... La trascendencia ...

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Llega un momento en la vida de todo hombre en el que se pregunta: ¿De dónde vengo? Todo en aras de obtener un poco de perspectiva. Digo, no es lo mismo encaminarse hacia un destino previamente establecido por unos o por otros, que intentar encontrar el rumbo cuando no se sabe lo que se quiere. Es más, me atrevería a afirmar que la inmensa mayoría de la gente no sólo no sabe lo que quiere, ni sabe a dónde va, tampoco saben de donde vienen, o sea, desconocen por completo sus orígenes.

Uno se da cuenta, cuando un evento significativo en la vida ocurre. No es necesario leer La Biblia para darse cuenta de la trascendencia. Se puede ver en los ojos de quienes amamos, no es necesario que alguien reconozca mi nombre, ni siquiera mi rostro. Sé que he vencido la ignominia cuando el amor de mi vida me mira con los ojos más enamorados del universo, que no son más que el reflejo del amor que yo siento por ella ...

Siendo así, el día veinticuatro del mes octavo del año diez (sí, diez) del siglo veintiuno. Yo, Luis Galleta declaro mi victoria contra la ignorancia ancestral. He aquí la prueba incontrovertible de mi origen:

¡Alabad!





¡¡¡ letem bi lait !!!