jueves, 12 de noviembre de 2009

PELANDO LA BANANA. La Penca. Volumen II.

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Y sí, el día añorado llegó -hace tres semanas, ejem- y mis dos mejores amigos de toda la vida se casaron. El mismo día y no entre ellos, lo que hubiera simplificado mucho las cosas. Pero no son mis amigos homosexuales, o al menos cada uno de ellos se casó con una mujer. A Salvador, mi amigo, compañero, casi hermano, lo conozco desde hace dieciséis años, yo tenía once, recién entraba a primero de secundaria y mis cachetes amenazaban con implotar en mi cráneo al no tener más piel que estirar hacia afuera en toda mi redondez.

Fácilmente podría definir a la secundaria como mi etapa escolar más feliz, y en eso, mis amigos Salvador, Rafael y Luis Darío fueron parte fundamental. Éramos tan ñoños y tan babosos que uno de nuestros hobbies era caminar por la calle siguiendo chicas lindas, claro que no es lo mismo stalkear a una adolescente cuando tienes trece años que cuando tienes treinta, pero bueno; nunca, nunca, repito, nunca le hablamos a ninguna, y no fueron pocas.

De los cuatro, Salvador y yo fuimos los primeros que comenzamos a juntarnos. No se me borra jamás de la mente su imagen bailando y cantando 'Fritos fri-tostitos' sin razón aparente, su eterna gorra de judicial y su chamarra de robocop. La humillante derrota que sufrí a sus manos en el torneo de ajedrez de 1995 y la dulce, dulce, dulce venganza que saboreé con el índice y el pulgar un año después. Su reticencia a tomar el bate de béisbol con las dos manos alegando que con una 'es más fácil'. El trofeo que le gané de máximo goledor en el mini torneo de secundaria. La casi-vomitada que me provocó la primera -y única- vez que comí en su casa. Su espectacular actuación como el Hongo Alucinógeno. El curso de autoconocimiento, autocontrol y automafufadas al que me invitó y en el que me hicieron llorar de gratis, sólo para descubrir, al levantar la mirada, que él me tendía la mano. Las groserías reales o imaginarias lanzadas a las ex-novias de uno u otro. Su proclividad a bailar en todas y cada una de las circunstancias. Las veces que me burlé de él cuando se hizo novio de Ivette sólo porque la besó. Las bailarinas de jazz que me presentó gracias a su debilidad por ir a clases de ídem. Las últimas cervezas que nos tomamos juntos en mi cumpleaños número 26 en una velada que comenzó a las seis de la tarde y terminó a las nueve de la mañana del otro día, hablando y hablando como si no hubiera pasado nada de tiempo. El día preciso en que me dijo, antes que a nadie que le iba a pedir matrimonio a su novia. Cuando me llamó en medio de un examen fácilisimo para decirme que ya tenía mi invitación para la boda. El ver su cara güereja y barbada rebasada por una felicidad que sólo se puede explicar cuando se siente. Y lo que me falta, no terminaría de nombrar hechos específicos que puedan definir lo que en realidad me significa.

Simplemente es el hermano que nunca tuve, tan diferente pero tan complementario de mí que aunque nos veamos dos o una o ninguna vez al año, sé que con una llamada estará ahí. A pesar de no convivir y de tener amigos diferentes y actividades diferentes y trabajos esclavizantes y monótonos, nuestras esencias no han cambiado y no lo harán. Él seguirá siendo 'el que baila por todo' y yo seguiré siendo el Mago Sonric's.

Sólo mi propia felicidad al lado de la mujer de mi vida puede superar al gusto que me da el verlo con la mujer que ama, feliz, pleno, completo. Su boda fue espectacular, más por el sentimiento que por el contenido, más por mi compañía que por el ambiente y sin embargo, nada evita ya que el futuro nos llegue inexorablemente.

Yo lo espero con ansias pero con más ganas de disfrutar el paisaje mientras camino.

Carlos, mi socio, colega y amigo también se casó ese día, pero esa es otra historia y tendrá que ser contada en otra ocasión ...






Parte de esta serie:



¡¡¡ letem bi lait !!!

3 comentarios:

Elphaba dijo...

Bueno, ya comenté mis impresiones sobre la boda en mi blog, pero me encantó leer "la historia detrás de la amistad". Creo que hoy veo los acontecimientos con otros ojos.

Siempre he creído que las amistades más grandes no necesariamente son aquellas que comparten tus alegrías y tristezas diarias, sino los que, aunque no estén casi nunca, saben cuál es el momento preciso para estar, ese en el que más los necesitas.

Ya se extrañaban las bananas!!

Je t'aime!

la chida de la historia dijo...

Siempre lo he dicho: soy fansss de tu banana... Ah... recuerdo tus cometarios del día siguiente a tu cumpleaños número 26... y recuerdo deatlles felices que compartiste conmigo de aquella época chida... y.. y.. y extraño algunas cosas que bueeee...

Es que eres un amigo chido y ya me pusiste nostálgica con tu texto... SNIF!

Te quiero, maldito espantajo cachetón... papito, solecito... SNIF!

Dib dijo...

¿Sonric's?

LOLWUT!!!

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