martes, 18 de noviembre de 2008

... A la mitad del camino ...

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Los primeros diecisiete días de noviembre han sido geniales, he estado escribiendo. Quienes me han leído desde hace algún tiempo sabrán que el penúltimo día de octubre tuvo lugar un suceso con mi familia que nos tuvo aún nos tiene con los pelos de punta y con el miedo eterno de salir a la calle, sin embargo es un sentimiento que por necesidad y por simple Maslow hay que seguir reprimiendo hasta que algo lo haga desaparecer mágicamente.

La primera mitad de octubre no puede calificarse como nada menos que perfecta, después, entre la extrañación, el poco entendimiento de las cosas y las decisiones tajantes apresuradas o no, pasaron dos semanas de total y completa mierda, me curé de mi incapacidad para dormir y los párpados me pesaban hasta cerrárseme en cualquier momento y en cualquier lugar. Estaba oficial y clínicamente (supongo) deprimido. La cereza del pastel mosca encima de la boñiga llegó con la confirmación de los rumores de terror que aquejan a la población es esta zona del país, y de muchas otras también.

Tuve miedo, temí por mi vida, mi seguridad y la de las personas que más quiero en el mundo. Por un momento hubo muchas posibilidades que que huyéramos dejando todo atrás, ahí pensé que quería irme. Sólo un pretexto, pero si no hubiera sido eso habría sido cualquier otra cosa.

Noviembre abrió un nuevo mundo lleno. Lleno de todas las cosas que habían faltado antes. Además, NaNoWriMo it's rockin'. Durante las semanas oscuras había decidido tomar la escritura de mi novela como catarsis, sin embargo ahora que lo malo y lo feo ha pasado quizá la historia habrá de cambiar, no lo sé aún.

Hay momentos de completa cerrazón mental y las palabras simplemente no salen de los dedos, aunque estén ahí flotando en la sesera. Los clichés son ciertos, las nalgas duelen y se aplastan más de lo usual, duele la espalda por la creciente tendencia a acercarse al monitor, Murphy existe y me visita cortando la energía eléctrica en los momentos de mayor inspirancia (Sí Asgard, si tengo laptop ¬¬), a veces los personajes se me salen de las manos y no veo venir lo que pasa. Pero todo ha valido la pena, y de qué manera.

Hoy en la madrugada, alrededor de las cuatro horas alcancé una meta más, llegar a las treinta mil palabras un día antes de lo pronosticado; apenas llevo el sesenta por ciento del camino recorrido y el final no se ve cerca, pero conforme avancen los días las ideas fluirán, de eso no tengo la menor duda.

En la parte superior de esta página encuentran el banner que los lleva directo a la entrada más reciente de "Treinta de noviembre", y en la parte derecha pueden seguir mi desempeño día a día, minuto a minuto, en tiempo real (aaaaaaah verdá).





Como para un buen padre, todos sus hijos son iguales, no puedo escoger mi fragmento favorito de lo escrito hasta ahora, pero el siguiente es uno de los que mis preferidos y uno de los que me gustó más al escribirlo:


Con sus dedos sosteniendo la mano de Nadia tocó su entrepierna, la ropa interior un poco húmeda solamente hizo confirmar lo que era un creciente deseo. Pedro retiró su mano y la colocó en el volante, se acercó y sin dejar de ver hacia el frente, le dijo en un susurro: “Mantén tu mano ahí, quiero que permanezcas húmeda y dispuesta”. A Nadia se le escapó un ligero gemido al escuchar aquello mientras el auto entraba a un motel. Después de pagar por la habitación, subieron las escaleras de la mano y mirándose con las ansias contenidas, cuando la puerta se cerró, ella se dirigió hacia el centro del cuarto con un andar felino y sugestivo, Pedro se quedó de pie, hipnotizado por el vaivén de la cadera y el vuelo de la corta falda negra, Nadia se soltó el cabello y se sentó en la orilla de la cama, se llevó el dedo índice de la mano izquierda a la boca y acarició sus propios labios mientras con las yemas de los dedos de la mano derecha tocaba suavemente sus piernas subiéndose la falda. Con una seña le pidió a Pedro que se acercara, ... ... se quitó el saco y se aflojó el cuello de la camisa, se aproximó a la cama y una vez ahí, Nadia lo jaló de la corbata y lo atrajo hacia ella, una vez acostados comenzaron a desnudarse mutuamente, las caricias entre ambos despedían tal calor que los vidrios se empañaron. La piel de Nadia era muy blanca, pero la media luz de la habitación le otorgaba un tono que a Pedro lo volvía loco; ... ... no sentía ninguna urgencia, quería disfrutar cada momento haciéndole el amor a esa hermosa y joven mujer que estaba ahí, para él. Despacio la tomó por los muslos y los acomodó en su cadera, mirándola a los ojos con pasión comenzó a penetrarla poco a poco. Nadia cerraba los ojos y arqueaba la espalda mientras se sentía poseída como nunca antes. Pedro estaba completamente seguro de tener el control de la situación, podía sentirlo en cada centímetro de su pene que entraba con un ritmo descomunal en ella. El orgasmo fue fantástico para los dos, casi al mismo tiempo sintieron que el aliento les era arrebatado por el aire previamente respirado por el otro. Y el olor, ese olor similar al del cloro que había llegado hasta sus fosas nasales ... ... (que) todo lo envolvía y le causaba una inquietud que no podía explicarse, mas el sentimiento de pertenencia no lo abandonaría jamás.





¡¡¡ letem bi lait !!!

3 comentarios:

Vanessa C. dijo...

Como haría yo para leer esa novela tuya?
O todavía no está lista??

Anónimo dijo...

Yo se qeu estas felizzzzzzzzz
digo.. QUE! ja.. huevis regresarme a borrar mi error jejeje
oooyeee tengo que preguntarte algooo que me esta obsesionandooo plzz haz contactooo!!

Dorn dijo...

y tu que te crees que ya no pasas a la casa ehh?? hasta te borraste de seguirme, malo!

Oye, sigo sin saber qué es ese suceso tan malo que te pasó? te he leido siempre y nunca lo entendí... chales...pos que hiciste?

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