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No soy semiólogo ni semiótico yo, ni nada parecido. Suelo no entender o entender todo mal. Tampoco soy un perro que se pone de panza cuando va a llover y mucho menos entiendo el porqué las abuelitas juran y perjuran que eso sucede en la realidad. No entiendo mucho de simbolismo y en el pasado he cometido errores que no por no ser garrafales son menos graves, al malinterpretar ciertas señales o ciertos gestos o ciertas muecas o ciertas palabras.
Tampoco soy muy dado a pensarlo todo más de una vez, a menos que sea en verdad importante. Soy un convencido de que una acción siempre genera una acción, aunque también pienso que no necesariamente tiene que ser ni de la misma fuerza ni en sentido opuesto. Newton no se equivoca, pero el pensamiento científico, crítico y experimental se cierra siempre al conocimiento intrínseco del ser humano. Miles de sensaciones que no tienen un fin último ni un objetivo delimitado, cientos de millones de conexiones y reacciones químicas no pueden darse por descontado ni mucho menos pueden ignoraras.
Es por eso que uno de mis profesores favoritos de toda la vida fue uno del que ya no recuerdo su nombre, y sin embargo me enseñó más de lógica mediante la interpretación de mis sueños que valiéndose de los silogismos tan redundantes. Los sueños pueden o no ser proféticos y/o representativos de la realidad. Mis sueños recientes acaso revelan mis deseos más profundos, y sin embargo, conscientemente sé que desde donde esté, me mira, nos mira y nos cuida ...
¡¡¡ Letem bi lait !!!
martes, 1 de febrero de 2011
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