La vida ha tratado de enseñarme a golpes de realidad que no es bueno tener expectativas. No digo que sea una mala cosa, es decir, esta vida petaca y sus cacahuates pueden intentar hacer de mí lo que les pluga. La falla en el sistema es que no lo logro entender. Me re-emputa siquiera pensar en calificarme como idealista, pero aparentemente lo soy. Maldita naturaleza y maldita estupidez de 'que la gente no cambia'.
¿Cuál es mi naturaleza?
Habría que preguntarle a quien me conoce mejor. Y ese definitivamente no soy yo. Aunque podría decir de mí mil cosas, seguramente todo serían mentiras o adulaciones caras, obvio hablaría
Todos los que creen conocerme tiene razón, en cierto sentido, claro. Algunas personas dicen que soy un cabrón, dependiendo del significado es el significante, pero me temo que acertarían. Soy buenísimo en lo que hago, el número uno. "Quién te manda ser el más chingón" dice mi jefa. Me caga, por eso me cargan el trabajo a mí. Bueno, tres noticieros y dos programas diarios no son poco, pero sé que puedo. Necesito mi equipo, necesito aprender a delegar, sobre todo necesito a alguien en quien pueda confiar plenamente, a mi mano derecha, mi segundo de a bordo, mi copiloto, mi patiño. Lo malo es que no lo he encontrado entre los que estamos aquí ni lo encontraré. Lo busco y lo busco pero no lo busco. Uno de mis mantras es 'Si quieres que las cosas estén bien hechas, hazlas tú.' Y eso hago, lo estoy haciendo todo yo y me saturo. Y
Mi jefe dice que soy como una esponja, que absorbo la personalidad de quien está a mi alrededor, pero no es cierto. Aquí debo confesar que me matan los acentos, las entonaciones quiero decir. Aquí el yucateco y el tabasqueño son mayoría, aunque en el canal habemos más chilangos que otras cosas, obviamente para mí es un acento neutro, así que no me llama la atención especialmente. Entonces, no es que absorba la personalidad de con quien hablo, sino que comienzo a burlarme de su forma de hablar y después de un ratito, se me pega.
Las mujeres son otra historia y cada una tiene la suya. La gente no cambia, eso lo he repetido hasta el hartazgo y miles de veces me he tenido que morder la lengua. De ganas, de deseo y de lealtad a mis convicciones. Nulas pero firmes diría mi otro yo de antaño que no ha cambiado.
Idealista porque, a pesar de despotricar contra el mundo en tres de cada dos frases que digo, creo que hay personas a las que se les debe dar la oportunidad de demostrar su valía (a muchas ni siquiera eso, pero si alguien lo demuestra en verdad, habrá valido toda la pena). No confío en la gente de primera intención, suelo juzgarlos sin conocerlos y lo peor de todo es que pocas veces me equivoco.
Idealista porque creo que la crisis no existe y que tarde o temprano todos se darán cuenta y volverán a sus realidades.
Idealista porque creo que con querer es suficiente.
Idealista porque me importa más el que me guste lo que hago que el que me paguen por ello.
Idealista porque sé que no está del todo bien, pero ...
... la gente no cambia.
¡¡¡ letem bi lait !!!
3 comentarios:
Y aunque nos tengan la guillotina en nuestros cuellos, no nos cambian el caminao...
Bastante tuyo este post, y lo digo por tu gallarda escritura.
Por eso en tu trabajo te adoran, LOL.
Saludos muchos.
Esta vez no diré nada más que....
... no, mejor nada... (callo, como lo harías tú de estar en mi lugar... shhh)
Mmm...
En efecto, eres bien idealista.
La vida no es como debería, ni tantito. Cosas buenas les pasan a la gente mala, cosas malas le pasan a la gente buena, y a la gente X nos pasan cosas malas, disfrazadas de buenas.
Yo no tengo empleo y para mí, sí hay crisis.
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