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De la hipocresía al cinismo hay un paso muy corto. Cierto es que de la estupidez al más claro -pejismo- pendejismo hay un paso aún más pequeño. Lo digo con el peor afán de insultar a quien le quede el saco, por supuesto. Pero esta semana fui testigo de la peor calaña que existe en un ser humano (o bueno, depende de la óptica de cada quien).
Resulta que trabajo en una dependencia de gobierno en la que, por ley, existe rotación de áreas de adscripción cada seis meses mínimo o cada año máximo. Llevo ya casi dos años trabajando aquí, así que tengo conocidos prácticamente en todas las zonas de la ciudad, en todas las áreas de adscripción. En resumen, es un ente en donde los secretos son los viajeros más veloces, en donde no puedes siquiera balbucear sin que miles de orejas se ericen en dirección a tu voz, pueblo chico, infierno grande. Yo odio socializar, lo sabe todo el mundo, pero no estoy exento de escuchar los chismes más baratos que se puedan imaginar. Está el súper teto que por traer una Harley y ser descarado con las mujeres ya se cree el bon-vivant gourmand y cool que el mundo esperaba, está la que va a atravesar medio mundo por la promesa de amor incondicional arrastrando a dos de sus amigas a ser compradas por comerciantes de camellos, está el que -según las leyendas urbanas- vive con el cadáver momificado de su madre (aunque en realidad es un híper teto sin autoestima ninguna), está la pobrecita ignorante que no sabe que se puede comprar por internet, es más, ni siquiera puede pronunciar internet (pero no es su culpa, es de quien la hizo comadre), está el que se niega a salir por completo del clóset, entre un largo y triste etcétera.
Ayer, no sé si en el afán de parecer vivaracho, librepensador y #132 un tipo comenzó a enumerar su larga lista de amantes ilegitimas, ufanándose de que una de ellas -la más loca, por qué no- estaba recientemente embarazada y no quería abortar. No omito mencionar que el susodicho sujeto tiene esposa y dos hijas de alrededor de cuatro o siete años. Después, no sé en qué momento el chismorreo se torció, y féminas del grupo le daban por completo la razón, denostando a la pobre infeliz que tuvo la osadía de meterse con semejante patanazo no importándole su estado civil. Tras detalles más, detalles menos, el descarado individuo tuvo la desfachatez de mostrar a quien quisiera ver, fotos de la incauta, así como sus pelos (literalmente) y señales, su nombre completo, dónde trabaja y casi hasta qué diseño porta en su peinado del sur. Ahí pude enterarme de que también tiene un hijo, y que había abortado ya una vez, DE ESTE MISMO TIPEJO, que ella se había presentado en su casa, hablado con su mujer y con sus hijas, y que la esposa simplemente la había llamado 'tu puta'.
Sin querer ser un paladín de la moral ni mucho menos, no pude más que ofenderme por tal desplante de hipocresía, para no variar, el imbécil en cuestión pregona su fe a quien se deje, evangelizando o tratando de, invitando a quien se deje a su templo y enorgulleciéndose de llevar una impecable agenda de tareas bondadosas que su religión le endilga. LPQLP -sin ofender-.
Muchas cosas me quedan bastante claras, sé y se ha escrito aquí anteriormente, que cada quien obtiene de la vida lo que se merece, ni más ni menos. Estoy cierto de que no hay en la vida mayor bendición que un hijo, pero este güey se la pasa bendiciendo a cuanta mujer se le pone por delante, ¡no mamar!
Sí él es un asco de persona, no quiero ni imaginar la clase de individua que es su esposa, para saberlo todo y no hacer nada por evitarlo, o aceptarlo que no sé qué es peor. También la tipeja tiene lo suyo, vamos, ¿que tan poca o nula opinión tendrá de sí misma para meterse con semejante especimen?
No tengo más que decir, simplemente la conciencia de mi propia realidad que no se empata en lo más mínimo con lo escuchado aquí. Que no me espanta ni mucho menos, pero me ofenden la estupidez y el cinismo y la hipocresía. Si algo no puedo perdonar en la vida es la tontería con consecuencias, y sin ellas también, qué ganas de echarle a perder la vida a los demás, qué ganas de hacerlo todo mal y sobre todo, qué ganas de sentir orgullo por cosas que deberían mantenerse escondidas bajo la piedra más recóndita del universo, junto con escoria así.
Yo preocupándome por quién va a ser el presichente este nuevo sexenio y basuras como las que uno se encuentra por desgracia, son los que arruinan el presente y el futuro de este país petaco.
Pppprrrrrrttttttt.
¡¡¡ letem bi lait !!!
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jueves, 31 de mayo de 2012
martes, 29 de mayo de 2012
... Twitter over Beethoven ...
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No existe un momento del día, en que pueda olvidarme de quien soy. En estas largas horas entre el absurdo de llegar a tiempo y sentarse frente a la nada a hacer ídem, y la lontananza de la hora de salida diariamente añorada, me encuentro con los dedos atrofiados, muertos y sudando sangre para dejar salir las legras que se apoltronan en sus yemas. No quisiera explicar las razones del abandono ni mucho menos, hoy comprendo que la vuelta será dolorosa para las letras pero regocijante para el alma, el espíritu y la cabezota. Tal vez estoy forzando las cosas, pero en este caso, si el primero no sale a huevo, no saldrá nunca.
Es curioso que haya olvidado dónde poner una coma; dónde un acento; dónde una sinalefa, y dónde una elipsis (tarááááá). La inmediatez de twitter y su relajada y comprensible libertad ortográfica no hacen más que disminuir las capacidades (mis capacidades) escritorísticas. Quiero volver. Lo anhelo con el alma. Quiero poder decir de nuevo que mi profesión es la de escritor, no por hacer menos a lo que hago actualmente pues al menos paga el cable, el gas, el teléfono y medio menaje de hijos (que no es poca cosa, pero podría ser más). Quiero hincharme el pecho con orgullo mamón y decirle a mis inferiores: "¡Estúpidos todos!".
Extraño este blog y extraño que me leas, pero no extraño el preocuparme por las visitas, los widgets y las mamaditas que adornan. Ahora leo mi propio blog en iPhone, en app o en versión móvil, nada barroca y con lo indispensable para ser disfrutado. Quizá sea mejor así. En 2007 la estridencia era la onda, hoy, en 2012, con treinta años encima y la crisis de la edad madura y la adultez y las responsabilidades y las luces de mi vida y los instintos renaciendo y las ganas de cambiar el mundo dormidas y el espacio libre y las frases que no acaban nunca (Frases, ¡no se acaben nunca!) y los Babasónicos en concierto y la cuenta del banco vacía y el celular lleno y el tanque con gasolina y Molotov en el cine y los PUMAS creciendo un trabuco y los libros que tampoco se acaban y los nervios erizados y las capas caídas y los festines de cuervos y las ganas de cambiar al mundo despertando con tanta palabrería, estoy aquí. No me he ido ni lo haré.
En este momento acepto que un blog es suficiente para mí. Mis galletitas se lo merecen todo, pero también son parte de La Galleta de Vainilla, la promesa de fin de año no se romperá, y sin embargo en este sitio, que lo tiene todo, estará todo. No es noviembre pero mis dedos se mueren de cosquillas. Lo difícil fue comenzar, ahora todo es cuesta arriba, -cuesta arriba, sí, desde este punto no hay más a dónde ir que hacia la cima-. Quiero ser exitoso en mi calidad de hombre, esposo, padre, escritor y profesional. No habrá más pretextos que valgan y el mundo es una gigantesca caja de galletas que, como decía Forrest, uno nunca sabe qué nos va a tocar. Este año hay Juegos Olímpicos, Eurocopa y los PUMAS vienen con todo. También tengo Canción de hielo y fuego y la saga de Guillermo del Toro, también se acerca El Hobbit y los días más maravillosos de mi existencia están a la vuelta de la esquina. Dos bebés caminantes ya casi están de pie, dos bebés parlanchines ya casi están en el estrado listos para hacer oír su voz en el mundo. Mi corazón doble y ocupado no tiene precedente y en este punto, son las cosas pequeñitas las que, en lugar de separarnos, nos unen y enamoran a cada momento.
Si la cosa es quejarse, me quejaré; si es criticar, criticaré. No olvido por supuesto que las elecciones más estúpidas de la historia también están tocando a la puerta, tanto para escribir a casa y tanto que mi twitter no es capaz de contener. Ciento cuarenta caracteres no me bastan. Ahora quiero explotar y explayar y externar y extrapolar y exproyectar y extroyectar y eXcétera ...
This is Sparta!
... letem bi lait !!!
No existe un momento del día, en que pueda olvidarme de quien soy. En estas largas horas entre el absurdo de llegar a tiempo y sentarse frente a la nada a hacer ídem, y la lontananza de la hora de salida diariamente añorada, me encuentro con los dedos atrofiados, muertos y sudando sangre para dejar salir las legras que se apoltronan en sus yemas. No quisiera explicar las razones del abandono ni mucho menos, hoy comprendo que la vuelta será dolorosa para las letras pero regocijante para el alma, el espíritu y la cabezota. Tal vez estoy forzando las cosas, pero en este caso, si el primero no sale a huevo, no saldrá nunca.
Es curioso que haya olvidado dónde poner una coma; dónde un acento; dónde una sinalefa, y dónde una elipsis (tarááááá). La inmediatez de twitter y su relajada y comprensible libertad ortográfica no hacen más que disminuir las capacidades (mis capacidades) escritorísticas. Quiero volver. Lo anhelo con el alma. Quiero poder decir de nuevo que mi profesión es la de escritor, no por hacer menos a lo que hago actualmente pues al menos paga el cable, el gas, el teléfono y medio menaje de hijos (que no es poca cosa, pero podría ser más). Quiero hincharme el pecho con orgullo mamón y decirle a mis inferiores: "¡Estúpidos todos!".
Extraño este blog y extraño que me leas, pero no extraño el preocuparme por las visitas, los widgets y las mamaditas que adornan. Ahora leo mi propio blog en iPhone, en app o en versión móvil, nada barroca y con lo indispensable para ser disfrutado. Quizá sea mejor así. En 2007 la estridencia era la onda, hoy, en 2012, con treinta años encima y la crisis de la edad madura y la adultez y las responsabilidades y las luces de mi vida y los instintos renaciendo y las ganas de cambiar el mundo dormidas y el espacio libre y las frases que no acaban nunca (Frases, ¡no se acaben nunca!) y los Babasónicos en concierto y la cuenta del banco vacía y el celular lleno y el tanque con gasolina y Molotov en el cine y los PUMAS creciendo un trabuco y los libros que tampoco se acaban y los nervios erizados y las capas caídas y los festines de cuervos y las ganas de cambiar al mundo despertando con tanta palabrería, estoy aquí. No me he ido ni lo haré.
En este momento acepto que un blog es suficiente para mí. Mis galletitas se lo merecen todo, pero también son parte de La Galleta de Vainilla, la promesa de fin de año no se romperá, y sin embargo en este sitio, que lo tiene todo, estará todo. No es noviembre pero mis dedos se mueren de cosquillas. Lo difícil fue comenzar, ahora todo es cuesta arriba, -cuesta arriba, sí, desde este punto no hay más a dónde ir que hacia la cima-. Quiero ser exitoso en mi calidad de hombre, esposo, padre, escritor y profesional. No habrá más pretextos que valgan y el mundo es una gigantesca caja de galletas que, como decía Forrest, uno nunca sabe qué nos va a tocar. Este año hay Juegos Olímpicos, Eurocopa y los PUMAS vienen con todo. También tengo Canción de hielo y fuego y la saga de Guillermo del Toro, también se acerca El Hobbit y los días más maravillosos de mi existencia están a la vuelta de la esquina. Dos bebés caminantes ya casi están de pie, dos bebés parlanchines ya casi están en el estrado listos para hacer oír su voz en el mundo. Mi corazón doble y ocupado no tiene precedente y en este punto, son las cosas pequeñitas las que, en lugar de separarnos, nos unen y enamoran a cada momento.
Si la cosa es quejarse, me quejaré; si es criticar, criticaré. No olvido por supuesto que las elecciones más estúpidas de la historia también están tocando a la puerta, tanto para escribir a casa y tanto que mi twitter no es capaz de contener. Ciento cuarenta caracteres no me bastan. Ahora quiero explotar y explayar y externar y extrapolar y exproyectar y extroyectar y eXcétera ...
This is Sparta!
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