito sin estrellas, y que pierda el ancho mar su inmensidad, le cantaban desde antaño a la dichosa piel canela. Un amor de emos masoquistas es el ideal para muchas personas, además de ser una idea cincelada en la mente de la masa.

Es feo, pienso yo, que la gente que me conoce no se confíe de mis palabras, mucho menos de mis sentimientos. Es decir, se de cierto que a veces mis ideas son inexpugnables, bueno, la mayoría de las veces. Pero lo que no entiendo es el afán en juzgar y preguntar cosas de las que a) la respuesta no les guste o b) no la crean. Si no entienden mis motivos lo menos que pueden hacer es respetarlos, creer en que no tengo razones para engañarlos y tomar mis palabras como verdades absolutas.

Que es muy pronto, que hay que esperar, que tengo que ir con calma, que temen por mi corazón (metafóricamente hablando). ¿Quién lo asegura? ¿Con qué derecho? Ya sé y lo he dicho que todos podemos opinar de lo que nos plazca, pero una opinión sobre algo que no sienten no puede ser tomada en cuenta más de lo políticamente correcto.



A pesar de que mi familia es relativamente cariñosa, o sea, nos queremos aunque no nos frecuentemos, yo no estoy acostumbrado a las multitudes familiares. Mi familia inmediata es muy pequeña, no más de veinte personas (y personajes) se dan cita en las esporádicas tertulias con motivo del cumpleaños más significativo del mes. Vamos, ni siquiera en navidad estamos juntos todos, normalmente cada uno se va con sus 'otras' familias políticas.

Debo decir que yo quiero mucho a mis abuelos, papás de mi madre y procuro verlos todos los días. Sin más afán que el de saber cómo están, regañarlos si no se cuidan lo suficiente y decirles que los quiero. Pero no sucede lo mismo con mis tíos y primos. En facebook, sólo tres de mis primos están entre mis contactos, y nunca nos escribimos cosas ni nada, a menos que sea algo muy importante o divertido o un cumpleaños. Mi tío Enrique lleva meses esperando mi aceptación a su solicitud de amigos pero nel; quiero a mis tíos, los tres me caen bien, pero de mis siete primos, sólo los tres que están en facebook me caen bien. Es cuestión de química, creo. Los quiero porque son mis primos y tengo que quererlos, pero yo sí los discrimino porque me caen mal, aunque quizá no debería, ¿o sí?

Cuando mi mamá se casó, contrajo matrimonio no solamente con el individuo perchero, sino con toda la familia perchero. Ellos son una familia grandísima. Hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos, en fin, miles y miles de parentezcos extraños pero ahí están. Sienten un bizarro placer en juntarse todos los días todo el tiempo que sea posible y hablar de las mismas cosas siempre. Al principio quisieron encajarme a esa dinámica perversa, pero no me dejé. Mi hermano era igual que yo, huraño y ermitaño y tacaño; pero desde hace poco más de dos años tiene una novia cuyo círculo familiar también es muy unido. Familias muégano. Le ha costado trabajo, pero ya está completamente integrado con ellos y es feliz.

Desde siempre había sido llanero solitario. Toda la vida había preferido quedarme en casa a ver en la televisión (¡Oh bien amada diosa de electrodos!) la estelar y divertidísima (not) programación de fin de semana que pasar el día en la calle, de paseo.

Pero este fin de semana mi perspectiva dio un vuelco tan repentino que cuando me di cuenta, estaba a medio día, en el Parque Hundido, con una niña (adorable) de un año y medio de mi mano correteando por entre los árboles en vez de estar aplastado en el sillón frente a la tele viendo perder a los PUMAS con el chundazul. Y estaba bien, estaba contento. Me sentía feliz. Me siento aún (y lo que falta), pero ese momento fue tan desconcertante como placentero.

Los ojos de mi novia mirándonos alternadamente a su sobrina y a mí. Los bracitos de Anna Paula apuntando en mi dirección mientras dice 'Luis, Luis' (o iz iz). La sonrisa nerviosa de mi abuelo cuando la saludó. La cara arrugadísima de mi abuela contándole historias. Y sobre todo, mi suegra presentándome con una sobrina suya como: 'Luis, el novio de Astrid'.

No puedo negarlo porque mi turbación frente a las multitudes me delata terminantemente. Me dan ansias o nervios por lo que vendrá. Pero no me lo quiero perder por nada del mundo.

¡Oh sí!



¡¡¡ letem bi lait !!!

11 comentarios:

la chida de la historia dijo...

Oh hell yeah!!! me encanta que seas tú quien lo diga (escriba)...

Solecito, papito, queridísimo... me encanta que estés contento y Astrid merece el premio a la paciencia y al amor ciego... jejeje... No es cierto, o sí... pero de que me gusta que lo disfrutes... CHIDO!

Ah y deja que los demás se traguen sus venenillos... no nos interesa quien no comparta nuestra felicidad (porque es compartida, eh?)...

Te mando un beso y un abrazo... ('no sirven pa'nada...!!!)

juar

Dib dijo...

Anda la osa... ¿A poco puede tener familiares en el facebook? Yo que no'más tengo a tres contactos que iban en la escuela conmigo...

Yo también soy de las personas que prefieren pasar el día en su casa, viendo la TV, jugando o en Inernet, que ir con la familia o salir o hacer cualquier cosa que requiera un esfuerzo físico mayor al de recibir mi dosis diaria de rayos catódicos (por que todavía no tengo TV de HD).

Y bueno, tu historia es chida y llegadora. Casi hasta me puso a pensar... pero no me gustan los niños.

Anónimo dijo...

Bueno el encanto de los niños es muy especial,pueden ablandar el corazón más duro. felicidades por ese encuentro con el oissss que desconocias.

Sabina dijo...

disfrútalo!!!
y ya
qué mas da lo que digan los demás?

Besos!

La Balada Despeinada dijo...

Todas esas cosas, por pequeñas que parezcan.. hacen que la vida valga la pena...

Jo dijo...

oye, me agrada que ya andes codeandote con la familia!

:D


besotes partner

Die Maan dijo...

Los niños son dan resultados en dos direcciones opuestas, te abren o cierran piernas, así de fácil sin ton ni son.

Kuruni dijo...

Esos momentos felices desconcertantes son la onda. No los estrujes para ver cómo funcionan... mejor disfrútalos.

:)

Elphaba dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Elphaba dijo...

Las palabras son muy cortas para expresarlas y el sentimiento muy grande como para ponerle una medida o un tiempo, pero si en tan poco tiempo te amo es porque te conozco de antes.
Vayamos creyendo en el destino, que es el que pone hora y sitio para encontrarse. Lo demás, es lo de menos.

pez del abismo dijo...

Me da muchisimo gusto que estes feliz como hongo en temporada de lluvia!!

Sabes? Cuando aquello del amor te llega asi de golpe, es muy bonito perderse, yo sabia que te iba a llegar, ya vi la fotito de anna paula y como habla de ella Ella, es muy enternecedor, ojala te cuide, y ojala la cuides mucho, si la escogiste, los que te apreciamos tanto, sabemos que escogiste bien y con el corazon.

Un abrazote desde el abismo!

Ya regreso la magia!

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