Well, that mockingbird’s gonna sail away
We’re gonna forget it
That big, fat moon is gonna shine like a spoon
But we’re gonna let it
You won’t regret it
Bob Dylan
Bob Dylan
Cuando te das cuenta de que el amor es simplemente una letra de cuatro letras. Cuando la conciencia se pierde por un instante para dar paso a la ensoñación más lívida. Cuando el deseo se agolpa en el pecho y explota en las palmas de las manos. Cuando los botones no ceden como deberían. Cuando la luna se pone regrandota como una pelotota y alumbra el callejón. Cuando los respiros y suspiros se dan a una distancia alarmante por su cercanía. Cuando te das cuenta de que cuatro letras son muy poca cosa para describir lo que se siente desde adentro, ahí, solo entonces ahí, es cuando sabes que estás enamorado.
Y me pasó justamente hoy hace cuatro años. Tanto que las luces fueron nimias y sus sombras fueron mías desde ese día y hasta ahora y para siempre. No hay suficientes palabras para decirlo como es, y sin embargo, lo exhalo con cada latido y lo inhalo con cada soplo de mi ser. ¡Estoy enamorado! Y no me da pena decirlo. He estado enamorado los últimos cuatro años de mi vida y sí, lo siento por aquellas paseantes que escucharon lo mismo de mi boca en el pasado, no tenía idea de lo que hablaba. Es tan cierto ese dicho de que no tienes idea de lo que es el amor hasta que te enamoras del amor de tu vida. Pues sí.
Mil veces pronuncié teamos, mil labios había besado yo, mil manos se unieron a las mías y ni así, ni así se podría llegar a acercar todo eso a lo que sentí cuando la miré. Tan altiva y hermosa, con el cabello en punta hacia abajo y esa sonrisa plena, con el suéter rosa de agujeritos y las botitas grises, con las manos en el volante y la situación bajo control. Yo, por dentro, me moría y me derretía con cada mirada y con cada insinuación de cercanía que, tarado como es uno, no alcanzaba a cachar.
Le vi el trasero cuando se levantó al baño, eso sí, no lo pude evitar. Y aunque hubiera podido, no quise, no me avergüenza pues se lo he dicho desde siempre. No es posible imaginar esa dicha, no es posible imaginar la dicha actual remontándonos cuatro años en el pasado. Estamos aquí y ahora, sintiéndonos como dos almas en una sola, es más, como cuatro almas en una sola, con la felicidad inmensa de sabernos expandidos en dos güeritos flaquitos que mantienen nuestras mentes y nuestros corazones ocupados y preocupados.
No hay manera de ser más feliz, se los juro. No cuando al despertar, en lugar de ver un rayo de luz cegándote desde la ventana, miras con toda la atención del mundo un par de ojos castaños que contienen la vida misma. No cuando pase lo que pase, el hogar estará caliente y la cama estará hirviendo. No cuando existe el complemento perfecto para cada pasaje de tus sueños.
Sí, también soy idealista y suelo no pensar más de lo necesario, es como siento. Las vueltas en la cabeza las utilizo para darle mucho más sentido a esto que se llama la vida petaca, que está envuelta en una coraza hecha del amor más puro que pueda existir.
Sé que las letras, aún las más bellas de la historia, no son comparables con lo que quiero decir en la realidad.
Sé y sabes que todo lo que hago es por y para ti. Para ti, lo más maravilloso que me ha podido pasar en la vida, para ti es lo que hago mejor. Y todos los días son un regalo, todos los días son para mí un regalo de Dios por estar contigo y con ellos. Desde hace cuatro años, vivo con el mejor regalo de todos.
Te amo, simplemente, Astrid.
¡¡¡ letem bi lait !!!
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