sábado, 6 de marzo de 2010

... Siempre me ha gustado tu sombrero (guiño, guiño) ...

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A principios del siglo pasado, en Huaquechula, Puebla nació el patriarca de esta familia. Jesús Pablo. Mejor nombre no podía tener para ser el fundador de una dinastía sombrerera de cabeza grande. Poblano, no yucateco, pero cabezón de condición hereditaria (¬¬).

Treinta años después, mi abuelo, mi papá E nació entre alas y copas y barbiquejos. Rebelde y rezongón como siempre ha sido, durante toda su educación encaminada a continuar el negocio familiar, renegó y volvió a renegar otra vez de nuevo de la 'sombrereada'. Ja, más rápido cae un hablador que un cojo, dicen.

Por lo tanto, después de que la vida dio sus vueltas, mi abuelo se vio atrapado en su propio destino y el negocio cubretatemas lo enredó en sus prolíficas redes de seducción. Vaya la de historias que mi papá E tiene de sus aventuras llevando sombreros a los ingenios, a los ranchos y vendiéndolos como pan caliente por días. El sol imperante en Tierra Caliente le daba el mercado perfecto para su vendimia. No había de otra, el hado lo atrajo y la vida le cambió, aunque siempre le quedaron las cosquillas en los dedos.

"¿Habré perdido la cabeza?" Quizá se preguntaba cuando, por las noches, lo invadía el deseo de escribir en su vieja Remington despertando a su mujer y a sus cachorros. Seguramente en una de esas ocasiones se dio cuenta de que en verdad había perdido la cabeza, pero también comprendió que los mejores son los que están locos. Aunque yo siempre he dicho que el que está loco, jamás lo reconoce, en eso radica su insanidad.

Y sí, mi abuelo perdió la cabeza, estuvo completamente chiflado, zafado, deschavetado. Dejó el negocio en manos de mi abuela y se dedicó al periodismo, a las letras, a escribir. En ese momento cambió el destino de la familia y las letras estuvieron presentes. Hasta ahora.

Es curioso cómo el mismo destino se ha encargado de poner las cosas en su sitio, juntar a las personas que pertenecen juntas y lograr que dos pares de ojos se encuentren.

En algún instante, una mujer en toda la extensión de la palabra, vino a mí sin buscarme, simplemente llegó sin saber que ya la estaba esperando desde el principio. Ella lo auguró desde que nombró su mundo: Entre Oz y la tierra del Sombrerero. Su nombre evocaba a la malvada bruja del oeste, a la derecha en los mapas de Oz. Desde siempre estuvo apuntando su mira un poco hacia el oriente, buscando en Önderland la casita del no-cumpleaños, la tetera mágica y las cartas en el sombrero. Y ahí estaba yo, no perdido pero sí incompleto. Es de verdad maravilloso cómo las coincidencias se amoldan a la perfección a nuestras vidas, o no; no creo en el destino pero me rindo ante él cuando fue capaz de dirigirla a mí.

Por cierto, ayer, después de meses de espera (y a punto de cumplir ocho meses de completez) por fin se estrenó Tim Burton's Alice in Wonderland. O lo que es lo mismo -ya que yo soy fans del morfema castellano-, la versión de Tim Burton de Alicia en el País de las Maravillas. Estética timburtoniana y narrativa tolkeniana. ¡Oh sí!

Debo confesar que no soy fans from hells de Burton. Por un momento, pensé que estaba viendo El gran pez. Así que no adoro cualquier cosa que hace, sin embargo esta película amerita un par de vistas más.

Al principio, con el crane shot de Londres y la musiquita y las letras en zoom in, pensé que mi máquina del tiempo había funcionado y estaba seis meses en el futuro viendo la séptima película de Harry Potter, incluso canté en el cine: "Something wicked this way comes". Después, lo primero en romperme el esquema fue ese "Trece años después". ¿'Tons?

Oh sí. Tengo que aceptar que el convertir a esta película en Hook no estuvo del todo mal. Aunque Robin Williams como Peter Pan no puede ser sino ridículo, La rusita adolescente que amaga quedarse desnuda (y mostrárnoslo) a cada rato es una idea que piénsese lo que se piense, mantiene la atención del cromosoma Y en la sala del cine.

Ahora, la épica impensable de una batalla entre la Reina blanca y la Reina roja cabezona en un gigantesco tablero de ajedrez es completamente alucinante. Aunque lo que terminó por encantarme fue la profunda voz de Saruman Christopher Lee en el amenazante pero poco mostrado Jabberwocky. ¡Odio a Alicia por cortarle la lengua! Yo necesitaba más líneas irónicas y llenas de esa muchosidad que tiene mi voz favorita del mundo mundial.


La vi, me gustó, volveré.


(This is me)




Parte de esta serie:



¡¡¡ letem bi lait !!!

4 comentarios:

la chida de la historia dijo...

Muero por verla... argh! y muero de envidia =(

El Pinche Megah dijo...

El fin de semana la miraré ;D

Elphaba dijo...

Cuando pensaba en un título para mi blog, jamás pensé que sería un presagio de la vida maravillosa que me esperaba. Y los dos nos encontramos, justo en medio de nuestros mundos para crear uno nuevo.

La película es increíble, la amé y amé más verla contigo.

Je t'aime!

la chida de la historia dijo...

Oh, sí... ya la vi... subtitulada y en 3d... ah! mareadora pero chida... amé a los gorditos con cara del 'bofo'... jiji...

¡Que le corten la cabeza!...

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