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¿Qué se necesita para ser un mito?
Escritores van y escritores vienen y escritores mueren y millones de ellos nacen a cada instante. Alguna vez caí en la trampa de la página en blanco, esa bestia negra -por disonante que suene- que nos amenaza a todos los que pretendemos dejar una huella en tinta indeleble, o al menos en bits eternizados.
El año 1968 representó un cisma, no sólo en México. De nuevo, escritores fueron y vinieron con todo el derecho que les dio el haber estado en sus veintes cuando aquello ocurrió, pero casi sin ningún mérito específico. No es lo mismo estar en el medio de una balacera espectacular y sobrevivir para contarlo, que haber estado cuidando a los gatitos y vivir cuarenta y dos años hablando sobre lo mismo.
Pues yo estoy en mis veintes altos en esta época de sangre y balas y tristeza y desolación nacional. Y me aterra sobremanera escribir siempre de lo mismo. Y me da muchísimo miedo sobre todo, el ostracismo, la indiferencia. Monstruo publicitario ya por formación, ya por defecto, ya por antonomasia; si soy ignorado, dejo de existir. Si la vida pasa por mí pero no deja huella en mis letras, entonces las letras no tienen sentido alguno.
Me pasó el día haciendo preguntas y leyendo literatura 2.0 e interactuando con otros como yo. La frescura que un par de chicos ávidos de aprender algo de mí es en verdad revitalizante, por el contrario, la desvergûenza y cinismo de un grupo que ha perdido el respeto por sí mismo son devastadores. Tampoco puedo negar que el simple hecho de mancillar un trabajo impreso mal hecho con tinta roja es placentero, sin embargo, la viga en mi propio ojo no deja de atizar mis párpados cada vez que los cierro. ¿Cómo puedo juzgar la calidad de un escrito si hace mucho que no escribo nada? Ciertamente les sería de mucha mayor utilidad leer mis textos que asistir a mis clases.
Cierto es también que el bloqueo es un mito, si no escribo nada es que no tengo nada que contar al mundo o no es momento de decirlo, o tal vez que soy demasiado perezoso para sentarme frente al monitor a aporrear el teclado. No hay preocupación, o no debería. El mundo sigue girando a pesar del silencio de estas letras. Escribir es como comerse una naranja, no hay cosa más difícil que quitar la cáscara, después, todo es dulce.
De nadie ni de nada es la culpa. La besta negra de la página blanca se manifiesta como una cofradía de lucecitas y botones y colores que distraen la atención sin que uno se de cuenta. Por la noche, al poner las repeticiones de Futbol Picante no puedo evitar echarle un vistazo rápido al facebook y otro al reader. Suficiente para quitarme media hora o más de sueño, del sueño que no se recupera al dormitar en el transporte público ni al quedarse cinco minutos más escuchando la alarma sonar inexorablemente.
Aunque quizá sea culpa mía y de mi reticencia a leer mientras escribo. Es decir, en noviembre pasado pasado y muy seguramente (ojalá) en el siguiente, cuando estuve y esté envuelto en un viaje escribidero, me abstuve y me abstendré de leer lo contemporáneo y temporal para concentrarme en mis propias ideas y así no tener asideros para cuando me caiga. No pretendo ni jamás lo haré descubrir el hilo negro. Me sucede que al trabajar, no me gusta ni leer otras cosas ni escuchar música no instrumental; las letras son el motor y me llaman poderosamente la atención, aún siendo ajenas, aún siendo irrelevantes. No hay ideas originales y todas las palabras existen ya, sin embargo, es deber de un mono escribiente el ponerlas en un orden preciso. Yo soy ese mono. Mil como yo lograremos vencer a la diosa del tedio literario y al despertar, una obra en ciernes estará concebida.
Esto viene a cuento pues en las próximas semanas se dará un fallo que llevo meses esperando. Todo puede pasar y estoy preparado como desde siempre para una estrepitosa derrota, sin embargo, ahora hay una (¿o un par? ¿o un trío?) razón, no, LA MÁS PODEROSA de las razones para abogar y rezar y cruzar los dedos por que llegue. La victoria en el concurso nos dará la entrada a la mejor de las victorias, la más deseada y la más esperada.
Las galletas de pipeta vendrán por el fruto de esas letras o por el fruto de otro tipo de trabajo, pero vendrán. Con ellas, espero, llegará el torrente de ideas, pensamientos e inspiraciones que prometen hacer de nuestras letras las mejores del mundo; de nuestras manos, las más hábiles; de nuestros esfuerzos, los más eficientes, y de nuestras vidas, las más felices (rompiendo nuestro propio récord).
¡¡¡ letem bi lait !!!
martes, 29 de junio de 2010
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6 comentarios:
Luisz!!! Tenes toda la razón en lo que muy bien has escrito, te deseo lo mejor en esta lucha cuyo peor enemigo es uno mismo!!! Mucha suerte en lo que estes participando!!! Lo poco que he leido tuyo me parece impresionante!!! Ojala cuando te hagas famoso me hables! Abrazos fraternales...!
Querido amigo galletoso... hubiera sido terrible para mí haber encerado con círculos rojos el par de detalles que encontré en tu texto... mi monitor y yo misma... no me lo hubiera perdonado jamás... XD
Por otra parte conozco muy bien la calidad... más que de tus letras... de tus ideas y de tus emociones que transmites de manera generosa...
Sé también que me he perdido de muchas cosas... pero bueno, ojalá pronto haya oportunidad de ponernos al día mutuamente...
Abrazos a ti y a la cuñadaca...
* encerrado (ja!)
Tenía rato de no pasar robarme galletas de vainilla.
Suerte en el proyecto.
Es usted muy inteligente muy sencillo muy crítico muy sensible muy transparente.
Ánimo y éxito.
Omití las comas porque tengo hambre.
Mi hermano mejor me dijo que la palabra "Suerte" estaba mal empleada.
"La suerte no existe, Dios no juega a los dados.".
Así que yo sólo te deseo éxito partner!!
Éxito en cada concurso que llegue a tu vida y en cada decisión que tomes, porque no será sólo tu persona la que esté de por medio, ya hay alguien a tu lado y vendrán todavía más.
Nos cuentas!!
Saludos!!
"Las galletas de pipeta vendrán por el fruto de esas letras o por el fruto de otro tipo de trabajo, pero vendrán."
¡Claro que vendrán! Y traerán torta bajo el brazo; muchas sorpresas y grandes días nos esperan, sólo es cuestión de tener paciencia...
Por ahora, yo extraño las letras de ésta galleta...
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